sábado, 22 de septiembre de 2018

La historia del reino de las luces y del corazón alado.




     Permitidme que os cuente un cuento.


     Había una vez una princesa, bueno no, no era una princesa, era una reina. Todos la conocían como la reina de las luces. Más allá de sus poderes mágicos al convertir los espacios espacios oscuros en lugares llenos de luz, ella misma era una luz andante.
Todo aquel que tenía la suerte de cruzarse con ella notaba en su cuerpo que algo crecía, como una ilusión vital, tal vez se trataba del cariño con el que la Reina de las luces recibía a todo el mundo, o esa capacidad empática y generosa con la que acariciaba el alma de las personas que la conocían.

     La reina de la luz tenía un hijo precioso, cariñoso, muy lindo y sobretodo buena persona y una familia encantadora, y muchos, muchos amigos, amigos de verdad, de los que se alegran de verdad al verte sonreír, de los que lloran contigo, y te aman en el bullicio y en el silencio.
Pues bien, todo el mundo pensaba que la vida de la reina de la luz no podía ser mejor de lo que ya era, sin embargo el mundo se equivocaba....

Porque veréis:...

    En otro reino había un rey, con una linda hija, cuya vida había estado determinada por épicas batallas de las que siempre había salido airoso. Los que le conocían estaban seguros de que la armadura de este rey estaba hecha de corazón, con ese músculo de amor afrontaba su día a día e iba despejando los caminos para que en el caminar de su princesita solo hubieran flores de colores y las piedras justas para su aprendizaje.
El rey era conocido como el Rey alado, tal vez porque alguien vio cómo en una de sus batallas pudo esquivar un golpe con un incipiente salto que parecía estar impulsado por algo más que piernas, o simplemente porque se llamaba Ángel, y ya se sabe que los ángeles tienen alas, además de cara de buena gente.

    Un día los caminos de la reina de las luces y del rey alado se cruzaron.

    El rey se vio deslumbrado por aquella mujer llena de luz y sintió que volaba de verdad cada vez que ella estaba cerca.
A su vez la reina sintió cómo la intensidad de su luz se había incrementado considerablemente. Todo el mundo se dio cuenta del cambio experimentado por los reyes. La energía que los unía empezó a crecer, hasta que ambos se volvieron uno, pero sin dejar de crecer individualmente.
Al empezar a caminar juntos ambos reinos se unieron y la reina empezó a soñar con ese momento en el que ante Dios y ante toda su gente, uniría sus vidas para siempre.
Y por fin, el 15 de septiembre llegó el día soñado. Todos los que amamos al rey alado, Ángel, y a la reina de las luces, Asun, pudimos ser testigos privilegiados de una historia memorable, que nos demuestra que la vida siempre nos da segundas oportunidades y que a veces para ver cumplido un sueño hay que luchar épicamente y no rendirse nunca.

Porque amigos y amigas, ellos son la prueba: Asun y Ángel se han encontrado.

Deseo que sigáis escribiendo ese maravilloso cuento en el que Luz y Corazón vuelen juntos por siempre jamás.

Con todo mi cariño,

 Isolina Cerdá Casado



Pos pandemia. Corazón postraumatizado.

      Hoy, ahora, hace un momento, me dio por hacer limpieza del bolso. Mi bolso es una especie de contenedor de vida, también de objetos pu...