jueves, 31 de marzo de 2022

Geno, la musa de Alejandría


    La vida...la vida, la vida es una sucesión de batallas, empezamos a caminar por ella pensando que es mucho más fácil de lo que es, tenemos sueños por alcanzar, metas a las que llegar que se fraguaron en algún momento en nuestro interior, y de nosotros depende seguir luchando por alcanzarlas, por no dejar de soñar y alimentar una y otra vez ese impulso, porque sabes que lo importante siempre ha sido el camino. 
Allí, al final, a lo lejos, te veías paseando por la tierra que acogió en su día el mayor tesoro cultural, la primera biblioteca en la que se recogieron los manuscritos primigenios que albergaban la historia del mundo. Si tuvieras en tu poder unos zapatitos rojos, como Dorothy en el mago de Oz, que con un golpecito mágico de talón te pudieran transportar a algún lugar soñado, sé, querida Geno, uno de los lugares que elegirías visitar: La Biblioteca de Alejandría. Te imagino recorriendo las estancias del mayor centro de difusión del conocimiento de la Antigüedad. Tal vez en alguna de tus vidas pasadas tuviste alguna relación de amistad con alguna de las nueve diosas de las artes, esas musas a las que estaba dedicada la institución conocida como Museion de la que formaba parte la Biblioteca. 

    No sé cómo fue que salió el tema, bueno, sí, eres una mujer muy extrovertida, enérgica y una gran comunicadora, has vivido mucho, te gusta hablar, comunicar, saber, investigar...entre paciente y paciente, en alguna pequeña pausa, mientras los cirujanos extraían algún carcinoma revoltoso, tú me contabas que algún día te gustaría pasear por aquellas tierras e incluso visitar la nueva biblioteca de Alejandría que de alguna manera recogía ese espíritu conservador y difusor de la cultura de la humanidad con el que un incendio quiso acabar. Ahí fue donde supe que te encantaban los libros, adorabas tus momentos de lectura, y no solo eso, ahí, en lo más profundo de tu alma querías adentrarte en la Universidad para acariciar formalmente el conocimiento de nuestra historia. 
    Recuerdo la primera vez que entré por el pasillo de la planta baja del bloque quirúrgico, no te conocía, pero tu energía llenaba aquella estancia, todos te saludaban con cariño, y tú preguntabas por todos, detalles de cada uno, a cada uno, sabías cómo estaban las almas y de qué calibre eran. Bueno, eso lo deduje yo, aunque entonces no te conocía. Me caías bien. Entonces un día mi trabajo como celadora me llevó hasta Dermatología, y entre varias de las labores que debía realizar, estaba la de acompañar a los pacientes hasta quirófano y acompañarles nuevamente en el posoperatorio. Me acogiste muy bien, con un gran compañerismo y comprensión, y me hablaste de tus amigos, los libros. Yo también los adoro, y cuando compartiste ese sueño me sentí absolutamente inspirada. Nunca es tarde para nada, y menos para el conocimiento, tener un impulso, una ilusión, un sueño, eso es la juventud, las ganas de seguir creando vida. ¿Qué me inspira de ti? La ilusión, la capacidad de inspirarte y crear vida, imágenes, tu energía alegre y emocionada, tu empatía, la comprensión y la lucha, una guerrera blanca, o morada, de las que además de haber batallado tanto por aquello que querías alcanzar, y que te ha tatuado la piel de mil colores, también has formado parte de esta lucha contra una ola tras otra de un Covid que nos tiene traumatizada el alma. 
    Cuando sea joven quiero ser como tú, bueno, yo rozo los cincuenta, pero ojalá esa energía tuya fuera contagiosa así como el impulso vital que te llevará a pisar la universidad y codearte con los universitarios y aprender de ellos, y ellos aprender de ti. Yo volvería a la universidad solo por ser compañera tuya en una clase. ¡Qué belleza cultural! Para entonces seguramente tendrás un corte de pelo muy favorecedor, y habrás dejado tu preciosa trenza para que se pueda crear con ella nuevas ilusiones, y así ayudar en las batallas ajenas con tu gran gesto solidario.

   
     Hoy te vas del Hospital de Cantoblanco, por unos meses, para ir adentrándote poco a poco en esa nueva etapa de tu vida. Y no es un adiós, es un hasta luego, pero no podía dejar de escribir este texto, porque para mí tú siempre serás una musa, inspiradora de vida, Geno, mi particular musa de Alejandría.

Con todo mi cariño,

Isolina Cerdá Casado






 Te echaremos de menos querida, estos pasillos siempre tumultuosos de gente parecerán vacíos sin ti.





 

Pos pandemia. Corazón postraumatizado.

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