miércoles, 4 de diciembre de 2019

El paso del tiempo, el ser mayor. Un SER MAYOR.

¿En qué momento fue? ¿Cuándo ocurrió todo? ¿En qué instante empezaste a llegar a mi vida? ¿Cuándo se inició la transformación? ¿Hace cuántos años? ¿Meses? ¿Días? ¿Horas tal vez?
    Sentada en esta sala repleta de personas en las que tú ya estás presente, en unos más que en otros. pero no hay duda de que eres implacable con todos, no importan los números que tenga tu cuenta corriente, ni los metros cuadrados de tu casa, ni la cantidad de hijos, calidad de tu trabajo o el color de tus ojos. 
Tú siempre llegas, y no es que hasta hoy hubiera vivido en la ignorancia de tu existencia, pero había épocas en las que quería verte avanzar más deprisa, y quería llegar a la veintena, y soñaba con una treintena estable emocionalmente y con una economía sana, no pensaba entonces en la calidad del aire, hoy sí. Había épocas en las que soñaba con una cuarentena estereotipada en la que la felicidad iba a ser irremediablemente hermosa y calmada, e iba a zambullirme en escenarios repletos de sueños. 
Pero entonces llega un día como hoy, en el que no hace mucho tus hijos te recordaban que ya tenías más de veinte canas en la cabeza (ignorando las incontables en lugares inexplorables), cuando te sobrevino un dolor nuevo en la cadera, cuando empezaste a desear que el tiempo no pasara tan deprisa. 
Y los ves a ellos, los otros, lo que tienen setenta, ochenta y los que alcanzan los noventa en un estado medianamente llevadero para sí mismos. Y te das cuenta de que a ellos les pasa lo mismo que a ti, no saben en qué momento empezaron a transformarse, a pasar de ser joven a jovial (con suerte), a pasar a ser personas cuya sabiduría vital les ha estirado tanto el cerebro que se les ha arrugado la piel, personas que tienen tanta luz que su pelo se le ha decolorado y teñido de plata hasta convertirse en hilos blancos de experiencias vitales.
Lo peor es que si encima de todo esto te das cuenta de que no eres ni tan buena, ni tan maja, ni tan dulce...O peor, si no te das cuenta, entonces...uf, entonces es que...La vida.
Bueno, déjalo, en otro pestañeo estoy en la cincuentena, casi al mismo tiempo que tardo en llegar a la siguiente estación de metro: Príncipe Pío. Continué escribiendo el texto en el interior del vagón de metro.
La vida te mantiene ocupada, lo suficiente para no darte cuenta de que el final del trayecto está a la vuelta de la esquina, en la siguiente estación. 
Y mientas tanto te entretienes en la avería inesperada del coche, la suerte de tener un trabajo, la terrible noticia de otra mujer víctima de la violencia machista, el terremoto de Albania, la entrega de premios Actúa, el examen de mate de tu hija, o el de física del niño adolescente...Y pasó...pasa...la vida.
Y sin saber cómo empiezas a ser referencia, a ser la adulta, a ser mayor, y caminando, caminando te das cuenta de que vuelves a aspirar a algo, a convertirte es ese SER MAYOR, que de verdad ES un gran SER.

Isolina Cerdá 

martes, 26 de noviembre de 2019

Cordialidad y simpatía en el metro.



  Esperaba la llegada del metro de la línea 12, dirección Puerta del Sur. Estaba sentada en un banco de esos metálicos y fríos que hay en las estaciones de metro. Aprovechaba para redactar una respuesta a un mensaje de whatsApp de un amigo. De pronto llegó una chica, de unos treinta años calculo. Llevaba unos pantalones vaqueros rojos bastante holgados, una cazadora gigante gris oscura que le cubría el cuello y un gorro de lana gris que tapaba totalmente las cejas y el pelo. Tenía unas gafas de pasta con una graduación muy elevada dado el ancho de sus cristales. Me preguntó si estaba trabajando, lo hizo con una voz que salía a un ritmo entrecortado como si le costara hablar. Entonces levanté la mirada del móvil y le respondí que no, -voy camino del trabajo pero no estoy trabajando ahora-.
 -¡Ah!- respondió- yo los domingos no trabajo. Me voy a sentar contigo en el tren.-Me dijo, tras saber que yo iba a coger la línea 10.
No pude negarme, y simplemente le respondí que vale, aunque lo cierto era que me inquietaba un poco, así que en cuanto llegamos a Puerta Sur, después de estar de pie, compartiendo barra de sujeción, le dije que iba a correr un poco, que tenía prisa. Sin esperar respuesta salí corriendo del vagón de la línea 12, sin mirar atrás, subí las escaleras mecánicas corriendo, llegué a la entrada del andén de la línea 10 y para mi desesperación no estaba el tren, así que fui corriendo hacia un extremo de la vía, justo donde se abría la puerta que salía directamente a la estación de Begoña en el final de mi recorrido.
Me volví a sentar en un banco metálico a esperar, al poco escuché de nuevo aquella voz entrecortada y que me resultaba familiar. Era ella nuevamente, se puso frente a mí con las dos mochilas. Claramente no se había dado por aludida respecto a mi deseo de alejarme, pensé que había quedado claro cuando empecé a correr. Entonces me dijo, mientras yo seguía aprovechando para buscar el número de la cooperativa de mi hija que tenía en la agenda del móvil, sin haber escrito el número, aquella mujer me dijo con cierto nerviosismo: "Ya está llegando el tren, venga que ya está aquí, vamos". Para entonces ya tenía asumido que la iba a tener sentada a mi lado todo el viaje. Subió al tren prácticamente pegada a mi lado, como si fuéramos amigas inseparables. Entonces me preguntó hasta qué estación iba yo. "Hasta Begoña"-respondí. -Yo voy a Casa de Campo.-dijo rápidamente. Me puse a anotar el número de la cooperativa en una libretita para tenerlo a mano y tuve que hacer muchos esfuerzos porque la presbicia está en pleno apogeo. Entonces me dijo que tenía que ir al oculista. "Sí"-respondí yo. "¿Has ido?"-me preguntó. "Pues no".-le dije. "Pues si no vas tendrás que ponerte las letras más grandes, eso se puede hacer, y así lo vas a ver mejor".-Siguió aconsejándome.
Entonces me dijo: "Yo escribo con la izquierda".
-Yo también-le dije, reflexionando que aquella mujer y yo teníamos muchas más cosas en común de lo que pensaba.
-A mí me quisieron hacer escribir con la otra. Pero no. Yo soy de ésta. -decía mirando los dedos de su mano izquierda a un palmo de su cara. -Vosotros quietos ahí.-dirigiéndose a sus dedos- Pero no, yo soy de ésta, y me costó, me costó mucho pero lo conseguí. Sí, pero al monitor le costó mucho. Hice muchos garabatos antes y al final lo conseguí. - siguió hablando- Yo hago tres transbordos, tres, eso es mucho. ¿Y tú?
- Yo uno.- respondí.
- Yo tres.- reafirmaba sus palabras con la mano levantada y mostrando tres de sus dedos.-
Entonces llegamos a Casa de Campo.
- Ésta es la mía. Ya ha llegado, Casa de Campo.- dijo.
Y justo cuando estaba en el umbral de la puerta para salir al andén, se paró, me miró y me preguntó por mi nombre. - Isolina.-le dije.
- ¡Ah!Yo Belén.- dijo ella alargando el brazo y acercando su mano hasta mí. Choqué mi mano con la suya. Y se fue.
Se cerró la puerta del vagón y acto seguido arrancó el tren. Cogí la libreta y empecé a escribir.

Es curioso, pero vivimos en una sociedad en la que una persona con ganas de hablar y comunicarse llega a sorprendernos hasta incluso molestarnos, y para esperanza de la humanidad las personas que parecen menos capaces logran que levantemos las miradas de la pantallas de los móviles para hacernos conversar. Una cosa es parecer y otra ser.

Isolina Cerdá

viernes, 22 de noviembre de 2019

20 de noviembre, recuerdos...


Hoy habrías cumplido setenta y tres años. Si el cáncer no te hubiera arrancado la vida hubieras podido vivir cosas especiales y bonitas, como conocer a tus nietas y a tu nieto, venir a Madrid a visitarme, seguir con tus interminables partidas chinchoneras con tus amigas, verme en el teatro interpretando un papel inquietante y maravilloso,... Pero sobretodo hubiéramos disfrutado de ti, de tu arrolladora forma de ser, de tu energía.
No todo ha sido bueno, qué te voy a decir a ti que no sepas, te fuiste sabiéndolo sobradamente: la vida es un camino lleno de baches, subidas y bajadas, golpes y caricias, calor y frío, dulzuras y amarguras... Es así, casi un campo de minas, que en el transcurso de un paseo tranquilo te puede arrancar el corazón de cuajo y esparcirlo por el cielo dejándote con la amargura pegada a tu piel para siempre.
Pero el ser humano se sobrepone, es valiente, luchador, capaz de superar los golpes cotidianos, tanto los que vienen de fuera como los de dentro porque en eso consiste la vida: volver a levantarse y regenerar la mirada, volver a percibir la luz de ese sol que sale todos los días y cuyo calor dejaste de sentir de golpe y sin preaviso, sin cazadora, sin camiseta, desnuda en el centro de un iceberg en riesgo de desplome por el cambio climático.

Isolina Cerdá

El acento y el abrazo invisible de Galicia


  Iba caminando, dirección al trabajo, dos hombres hablaban entre sí, debían tener más de setenta años, rozando la octava decena tal vez, o más.
Me detuve para a asegurar la bota izquierda, con las prisas la dejé sin cerrar del todo, con la cremallera bajada hasta el tobillo, podría haber salido volando en cualquier momento. En ese tiempo de arreglos en cuclillas noté algo maravilloso, una sensación, una caricia en los sentidos, como si algo me abrazara el alma, así, en plena calle, con la luz del atardecer reflejándose tibia y anaranjada en los espejos de los coches. ¿Qué era? ¿De qué se trataba si la proximidad de aquel par de octogenarios no alcanzaba ninguna parte física de mi cuerpo? De pronto me di cuenta de que, aunque sus brazos no podían alcanzar ninguna parte de mi cuerpo como para causar algún tipo de reacción epitelial, sus voces sí, y aquel acento me envolvía el alma.
Uno de ellos era gallego y tenía ese acento orensano que me ha acariciado en tantos momentos. ¿Cómo es que un acento cualquiera puede remover tanto la estructura emocional? Pues porque el acento se origina en la tierra y la tierra despierta los sentidos, te acurruca cuando andas falta de abrigo, te mece cuando necesitas caricias en el corazón, te centra cuando estás perdida. Fue una especie de abrazo invisible que me llevó directamente hasta el calor materno. La tierra, bendita tierra gallega.

Isolina Cerdá

martes, 12 de noviembre de 2019

Bolsas de mierda atadas con lazos bondadosos. Aunque tal vez habría que tirarla en el fondo de un volcán en plena efervescencia y luego echar una buena flema.

 
Iba camino a casa tras dejar a la niña en el cole, y entonces me encontré con el carrito. Un poco más y lo abrazo.


Eres una señal, sí, tú, carrito plateado, llevando a cuestas una escoba y un recogedor. Me miras. Yo también te miro. Qué bien me vienes querido. ¿Puedo hacer uso de tus cavidades? Dos concretamente, cubos dispuestos a recoger eso que no nos gusta ver pero que está plagando calles, caminares, transitares, vidas rotas, vidas truncadas, vidas que toman rumbos impuestos por la desidia. Te vas a venir conmigo.
Te voy llenando si te parece.
Mira, ahí un insulto gratuito. Pa dentro.
¿Lo has visto? Ese grupo de hombres, con gestos, con acciones, con palabras, agreden. ¿Metemos su furia, su ignorancia y su brutalidad en lo más profundo de tu bolsa negra? Porque negro es como se queda el mundo, porque el dolor es negro, aunque el negro no es feo, ni malo, ni gris. El negro es bello, porque tiene el mismo color que tú, es la belleza de los matices.
 Seguimos caminando. ¡Uy! ¿Lo has visto?
Está robando el coche. ¿Qué cogemos? ¿Nos apropiamos de su violencia, de su delincuencia barriobajera, de su mano larga? Hasta el fondo.
¿Qué hacen? ¿Lo has visto? ¿Qué problema tienen con los que vienen de fuera? Son pobres ¡Ellos también lo han sido! Emigrantes. El mundo es tan global como lo son tus prendas, que se tiñeron al otro lado del mar, que se trabajaron con manos que estaban allá, al otro lado del continente, con sueldos impensables aquí, con dolor impotente de niña para la que no hay otra salida que sentarse allí, con suerte en una banqueta y bailar con los tejidos que nunca convertirá en pantalones para sí misma. Los llevas tú, y yo. 
Barriendo esa hipocresía capitalista, barriéndola hasta el final del recogedor, tirándola en el fondo de la bolsa negra. Aunque el negro es bonito, es bello, es elegante, sobretodo si lleva un traje de Armani, y juega en un equipo de baloncesto. Otra cosa es que esté subido en una barca mal hecha, frágil como su situación familiar, social, histórica. Porque el de la barca puede ser malo, como lo puede ser el del traje que va en un coche, que coge a una mujer por antojo, y se la lleva a una nave, y allí, como un monstruo que es acaba con su vida, la de la niña feliz que camina libre. Para adentro, hacia lo más profundo del cubo, en donde arderán en los infiernos, allí, allí han de estar los malos, y las malas, de aquí y de allá, de dentro y de fuera.
¿Estás bien? ¿Seguimos? 
Mentiras, acciones que truncan vidas. Adentro.
Enfermedades, que no vinieron del alma humana, pero que te atacan, sin piedad, sin oportunidad, o teniendo que luchar mucho, tanto que sudas sangre, o te hierve, te burbujea,  y te duele al ver hasta qué punto llegó atacando a esa persona que es parte de ti, de tu recorrido, de tu vida, de tus alegrías, del aire que respiras. 
Vente conmigo, vente, quédate ahí, adentro, en esa bolsa negra, esa bolsa que ataré fuerte. 
Ayúdame carrito, ayúdame, llévate esos dolores,
llévatelos lejos, tan lejos que no los tenga que ver, ni que oír, ni que sentir.
Porque amartillan.
Sí, con sus golpes. 
Manadas de mierda.
Voy a atar la bolsa.
La voy a atar con un gran lazo hecho de algodón de azúcar, de la dulzura de la niña que en la feria pide uno; hecho de abrazos fuertes, como los que da el hada mariposa y los que da la medusa blanca que canta con esa voz que eriza el alma; lazo hecho de cultura, de esas expresiones creativas inspiradas en la belleza del mundo, del teatro, la pintura, el baile, la escritura; hecho de trabajo duro, del espíritu de superación, de la fuerza incansable de esas mujeres que trabajan el campo, las que trabajan en casa, las que luchan por sus hijos...y los hombres buenos, por su bondad...lazos bondadosos.
Ata, ata fuerte.
Y respira.

Isolina Cerdá Casado


Isolina Cerdá Casado

lunes, 11 de noviembre de 2019

Pensar diferente pero respetar de la misma manera. Respeto. Yo respeto, y soy respetable y respetada. Tú respetas, y eres respetable y respetado. Él o ella respeta y es respetable y respetada; Nosotros respetamos y somos respetables y respetados; Vosotros respetáis y sois respetables y respetados; Ellos/ellas respetan y son respetables y respetadas.

El sol estaba yéndose, la oscuridad empezaba a cubrirlo todo. 


    Hacía mucho tiempo que no escribía impulsada, con ganas de contar algo, de decir, casi de gritar. Yo no suelo escribir sobre política, nunca en realidad, leo cosas, eso sí, sobre política también. Ahora en estos días, hoy concretamente, cosas hirientes, porque ese momento que es un acto tan importante de democracia, como lo es el hecho de votar en unas elecciones, ese momento parece que se está convirtiendo en una especie de veda abierta, donde todos escupimos contra todos, contra este o aquel político, contra este o aquel partido, sin pensar en que detrás hay personas con alma que han ido a depositar su voto libremente y que el insulto hacia esta u otra ideología resulta hiriente para las personas que creen en este o aquel proyecto. 
    Y es que desde el odio no se consigue nada, desde la actitud negativa de partida, cuando se pierde el respeto, incluso defendiendo una causa justa, entonces todo lo que sale de ti está podrido. En ocasiones se escribe sin ser consciente de quién va a leerte, qué ojos van a recorrer el texto que en un momento de impulso rebelde has vomitado sobre una hoja en blanco, y resulta que esas palabras herían a quien tú no sabías que lo hacía, tal vez dijiste algo sobre ser madre y alguien que no lo es se sintió menospreciada, o sobre la suerte de tener una madre pendiente de tus pasos y revivió el dolor de alguien que la perdió de forma brusca y absolutamente injusta...Bueno, hablar de madres, de hijos, de padres, de esto o de aquello, es igual, supongo que el caso es hacerlo desde el respeto, respeto, respeto.
     Cuando vi la película de Amenábar, "Mientras dure la guerra", sentí pavor, como una especie de piel erizada, porque no hace tanto tiempo, supongo que se trata de ver objetivamente un hecho, sin teñirlo de una ideología, sin excusarse en ella. Si un hombre mata a otro está mal, sea de izquierdas, sea de derechas, sea del norte o sea del sur, da igual. Si una mujer roba a otra está mal, sea de izquierdas, sea de derechas, sea del norte o sea del sur, da igual. Si una persona insulta y/o agrede a otra por ser diferente a ella misma, por ser negra, blanca, gay, lesbiana,  rica, pobre, está mal, sea de izquierdas, sea de derechas, sea del norte o sea del sur, da igual. 
    Hay gente mala, la hay, en todas las corrientes ideológicas. Pero también hay gente buena, sí, como gente mal informada, gente ignorante, gente que se deja llevar por una palabra, por una frase, por un gesto, da igual, en todas las corrientes ideológicas. La cuestión es que somos personas y no deberíamos perdernos el respeto ante un gesto tan democrático como el poder elegir quién nos representa. 
    Cuando escucho hablar de los políticos que de alguna manera llegan al poder, o lo pretenden alcanzar, o están acercándose al mismo, siempre recuerdo las palabras que decía mi profesor de Sociología de la Cultura, el gran Cecilio Nieto, hace ya unos cuantos años: "Queridos y queridas, nunca lo olvidéis, poder se escribe con J". No lo he olvidado.

Isolina Cerdá Casado
    
   

domingo, 27 de octubre de 2019

Reestreno de Las Criadas



Feliz, feliz de volver al Teatro El Corral de Lope, a pesar del cansancio, por haber dormido apenas tres horas, a pesar del dolor de tripa, nervios, gastroenteritis, no se supo, a pesar del tiempo de descanso pausado de esta gran obra de Genet... A pesar de todo la actriz salió a escena y lo entregó todo, mano a mano con mis compañeros de viaje: mi querido amigo Francisco Montejano, la siempre entregada al arte Eva Pego y el director poeta Juan Romero. Volvieron a surgir momentos mágicos, de organicidades auténticas, de sudores de entrega y emoción... Puro teatro... El ring del teléfono ensordecedor... El ring que eriza la piel... Las gotas de lluvia de una tila fría y llena de secretos... Volvemos, ya hemos vuelto más bien, a pesar de las dificultades seguimos... El aplauso duró bastante, se sentía agradecido y con admiración, tal vez traspasó algo, tal vez se tocaron fibras dormidas o pausadas o en letargo. Volvemos el 2 de noviembre, feliz de seguir creando.

Isolina Cerdá Casado

domingo, 29 de septiembre de 2019

Celadores del hospital La Paz

 


  Empiezo este texto en un día triste, bueno, es una tristeza relativa llena de contrastes, porque ahora que ya sé lo que es ser un celador se me acabó el período de trabajo en esta profesión que hasta este verano era desconocida para mí. Pero me llevo tanto, así que voy a ser positiva, porque este trabajo ha supuesto para mí muchas cosas, el descubrimiento de una profesión que me ha fascinado, el formar parte por unos meses de ese engranaje hospitalario tan importante en la sanidad madrileña.
    Contaré primero el miedo inicial, a pesar de las muchas ganas, La Paz es un hospital inmenso, y la responsabilidad ante la atención y el cuidado del paciente pesaban mucho. El cruce con esas miradas, de personas enfermas, molestas pero la mayoría de veces agradecidas. Nunca me había parado a pensarlo, ni si quiera a escribir sobre ello, pero a tan solo un día del final de este contrato de verano siento que ha sido un regalo de la vida el permitirme conocer de primera mano esta profesión con cuarenta y seis años en mi haber.
    Los primeros días me sentía tan emocionada que tuve que escribir sobre ello en el texto Celadores, https://soliescribe.blogspot.com/2019/07/celadores.html. "Yo soy el que te acompaña, te moviliza..." Una amiga celadora añadió a mi escrito otra parte, algo más cruda y real, ella me dijo: "No siempre sale bien, a veces los acompañamos en su final", hasta incluso trasladamos el cuerpo cuando el alma ya no está en él, cuando convertida en aire se despide con un beso silencioso de sus seres queridos que lloran su marcha sentados en una tranquila estancia del hospital. Era verdad, no todo es tan poético e idílico, lo humano en todas sus dimensiones.
    He disfrutado viendo cómo es el personal sanitario, la verdadera vocación de tantas personas dedicadas a la sanidad, gestos amables, de cariño, de atención, protocolos humanizados al máximo dentro de la gran afluencia de personas que hay en el servicio de las Urgencias.
    Compis que estaban al tanto, siempre: "¿Necesita una silla? ¿Se encuentra bien? Venga, que ya estamos terminando... " La mayoría del tiempo he estado en las urgencias y agradezco la generosidad de los compañeros, que nos han ayudado y apoyado en esos inicios de incertidumbre e inseguridades ante lo desconocido. Gracias a las encargadas que nos orientaron tan bien y nos apoyaron siempre, gracias a todos los celadores veteranos, por su humanidad y por ser así, tan buena gente, creando un ambiente de trabajo excepcional por el compañerismo. También agradecer al resto de personal sanitario, por su altura profesional y humana, como potencial paciente me siento muy tranquila ya que la balanza se inclina del lado de lo humano, de la calidad humana. Espero volver, ojalá que sí, pero si no vuelvo me llevo conmigo todo lo vivido, un regalo para el alma. Gracias Celadores. ¡Os quiero compis!

Isolina Cerdá Casado

viernes, 27 de septiembre de 2019

"Iván, el travieso", un equipo humano de diez, una actriz feliz y agradecida.


    El pasado domingo 22 de septiembre participé en el rodaje de "Iván, el travieso", de la directora Rosa Blas Traisac. Fue una experiencia maravillosa, y parte de lo que la hizo ser así fue el gran equipo humano con el que cuenta. Es increíble la cantidad de personas que estábamos ahí, formando parte del proceso creativo, personas implicadas y agradecidas, bajo la batuta de una directora cuyo universo creativo está en pleno apogeo. Me sentí muy bien como actriz y como persona, cuidada y respetada en mi trabajo. Feliz de formar parte de la magia del cine. Agradezco las indicaciones que me dio esta directora de Leganés, un gustazo estar ahí, con mis compañeros de reparto, todos increíbles, mis hijos y mi marido en la ficción. Gracias por haberme dado la oportunidad de volver a crear ante una cámara. Agradecida por haber vivido de cerca el gran trabajo e implicación de una directora leganense, de una actriz española con una gran proyección internacional esta vez como productora y directora de arte, hasta de un actor de Hollywood y de otras tantas estrellas del universo cinematográfico madrileño que hicieron del rodaje un bombón suculento que se derrite en la boca justo cuando estás tan floja que solo esa ingesta puede detener un desmayo súbito por el desgaste vital. ¡Ay! ¡Qué gusto!

 


    La cámara reposa en el comedor de una casa de Carabanchel, está feliz porque sabe que detrás de este proyecto vendrán otros, que la historia de Iván no será la única ni la última, que nos va a seguir contando historias necesarias.

Isolina Cerdá Casado

lunes, 2 de septiembre de 2019

Texto


Lo siento, ya no eres mío, no lo eres. Ni tú ni el baile de palabras que te componen, porque ahora eres del mundo, de otras almas a quienes puedas de alguna manera abrazar y dar sosiego, o crear angustia, o provocar un simple asentimiento. 
Eres libre, camina, porque una vez que has visto la luz ya no me perteneces, eres creación social, inspiración terrenal, espíritu libre.
Y aunque pudiera intentar crearte de nuevo, no sería posible porque fuiste creado en un momento de inspiración concreto, con el alma abierta y la mirada limpia, cuando las manecillas del reloj estaban moviéndose en un rango concreto del tiempo y de la vida. Eres circunstancial, es así, un arte efímero que salió y ahí se quedó plasmado, jamás podría encadenar las palabras de la misma manera, lo mismo que en el acto teatral. Eres un momento irrepetible, inspiración puntual, fruto de una necesidad concreta de expresión creativa.
Solo puedo desearte suerte, que los ojos que te lean sean amistosos y las miradas que te pasen por encima estén llenas de respeto y empatía porque desde ahí has sido escrito.

Isolina Cerdá

domingo, 1 de septiembre de 2019

La voz y el aire



Estoy pensando, dando vueltas sobre eso, ¿cuál va a ser la voz de tu relato? ¿A quién dejaremos hablar? ¿Será el niño que caminaba con energía por la aldea? ¿El que corría por los montes? ¿El que miraba con anhelos de un hombre los sueños imposibles? ¿A quién le hablarás? ¿A un amigo desesperado? ¿A un hombre que no se imagina diferente? ¿O serás capaz de hablarle a él que desapareció en el abismo y cuya tragedia golpea tu alma en las noches oscuras y los días grises?
La voz nos debería atrapar a todos, debería llevarnos hasta un lugar de paz, donde las palabras acaricien a las almas atormentadas y que se vean reflejadas en los espejos rotos, que se recompusieron con loctite de amor tardío.
La vida es tan corta que es injusto el aire respirado con el alma llena de partículas de CO2, alma rota, herida, cansada de sufrir sin aliento suficiente.
La vida es sueño amargo y pesadilla viva, amanecer tortuoso, sonrisa libre, cántico nocturno, vómito frío, bosque que arde ante la pasividad de los que pueden hacer algo.
Los demás suplicamos pero parecen sordos, los valientes se lo gritan a la cara: "¡Sois unos cobardes! ¡haced algo! El aire no se puede comprar, aunque tengas mucho dinero para poder comprar un trozo de isla con árboles suficientes para respirar, no lo podrás meter en una caja porque es de todos.

Isolina Cerdá

Feminismo hepático, mujer guerrera, luchadora incansable y harta, muy harta.

No, no soy perfecta, lo siento pero no lo soy. A veces estoy de mal humor, sin razón aparente, simplemente porque sí. Me huelen los pies, me tiro pedos y me hieren las cosas tristes que pasan aquí o allá. Me hace daño ver determinadas imágenes, reír con un feminismo estrangulado, con risa forzada, aun a sabiendas de que son chistes machistas cosificadores de la mujer. Yo soy mujer, tu hermana es mujer, tu hija es mujer, tu abuela es mujer, tu prima es mujer. Hasta tú eres un cachito de mujer. No sé si cada vez soy más consciente o si es que hay más cosificación.
Puede ser algo hormonal lo de estos días pero me siento atacada cuando veo una noticia de una violación, otra más, salió a correr, otra vez. ¿No tienen empatía? Yo sé que quien lea esto no tiene nada que ver con esa violencia machista, también sé que les duele. Pero es que tengo que gritarlo: ¡No somos objetos! Ni si quiera a un objeto se le trata tan mal, porque se rompe. Así estamos rotas. Alguien dijo que no estaríamos a salvo hasta que la agresión a una mujer no sea vista igual de horrenda como el canibalismo, y que eso era una tarea educativa, no solo en el colegio, en las familias, en la misma sociedad. El canibalismo machista acabará con la mujer. En muchas ocasiones hemos sentido que nos habían cortado las alas. Lo que no sabían era que éstas se regeneran con el impulso floreciente de la libertad, es cosa del feminismo hepático.

Isolina Cerdá

Y como no dijeron nada...



- Dígame, ¿qué le sucede exactamente?
- No sé cómo explicarlo doctor.
- Pues simplemente cuénteme lo que le pasa. ¿Es algo físico?
- No, bueno sí, llega a serlo, al condicionarme se fisicaliza.
- Ya, pero entonces el origen es mental.
- No, no, es físico.
- Es algo físico que le afecta a la mente, a lo mental.
- Eso, eso es.
- Ya, ¿puede describirlo?
- No exactamente.
- Si es algo físico podrá describirlo ¿verdad?
- No es tan sencillo.
- ¡Láncese!
- Verá, aunque es algo físico solo yo lo puedo ver.
- ¿Son ciegos los demás?
- No, no lo creo.
- Entonces si los demás no lo pueden ver ¿solo existe en su mente?
- Es posible.
- Luego es algo exclusivo suyo, es decir, que solo está en su mente.
- Puede decirse que sí. Un momento, claro ¡eso es!
- ¿A qué se refiere?
- Que ya lo tengo, me refiero a la respuesta.
- ¿A qué pregunta?
- Si está en mi mente, solo en mi mente, entonces puedo hacer que desaparezca.
- Eso es, ¿qué es lo que quiere y puede hacer desaparecer?
- Pues las cadenas, el desprecio, la poca importancia que me doy, el maltrato que me profeso.
- ¿Quién le maltrata?
- Ella.
- ¿Ella?
- Mi conciencia.
- Bueno, muchas veces nos exigimos demasiado.
- No, no siempre, y no todos. Generalmente el discurso del miedo oprime a los que no debería, las personas buenas son más vulnerables, machaca a los buenos y la maldad se hace más fuerte en los que crean los discursos culpabilizadores.
- Creo que hemos terminado por hoy.
- Creo que hemos terminado para siempre.
-¿A dónde te vas a marchar?
- Me voy a otro mundo, no soporto esta mentira.
- Pero no es un buen final, lo sabes, tienes que ayudar a los demás, para que sepan de esas cadeans, de los sueños truncados.
- Lo saben, hace tiempo que lo saben pero no dijeron nada y como no dijeron nada (ya no podían decir nada) perpetuaron sus cadenas.
- Tal vez creían que era lo mejor.
- Puede ser, o tal vez eran demasiado cobardes como para intervenir y cambiar el mundo.

sábado, 24 de agosto de 2019

Tiempo finito

El camino es largo, al menos eso espero, el tuyo digo. Sí, es a ti, ya sé que eres joven, muy joven, mucho más que yo, tan joven como lo era yo en aquel tiempo en el que pensaba que el tiempo no corría, que apenas transcurría, lo hacía despacio entonces, eso pensaba yo. Pues estaba equivocada, ya sé que no te sirve, ni si quiera leerás esto, lo suelto ahora, cuando ya tengo la vivencia, cuando la certeza está conmigo. Nunca es tarde para hacer un cambio de rumbo, pero el tiempo no es el mismo, nunca sabes cuánto te queda así que no lo malgastes, vive, vivir no es solo caminar, también es aprender en el camino, por lo que vives pero también por lo que vivieron antes y cuyos tropiezos son fuente de sabiduría para el que quiera aprender sin magullarse. Sé que no vas a leer esto pero por si acaso lo haces te lo confirmo, la vida pasa tan deprisa que apenas tendrás tiempo para darte cuenta de que está pasando y que tan importante es la meta como el camino. El alcohol no es bueno en exceso, ojalá no hiciera falta sentir lo amargo del vómito ni el martillazo en la cabeza para saberlo, hoy muchos jóvenes están aprendiendo a base de magullarse. Imagen impactante, la madre llorando susurrándole al oído su nombre, el niño duerme la mona inconsciente y ella llora al lado de la camilla de la UVI, esa madrugada ambos aprenderán. Y yo pensaré en ti, y por mi empatía seré capaz de sentir lo que esa mujer, que pide a no se sabe quién que no le pase nada, que no le pase nada, tal vez al dios en el que hace mucho tiempo dejó de creer. Y sentiré el dolor de esa mandíbula rota y la presión del labio ante la gigantesca hinchazón y veré a mi hijo, y pensaré, tal vez rezándole también a ese dios invisible que él no lo viva jamás, que no se meta en una pelea, y que no se llegue a meter nada en el cuerpo que lo pueda dañar tanto como a este pobre. Esta juventud no sabe divertirse, decía en voz alta el vigilante, no saben ni emborracharse, vienen a dormir la mona al hospital, antes te ibas a casa a dormir la mona; claro que ahora hay más cosas que había antes, mezclan sustancias raras con el alcohol y pasa esto. Eso es, pasa el tiempo, lo que te decía. A ti, sí, a mi niño precioso, a ti te lo digo, muerta de sueño, de cansancio o de alteración, montada en el metro, de camino a casa.

jueves, 22 de agosto de 2019

De inmortales gestos y miradas amables.




Tú no eres inmortal, no, nadie lo es, ni si quiera lo son las olas en su llegada constante hasta la orilla infinita. Lo que sí pueden serlo son tus palabras, tus gestos, tus actitudes. Una buena acción puede llegar a inmortalizar tu alma porque alguien recordará el gesto, y ese gesto tendrá consecuencias, tu gesto será germen para otro gesto, y así, gesto tras gesto podremos cambiar el mundo. Una actitud buena ante la vida será un regalo no solo para ti sino también para las personas y las vidas que se crucen en tu camino. Tienes el poder de cambiar el mundo, de apagar fuegos, incluso ese horrible que mina el pulmón amazónico, porque si todos movemos las alas arrastraremos a las nubes hasta ese lugar y todo será posible, hasta que renazcan de sus cenizas los seres inocentes que creyeron en el ser humano. Sin pulmón no podremos respirar, ni los ricos ni los pobres, los de espíritu, los de monedas, los de bienes, los de conocimientos, todos acabaremos ahogados con nuestros pequeños tesoros.

viernes, 2 de agosto de 2019

La reutilización de un folio por el paso del Pi.





    Hoy desdoblé un folio que se tenía en el bolsillo pequeño de mi mochila, iba en busca de un trocito de papel en blanco, un espacio donde hacer bailar el bolígrafo y registrar pensamientos inspirados. Al hacerlo descubrí que era una hoja que había sido utilizada en muchos momentos distintos de mi vida, tal vez tenía una vida de unos meses y había sido utilizado unas cuatro veces distintas, y en cada una de ellas mi vida era sentida de forma diferente. Un día fue contenedora de las explicaciones que le daba a mi hija, para ayudarla con las mates. Era el tema de las áreas de los polígonos. Me pregunto qué área tendrá el mapa de las emociones. Cuando un día eres feliz porque por fin recibes un primer sueldo tras años de sequía y otro tiemblas por los miedos creados, por las anticipaciones, por los anclajes al pasado.
    Hace unos días en un vídeo documental sobre Pina Bausch se recogían sus palabras cuando decía que con sus coreografías intentaba expresar lo que el mundo le pedía y le inspiraba, aquello que veía en él lo expresaba a través de la danza, increíbles creaciones, acción reacción vital. Ella decía que lo hacía de ese modo, maravilloso, porque no tenía las palabras como las poetisas. Hay tantas formas de expresar, de conmocionar, de causar reacción, vibración, movimiento celular psicosomático...
Pero volvamos al folio... Seguro que cuando escribía la lista de la compra, "detergente, desenredante, leche, yogures, salchichas queso, toallitas culete, cervezas...", seguro que en ese momento tenía sentimientos encontrados, los inmortalizaría con la sensación de urgencia, que no se te olvide, pensaría, con lo bien que sienta esa cervecita fría cuando ya estás en casa, tranquila, con el trabajo hecho, con la mirada relajada, y tu familia en buen estado. Sí, ese folio contuvo, contiene tu transcurrir vital.  Hasta una palabra que busqué en un momento de urgencia, cuando explicaba a mi hija inglés, yo que solo sé que no sé nada, y supe así que "hard" significaba difícil. Como difíciles son momentos concretos de miradas perdidas en ventanas que asoman a vacíos existenciales, en las que un edificio blanco se convierte en una espesura negruzca llena de pensamientos que no son más que eso, pensamientos, pero que sin ser físicos llegan a convertirse en muros cegadores que no te dejan ver más allá de los muros de tu castillo. Pero no es un castillo, es una casa pequeña. Pero no son muros, son limitaciones creadas por tus miedos. El área del miedo es como la del rectángulo, lado por lado, daño por dolor; no, el área del miedo es como la del triángulo, dolor por anticipación partido por daño; no, hay que incluir el signo "Pi", el del área del círculo, el 3,14, el "Pi" es el tiempo. Y el tiempo reajusta las fórmulas.
    En fin, gracias al tiempo el área del miedo se modifica. El tiempo nos trae arrugas, pero también nos enseña a reajustar las fórmulas.

Isolina Cerdá

Transitorio



    Todo tiene una razón de ser y cuando te preguntas por qué la vida te cogió de la mano un día y te trajo hasta esta senda vas encontrando respuestas en cada bache, en cada recoveco, en cada soplo de aire en el cuello.
    De pronto un día, en un momento concreto, en un segundo del tiempo que siempre te acompaña, te cruzas con esa mirada que no necesita palabras para compartir contigo, para hacerte partícipe de su camino, para buscar en ti un apoyo en ese momento transitorio, porque pasará, sí, ya verás. Y esas sábanas blancas volverán al recipiente de ropa sucia, al carrito de la colada pendiente de desinfección, te arrancarás ese camisón que cubrió tu cuerpo, y te volverás a vestir tu ropita. Entonces la mirada será otra. "Me voy a casa, gracias, me voy por fin, del brazo de mi marido, con mis hijos acompañando mis pasos heroicos, dejando atrás este mal sueño de cuerpos heridos, de vidas truncadas, de pausas obligatorias..."

Isolina Cerdá

jueves, 18 de julio de 2019

La mitad, o un trozo.




Todo comenzó con esta imagen.
-"Espera Cristian, voy a hacer una foto",
-"¿Qué haces mamá? ¿Es para tu blog?",
-"Sí, que esta imagen me ha inspirado algo."
- "Ay, mamá, tú y tus cosas".


Cuarenta y seis años, eso es lo que llevo vivido, y tú diez hija mía, y tú trece hijo mío, y tú ochenta y seis padrecito. Puedo decir que según las estadísticas llevo media vida exprimida, o medio tomate rallado...Medio tomate...queda un poso de piel descarnada. Y un alma llena de imágenes, momentos, intensidades...
Lo que se hizo con ese corazón descarnado es asunto de la vida, creé hijos, hice amigos, cultivé el espíritu, acaricié el amor y soñé mil creaciones, paisajes, historias...
La vida pasó deprisa. La salsa de tomate se precipitó en estómagos ansiosos, en bocas salivantes, en miradas hambrientas...
Normalicé las ausencias, creí que sería incapaz de normalizar, de aceptar, pero se aprende.
La gran cuestión, qué hacer con la otra mitad, o menos de la mitad ya...Porque el tomate restante, esa otra mitad tan mona podría no ser ni mitad, sino la mitad de la mitad, porque se puede pudrir y entonces a ver qué haría con lo que queda del raspado. ¿Y si no lo quiero rallar? Y si quiero comerlo entero, que la vida se lo zampe con su piel y todo... Sentir cada bocado como si fuera el último, porque lo sabes, sabes que esas cosas pasan, y entonces no hay vuelta atrás. Y te lo comes así, con toda la crudeza...
Bueno, tal vez sea hora de mezclarme con la cebolla, el ajo y un buen aceitito e ir poniendo a hervir los espaguetis con una pizca de sal, laurel y mucho cariño.
Eso, eso voy a hacer con la otra mitad que me queda, llenarla de cariño y amarla hasta que esté cocida y se pegue en la pared de un salto.

Isolina Cerdá Casado

lunes, 15 de julio de 2019

Celadores




    Yo soy el que está, uno de los muchos profesionales que trabajan para que tú puedas estar un poquito mejor o sanar del todo. Yo soy el que te mueve, el que te lleva, el que apoya a los demás para que te sientas arropado y atendido. El que te indica, el que te contiene, el que te sonríe tratando de que encuentres en este momento difícil a un alma amiga. Sentirás mi mano sobre ti, movilizándote con cariño, respeto y comprensión; agradeciendo a los auxiliares, a los enfermeros y a los médicos su entrega y su conocimiento. Te miraré a los ojos, ¡confía!. Te mandaré toda mi energía, la de un alma empática que se pone en tu lugar. Seré apoyo, todo mi cuerpo entregado para ti, para que el momento difícil pase rápidamente y te vayas del hospital sano y feliz, o al menos mejor que cuando nos cruzamos por primera vez y vi tus ojos cansados por ese malestar que llegó a tu vida. Ya verás como todo va a ir bien, no olvides que todo pasa, es así, lo bueno pasa muy rápido pero lo malo también. Así que confía, que yo estoy para ti.

Una celadora.

lunes, 17 de junio de 2019

Sombra de ave, que no sopa de ave. Texto del 2016.



    La sombra de aquella mujer era alargada, vista desde arriba, mirando lo que en el suelo se dibujaba de ella parecía una especie de ave, sin embargo no eran alas, aquello que franqueaba su figura ensombrecida por el sol que la perseguía era un larguísimo pañuelo con el que se resguardaba del frío mañanero. Ese día, de vuelta de dejar los niños en el colegio, le dio por fijarse en las imágenes que le ofrecía el trayecto que todas las mañanas recorría, primero acompañada de sus dos hijos y luego sola. Por alguna razón se centró más en lo que había a ras de suelo. ¿Era posible que su cabeza anduviera gacha por alguna razón que anímicamente la machacaba? ¿o se trataba sencillamente de una cuestión de ineficacia? Tal vez no había ingerido cafeína suficiente y su cabeza no se había acabado de erguir. También era posible que el café tomado no fuera de una calidad extraordinaria, solo uno con suficiente poso le habría enderezado aquella mañana en la que el cansancio se acusaba más de lo normal. ¡Ojalá hubiera sido un pájaro! Así no vería sombras alargadas sino cabezas en movimiento, que se desplazan de un lado a otro, potenciales nidos de bellos hijos aún por llegar.



En la hierba descubría cosas extraordinarias, una hoja y una pluma hablaban de sus experiencias vitales. La hoja cayó de un árbol movida por los vientos de otoño. La pluma cayó del cielo, de una paloma viajera que quiso dejar un resquicio de sí misma en ese tramo de hierba húmeda.



Desde los adentros subterráneos de una pesada chapa metálica un ratoncete me guiñaba un ojo. Hecho extraordinario si tenemos en cuenta la miopía de esa mujer alada que caminaba con la cabeza inclinada.



La mujer siguió caminando ajena a todo lo que acontecía a sus pies, pero consciente de que un mundo tan maravilloso como aquel no debía ser ignorado, lo mismo que lo que le ofrecía el sentido de la vista si ampliaba unos grados la inclinación de su cuello, e incluso si una vez enderezado su cuello levantaba la cabeza para llevar su mirada hacia el cielo y casi sentirse un ser afortunado a pesar de no ser un ave y no estar dentro de una olla para enriquecer un caldo.
La mujer cogió uno de los patines con los que cargaba y se fue patinando a casa con su pañuelo azul y los pies fríos. Era afortunada, sí, pues si fuera un ave no hubiera podido estar escribiendo como lo hacía tecleando con sus diez deditos en un ordenador maravilloso, algo cacharrete sí, pero maravilloso.

Isolina Cerdá Casado

Calabazas podridas y vasos sucios. Texto del 2013 Colaboración en Héroes del Pensamiento.






    Sí, hoy no estoy demasiado inspirada. Es lo que tiene depender de cómo se levanta el ánimo para ser creativamente rentable. A pesar de que he estado dudando, de si escribir o no escribir, al final me he arrancado. Y partiendo de esa calabaza ennegrecida por el paso del tiempo, hablo de lo negro que está el corazón de algún que otro transeúnte del mundo, que aunque tenga el rostro anaranjado y pretenda mostrar la dulzura propia de la calabaza en buen estado, la realidad es que está podrido por dentro, tan negro como esta pobre se acabó poniendo al oxigenarse y contactar con el mundo. No digo que siempre, pero mucho cuidado con las calabazas que brillan demasiado, a lo mejor están deseando escupir su lado negruzco en cuanto alguien se deje seducir por la capa externa, o su arte creativo, o por su capacidad de mostrar compostura de buena calidad. Las calabazas podridas buscan a las calabazas auténticas, quieren contagiarlas y ennegrecerlas, para que su podredumbre no se sienta sola.



    Y a otra cosa mariposa…Vasos sucios, estropajo enjabonado, manos que le dan movimiento al estropajo, que lo arrastran por la superficie llena de residuos, restos de galleta seca, grasa incrustada de chorizo o chuletas de cerdo, tazas con posos de color marrón indicativo de que allí dentro residió por unos minutos un cafetito lindo…Y unas manos que mueven el susodicho áspero aparato verde con esponja y otras manos que hacen la foto. Y la madre que le dice a la niña: “Venga, tira la foto ya, así, muy bien Lara, gracias por tu ayuda”. Y la niña que le dice: “Mamá, yo quiero ser profe cuando sea mayor”. “Pues me parece muy bien, hija”. “Porque trabajar en el teatro es un rollo”. Bueno, si trabajara…seguramente no sería un rollo. ¿Eh? ¿Teatro y vasos sucios, llenos de mierda? No estás inspirada, anda, déjalo, vete a dormir, haz las camas, despierta. Son cosas contradictorias, ¿vale? Es muy cómodo, sí, ahora escribo este artículo, no estoy inspirada, digo que no estoy inspirada y ya estoy justificando que no haya salido bien. Pero qué significa bien o mal, para quién, ¿para tu propio espíritu crítico? ¿O para las personas que se molestan en llegar hasta esta línea y comprobar que efectivamente aunque había mucho que decir, no diciendo nada lo has dicho todo? Uf, pues no sé qué decir. Pues no digas nada, creo que ya lo has dejado bastante claro. Es domingo, un domingo más, tengo un dolor de cabeza extraño, desde ayer, está instalado ahí, y no se me ha pasado a pesar de haber dormido unas cuantas horas, siento como si un martillo le estuviera dando a mi cráneo de un modo crónico, sin dejar de golpear. ¿Me estará avisando el cuerpo de que algo no va bien en las alturas? No empecemos, ya estamos hipocondriándonos, no pasa nada, si me muero me he muerto, ya está. Tan cortante como cierto, es lo que me dijo mi profesora de expresión oral. Iba a hacerme una mamografía, se lo conté, le hablé de mis miedos, no utilicé la palabra mal sonante del cáncer. Pero ella sí, me dijo: “no pasa nada, si tienes cáncer tendrás que enfrentarte a él, cogerás el toro por los cuernos y ya está”. “¿Cáncer? ¿Podría tener cáncer? Yo no había dicho nada de cáncer.” Fue inmediato, un shock que me hizo darme cuenta de que si la prueba mostraba la peor cara, yo lucharía, y punto. No mostró nada negativo, todo normal, mi madre había muerto de cáncer pero yo de momento estaba a salvo. Tenía treinta años. Podía haber tenido un accidente, me podía haber pillado un coche, o darme un ictus, o caer desmallada subiendo unas escaleras y morir por un golpe fatal, podía haberme muerto ahogada al comer cacahuetes, pero no…eso no me daba miedo….el caminar no me atemorizaba…¡Ay que ver cómo somos los seres humanos! ¡Ay que ver cómo soy yo! Feliz domingo, y cuidado con las calabazas negras por dentro y los restos de galleta seca en los vasos de un día para otro, es difícil desincrustarla del transparente vaso de cristal. Claro que si tú no friegas los vasos no serás capaz de valorar el trabajo del lavavajillas. ¿Y por qué teniendo lavavajillas friego con el estropajo? ¿En realidad me gusta fregar la loza? Mira, bonita, para no estar inspirada estás alargando mucho el artículo dominguero. Pues es verdad. Ala, que me voy a poner orden en esta casa de locos bajitos y alterados.



Isolina Cerdá Casado  

miércoles, 12 de junio de 2019

Breve historia del dolor.




                                                                             
    6-12-2016


Breve Historia del dolor


No quiero ser negativa, es simplemente que quiero constatar que el dolor del alma no siempre se reconoce, ojalá nunca tuviéramos que conocerlo. La primera vez que lo sentí fue algo nuevo, duro, triste, insoportable, pero nuevo. Lo sentí en el pecho, justo en el plexo solar, ahí donde llega el impulso de la lágrima que surca mejillas. Era extraño porque no estaba producido por una herida, no sangraba, ni era fruto de una caída, ni de un golpe tonto. Se originó como consecuencia de algo, algo físico, la transformación de la energía en otra cosa, y ese proceso golpeó el alma, no se vieron puños, ni machetes, ni martillos. Fue cosa del conocimiento, el básico, el que no entendía nada y que, al no entender, producía un nudo, que tampoco era visible, pero que se sentía con una presión desconocida en el pecho. El primer contacto con la muerte de un ser querido dio lugar al nacimiento de la sensación, y fue como el nacimiento de un río, ya no desapareció jamás, simplemente aumentaba de caudal conforme la vida iba transcurriendo. En ocasiones había tanta lluvia que se desbordaba el río, entonces la cuenca anterior no servía, y no había contención. No se podía disimular el dolor, y simplemente  se desbordaba. 

Hoy he vuelto a ir al tanatorio, este año he ido demasiadas veces. Y ese dolor, el dolor, ese, ese del pecho, ese que te presiona fuerte, que casi no te deja ensanchar la caja torácica, ese dolor me fue descrito, ella se presionaba en el pecho y me decía: "Aquí, tengo un dolor aquí, muy fuerte, tan fuerte que casi no respiro, como si algo no pudiera ser contenido, como si se me rompiera ahí dentro algo." Era la fuerza del agua, del golpe, de la transformación de la energía. Pero también era esa necesidad de apego a lo físico, el alma vuela libre, se transforma, viaja, pero ese cuerpo al que también hemos querido porque era el contenedor de nuestra alma querida deja de tener vida, es materia pero era la materia que contenía el alma amada. 

Isolina Cerdá Casado

Absurdo





                                                                                                                                       28-12-2013   



Estás perdida en una gran cueva, no sabes cómo vas a poder salir de ella, notas brisas cercanas que te acarician, que te golpean, que te abrazan. Explosión. Brusquedades. Déjate de tonterías. Lo que de verdad quieres es que alguien te ofrezca una fórmula mágica. Pasa el tiempo, muy rápido, lo sabes, sabes que las arrugas te están cubriendo el rostro de besos. ¿Y? Pues que no lo he hecho todo, no, no he volado todavía por cielos desconocidos. ¿Y? Pues que eso quiere decir que no puedo morir. Pero la verdad es que la vida pasa, pasa tan deprisa que no te das tiempo. Anda, coge una copa de vino. Voy. Mira, es navidad, y estás con tantas tonterías que no sé qué decirte. Escribes sin ton ni son, sin saber lo que tienes que decir, ni si quiera sabes si quieres decir algo con sentido, estás en estado de absurdo, porque ahora mismo te sientes absurda, sin motivación, sin empujones creativos. ¿A sí? ¿Entonces qué haces delante del ordenador de tu papi? Pues nada, que hace mucho tiempo que no me sentaba creativamente hablando delante de una pantalla, y ahora mismo pienso que necesito que me regalen caricias explosivas supersónicas, que me hagan recuperar la fe en el mundo de fantasía que me envuelve y me reboza el alma. Las cosas son así, llega un momento en el que te asomas al exterior por un pequeño cristal, tan pequeño que apenas puedes ver parte de los árboles, y un trozo de chimenea, y una ventana con rejas. Y el grito de un llanto te acuna la tristeza del alma. Oh, vamos, no será para tanto. Es navidad, estás envuelta de esperanza, ¿o no lo estás? En cualquier caso tienes un proyecto de grandes ropajes, vestiditos de seda negro con plumas rosas, eres un hada que pasea sobre nubes de chocolate con nata, que hace llover tormentas dulces de leche con cacao. Bueno, que vale ya, que lo dejes, que no hay forma de escribir cosas con sentido. ¿Y quién necesita de sentido? Pues tú misma. No, no lo necesito. ¿No? ¿No?¿Eh? ¿Eh?

    Besos grandes, besos dulces para todos, besos envueltos en harina crujiente aceitosa y pastosa. Yo es que, bueno, pues tengo un problema con las gambas. Y me gustaría comerme un bocadillo de chorizo. Y quiero ponerme unas chanclas para pasear por encima de un charco y saltar, y mojarme, y reír. Hace tiempo que no me dan ataques de risa. Es una pena. Venga, qué más te falta por decir. Nada, por hoy nada más, que me voy a poner carmín rojo y a pintar un poco, me pondré una ropa que me haga sentir diferente a la cotidianidad e iré a rememorar viejos tiempos. Pues ale, que me voy, que ya está, que por hoy es suficiente, parece que te has arrancado un poco, venga, lo siguiente un monólogo para regalar al mundo, y a ti misma. Por cierto que feliz navidad, y felices fiestas para aquellos que lo sientan, al menos lo de estar de fiesta.



Isolina Cerdá Casado

miércoles, 8 de mayo de 2019

Los fantasmas de Aurora, el estreno de la nueva obra de TEPAHI



    Hoy 8 de mayo Tepahi ha estrenado "Los fantasmas de Aurora", sobradamente sé que no estaban todos los que son, algunos se engancharán mañana a la obra, otros nos tendrán en el corazón como nosotros los tenemos a ellos, pero lo cierto es que hoy ha empezado a andar esa criatura soñada, este maratón de tres días llenos de emoción y agotamiento. Hoy más de mil niños de Leganés han venido a vernos gratuitamente, mañana y pasado vendrán muchos más. Reconozco que en el principio no estuve yo, no estuve cuando surgieron las ideas de hacer algo nuevo, tampoco cuando tuvieron la locura de hacer miles y miles de dinosaurios, ni cuando embarcaron a los distintos coles para que trabajaran los miedos con los alumnos y que los niños y las niñas fueran partícipes desde el principio de lo que iba a ocurrir en el escenario. Tepahi no camina de la mano de nadie pero lo hace con la ayuda de muchos y eso es sobre lo que quiero escribir aquí, sobre los cuatro fantásticos y los que siguieron el camino trazado y fueron creando nuevos lugares maravillosos. Partiendo de la locura de casi cuarenta actores en escena, siguiendo el reto de crear mil cosas reciclando y creando de la nada, ensayando un viernes y un domingo tras otro. Y siendo un grupo tan variopinto, tan diverso que es inevitable que choquemos de vez en cuando para resurgir con más fuerza...Gracias Txazu, Vicen, Ana, Rosa. 

La cuestión, esos niños, los que nos vinieron a ver hoy, los que se iban a coger el autobús con una sonrisa inmensa, los que no sabían con qué quedarse, los que querían levantarse y se levantaban porque el impulso les llevaba a moverse...Esos niños son la razón de tanta locura...

Los agradecimientos, tan necesarios, tan importantes, el olor a silicona y gomaespuma recién pintada e instalada en las paredes de casa, el dibujo, el puzle para crear un huevo de dinosaurio, o dos, el coche pedido prestado para convertirlo en una nave espacial...Gracias Carmen, Flor, Mar, Rosa, Conce, Bárbara, Ana...
Miles de horas echadas en tardes y noches interminables para ver la luz al final del túnel...
Las tardes en el local de Blas, doblando dinosaurios, cortando hojas, pintando cráteres...Creando un vestuario único y unas criaturas maravillosas...Gracias Arantxa, Fabi, Ali, Popi, Ana, Jose, Sol, Belén, Javi, Moni, Inma, Azu, Juan, Cristi, Tommy, Coral, Estrella, Sara...
Hasta en los ensayos tuvimos a un bebito precioso que nos dio ánimos el día del estreno, el venir a ensayar a pesar del dolor en el alma y los que guiaron con su magia...Gracias Eva, Rosi, Carlos Mera...
Las llamadas de teléfono, las visitas y las negociaciones necesarias para que confiaran en el trabajo que se estaba creando, para que el Ayuntamiento de Leganés volviera a confiar en Tepahi y nos cediera el espacio con sus técnicos y las mil gestiones invisibles, la actitud positiva...Gracias Laura, Mario, Bárbara, Patri, Lorena, Sofi, Maritxu...
Cuatro locos se atrevieron a proponer auténticas locuras escénicas, siendo amateurs, aunque ya con varios años de experiencia en este tipo de locura, es cierto, pero no se achantaban frente a nada. Ellos empujaban, ya venían empujando años atrás, es verdad, pero este año ha sido brutal. Nos llevaron a la época de dinosaurios, al espacio y hasta un castillo monstruoso. Todo para mostrarnos que los miedos se pueden gestionar e incluso superar mágicamente...Hasta se atrevieron a ponerse de regidores y dirigir a los técnicos de una manera impecable...Gracias queridos, gracias Pepe por dejarte arrastrar y ser tan positivo y entregado en tu trabajo.

Retos a montones, no solo para los que ya habíamos danzado en un escenario sino para los que se incorporaron este año, para los que bailaban con su tripita y guiaban a los demás, los que nos impulsaban, los que se atrevían a dar vida a un gigante llamado Frank...Gracias Raquel, Esther, Sol, Juanma...Hasta hemos tenido una nueva voz que se ha atrevido a deleitarnos con su talento...
Los que gestionaban espacios y volvían a su infancia o se convertían en fantasmas, o bailaban como podían mientras vendían entradas...Gracias Bego Teo, Bego Xoxo, Mar, Gema...


Hoy lo he hecho, he disfrutado, y siento eterno agradecimiento porque he visto las caritas de los niños y niñas felices, y ha sido mágico, gracias por tus palabras regidora, gracias por haberlo conseguido. 















sábado, 20 de abril de 2019

La responsabilidad del actor. Sábado santo de función.

 Esta noche he tenido un sueño, soñé que llegaba a la sala en la que íbamos a representar las Criadas, en el sueño ese día era muy importante, en realidad para el actor siempre es un día importante, porque en todas y cada una de las representaciones se entrega al acto de transformación, en la que el intérprete toma las riendas y caminas bajo las acciones y las direcciones de un personaje con una vida muy distinta a la tuya, personaje al que das vida, historia a la que añades ese trozo de ti, esa pulsión, el impacto, el dibujo, las emociones, se parecen pero el resultado es diferente en cada función. Como digo, en cada representación hay una entrega que está intervenida por la energía que nos llega del público entregado, el público dispuesto a recibir y a aportar porque el silencio mantiene esa energía creada, ese espacio sagrado, como el armario de la señora también lo es para las criadas, para nosotros el escenario es como la "capilla de la virgen. Cuando lo abrimos...."y nos adentramos en él nos la jugamos, porque dejamos que el alma se libere, controladamente sí, pero abrimos el pecho y se lo dejamos al personaje, trascendemos, mostramos nuestra vulnerabilidad.
Pues bien, como decía, en el sueño llegaba a la sala y de pronto me daba cuenta de que en mi bolsa no tenía el vestuario. Apenas quedaba una hora para comenzar la función. Salía corriendo en busca de mi coche, normalmente voy en transporte público al Corral de Lope, en el centro de Madrid, pero en el sueño iba con mi coche. Mi coche no estaba, concluía que me lo habían robado, entonces buscaba a alguien que me acercara con su coche a casa, que estaba como a media hora, para coger mi blusa, mi falda, el mandil... bueno, los de ella, los de Clara. Pero de camino teníamos que atravesar una montaña, y fuimos sorprendidos por una tormenta de arena, como las del desierto, en plena sierra crevillentina, porque de repente mi casa volvía a estar en Crevillente, el coche se había estropeado y tuvimos que refugiarnos bajo una manta que encontramos en una loma de la sierra. Al fondo la cruz de la iglesia del pueblo sobresalía a la tormenta...No sé si en el sueño hubo finalmente función, tal vez sí. Yo solo sé que desperté con angustia, y pensé en preparar el vestuario antes de que saliera el sol. 
Hoy es sábado santo, y para los que consideramos el teatro como algo sagrado tiene la misma trascendencia espiritual, la cuestión es encontrar ese algo que acaricie tu espíritu y le de sentido, desde el más absoluto respeto hacia el acto creativo y las personas que vienen a formar parte de él.

Isolina Cerdá Casado


martes, 16 de abril de 2019

Allá por el 2015. El pensamiento adecuado para ti.

  Tomé dos cafés después de comer, normalmente solo tomo uno, y reconozco que lo único que buscaba con ello era un cambio en el impulso, tal vez en el semblante, en la actitud. Mi marido me había estado repitiendo una y otra vez que por qué no sonreía. Tal vez me conocía menos aún de lo que yo creía. No lo sé, era obvio que un simple café no me iba a sacar del pozo pero por cualquier razón yo confiaba en que ese gesto de sentarme con una taza entre mis manos me iba a reconfortar como en tantas ocasiones. Tras la primera taza de café apenas noté mejoría, me tumbé en la cama y cerré los ojos con la esperanza de que algo cambiara pero no fue así, decidí insistir en el mismo gesto. Nada, no cambiaba el ánimo, seguía hundida, pero no me podía permitir parar, eso es lo que nos pasa a los adulto que tenemos niños, o mayores, que esperan nuestra ayuda. Tal vez porque ignoramos que nosotros también somos importantes y tenemos derecho a ser receptores de nuestro propio cuidado. También les pasa a muchos niños a los que se les obliga a ser adultos y tampoco pueden detenerse. Ahora me encontraba sentada en este banco de plástico duro moviendo nerviosamente las piernas por el exceso de cafeína que había en mi cuerpo. Con esa sensación de ahogo mirando al vacío. Intentaba encontrar sentidos. Supongo que en parte el reciente cumpleaños, esos cuarenta y dos añazos tenían la culpa, no tanto el número sino el verdadero sentir físico de que nuestro cuerpo no es una máquina sin fecha de caducidad, y eso que yo no podía quejarme, a mí no me pasaba nada, nada de lo que yo fuera consciente, nada que no estuviera causado por mi hipocondría, aunque como mi amigo Roberto decía: "quién sabe si no habrá algo de lo que no tenemos noticia por el momento deambulando por nuestros adentros". Pues sí, es cierto, así ha sido en el caso de su mujer, querida Noelia, una mujer preciosa y muy trabajadora, que en toda su vida laboral no ha salido de la cocina de su restaurante, creadora de unos platos de postre deliciosos, y otros tantos platos principales, con ella al mando su cocina ha sido receptora de múltiples premios y prestigiosos premios. Siempre pendiente de todos, esa mujer cariñosa que siempre te recibe con una sonrisa y una mirada cariñosa. Ella siempre lo entiende todo, ¿cómo es posible que parezca entender también esa situación en la que se encontraba ahora? Justo cuando estaba a punto de terminar su período laboral, justo cuando se iba a jubilar la vida la obliga a verse buceando en los mares salvajes en los que han de nadar esas personas fuertes que son sorprendida por esa enfermedad cruel provocada por las células sin sueño. Todas las enfermedades son crueles. A todas las edades. En todos los momentos.


    Yo recuerdo que a mí esa proximidad con el cáncer, esa cercanía a la tragedia y los golpes de la vida me dejaron incrédula hasta la médula, alejada de dios y sus amparos. Pero ella, ella, ella no, ella habla con resignación, ella es fuerte, ella se llena de fuerza, ella nos anima a todos, que está bien, que tranquilos, que no le va a hundir, que sigue saliendo a caminar y entra en la cocina y sigue elaborando platos.
    Apenas quedaban unos minutos, estaba siendo un día gris, muy oscuro, muy difícil, con cuarenta y dos años y sin saber si tenía algo en mi cuerpo más serio, pronto me haría una mamografía, pronto volvería a tener noticias.

No tienes derecho a apenarte, ni a quejarte de los riesgos, de las cosas que vendrán, eso es vivir a medias pretendiendo vivirlo todo hasta lo que no ha pasado, y eso es vivir falsamente, luego es un dolor falso, eres falsa, esa sensación es mentira, mentirosa, eres una mentirosa.
    No. Sigue escribiendo el texto...sigue transcribiendo el descubrimiento...

    El café, el histriónico café con cafeína, la vida y sus achaques. De pronto pensé en mi padre, pensé en él, lo recordé con su tono tranquilizador, con su actitud ante la vida, con ese sueño suyo de encontrar pareja y que aunque él sabía que todos lo consideran como un sueño imposible o casi inalcanzable con ochenta y dos años y sin una vida social que te permita relacionarte, él nos dice muy convencido que sí, que es difícil pero "a mí ese pensamiento me ayuda a seguir adelante, es una ilusión que me impulsa, es algo que a mí me viene bien."

    Caminar despacio, tranquilo, sin prisas, no hay por qué estresarse, al final los nervios no ayudan a nada, solo son útiles si se canalizan bien.

    Sí, de eso se trata, de eso precisamente, de encontar el pensamiento adecuado. ¿Qué te ayuda? ¡Pues eso es! No lo dejes y sigue. Aquel que no es capaz de reconocer la luz de tus ojos, lo que te hace moverte, no tiene ni idea de ti, nada, eres una isla cuyo archipiélago desconoce.

Pos pandemia. Corazón postraumatizado.

      Hoy, ahora, hace un momento, me dio por hacer limpieza del bolso. Mi bolso es una especie de contenedor de vida, también de objetos pu...