martes, 30 de abril de 2013

Motivación


 Bueno, a ver, reconocer que había dejado de escribir con cierta regularidad por un fallo técnico no es algo que me guste hacer, y menos aún cuando el fallo se debía al contador de visitas. Pero sí, eso ha pasado y eso lo tengo que contar, por respeto a mis dos lectores asiduos y casi fans de lo que surge de la inspiración y necesidad a través de un texto. La cosa empezó hace cuatro meses, cuando miraba las visitas recibidas y siempre tenía el mismo número de visitantes únicos, 509. Tras uno o dos días volvía a mirar y seguía viendo el mismo número. Al principio me recriminaba a mí misma por ser tan vanidosa, "mira que no motivarme si veo que a nadie le interesa lo que escribo o que nadie lee lo que he creado". Luego me decía que bueno, si no escribía bien, o si los temas sobre los que escribía no eran interesantes para nadie pues qué le vamos a hacer, pero que debía escribir igualmente porque cada vez que lo hacía me sentía muy bien. Parecido a lo que describía que sentía el protagonista de ¡Quiero bailar!es como si volara, todo desaparece a mi alrededor. Eso mismo me pasa a mí, con la escritura y con la interpretación. Por esa razón cada vez que veo esa película me hincho a llorar en esa parte cuando ante el tribunal confiesa ese algo tan interno que le ocurre y esa sinceridad es lo que muestra su gran talento como bailarín.
    De vez en cuando volvía a escribir, y en ocasiones miraba el contador y seguía viendo el mismo número, 509, pensaba que ya no me leía ni Bárbara, una lectora que se come los libros con patatas y de vez en cuando lee algún texto mío, y luego en la puerta del cole me habla de alguna parte de un texto mío al que le echó un ojo, su hijo y el mío van a la misma clase. 
    En fin, que mi depresión creativa iba creciendo y ya tenía asumido que a nadie le interesaba lo que escribía y que esos 509 que habían leído algún texto mío se habían dado cuenta de que el escribir para mí era un puro acto egoísta en el que disfrutaba como una enana y ante lo cual no me mataba pensando sobre qué iba a escribir sino que escribía impulsivamente. Ya veía los comentarios, "sí, qué fue de aquella pobre escritora impulsiva que no se trabajaba los textos ni los temas lo más mínimo"; "Qué pena daba con su insistencia de escribir sobre cosas que le afectaban o que veía a su alrededor"; "estará tirada en algún rincón de la sociedad pidiendo una limosna a algún lector penoso".
    Al final el 509 se convirtió en un número familiar, y ya era capaz de escribir alguna cosilla aun a pesar de no tener lectores. Hasta que un día vi un comentario de la lectora más comentarista, y me di cuenta de que aunque no apareciera su visita reflejada en el contador ella había visitado mi blog en busca de algún texto nuevo. Indagando, indagando me di cuenta de que lo de que el contador se hubiera quedado estancado en el 509 no significaba que las personas se hubieran cansado de mi forma de escribir, ni tampoco significaba que fuera una escritora penosa. Tal vez mi contador estaba estropeado desde noviembre y que por esa razón no se reflejaban las visitas de mis dos lectores.
    Total, que hace dos días envié un mensaje a contador.plus para explicarles lo que me estaba pasando con el contador, hoy por fin tengo 512 visitantes únicos. Tengo que aprender a ser menos vanidosa, es verdad, y tengo que pedir disculpas a mis dos lectores que se hayan encontrado con esta parálisis creativa. Prometo compensación.
    Un besote!!! 




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