sábado, 1 de agosto de 2020

Historias del Covid 19: "El estratosfayer" de Maik frente a los incumplidores.

Maik estaba muy cansado, cansadísimo, estaba hasta los mismísimos nervios neuronales, hasta el extremo axonal más alejado de la neurona situada en el lugar más recóndito de su cerebro. El cansancio estaba más que justificado, Maik trabajaba en el hospital La Paz de Madrid, era un celador de urgencias, estaba muy tocado, como tantos compañeros suyos que habían vivido de primera mano esa lucha contra el Covid-19. De vez en cuando Maik recordaba aquellos días terribles, en los que se tenía que preparar para la batalla, aquello era muy similar a lo que veía en los escenarios de guerra de las películas medievales hollywodienses, en las que los soldados se ataviaban de armaduras metálicas para no ser atravesados por pesadas espadas y hasta algunos cubrían sus cabezas con imponibles yelmos. Maik tenía mucha imaginación, y como aquello que estaba viviendo era tan surrealista él lo adornaba con gotas creativas. Cuando llegaba la hora de vestirse para ayudar a las auxiliares en el aseo de los pacientes él se imaginaba al Covid como un bicho que se multiplicaba con facilidad al mismo tiempo que era invisible, lo imaginaba viscoso, como si se adentrara en los humanos de una manera imposible de ver, si llegaba hasta ti su viscosidad se pegaría a tus pulmones, cabeza o incluso piel, te quitaría el gusto, el olfato, te produciría fiebre, te agotaría hasta el infinito y más allá.
Maik estaba agotado, claramente, no se podía imaginar que en su hospital se volviera a repetir el mismo escenario.
Había veces que se irritaba sobremanera, especialmente cuando veía a la gente pasándose por el forro las recomendaciones, se encendía, ardía de rabia, porque sabía que era posible evitar que se repitiera ese escenario desolador, así que decidió dar luz verde al botón del aprendizaje forzoso, el llamado: "Estratosfayer". Eso sucedía muchas veces en el metro.
Tras su jornada de trabajo volvía a casa sentado en uno de los vagones del metro de Madrid, en mil ocasiones se repetía la misma situación. Una persona con la mascarilla cubriendo la barbilla, ni nariz ni boca, toda la barbilla, sin ningún retazo de piel barbillera sin cubrir, hasta se cubría parte del cuello. En ese momento Maik actuaría, y una vez comprobado que no se trataba de una persona que justificadamente pudiera no llevar la mascarilla cubriendo boca y nariz, pulsaría el botón. Al instante el maquinista recibiría el aviso de la presencia de un incumplidor, egoísta y casi sociópata, en el asiento veintidós, entonces se pulsaría el Start del Estratosfayer, y el asiento saldría despedido hacia la estratosfera y allí se quedaría hasta que poco a poco el Covid-19 se desintegrara por falta de cuerpos sin protección, por escasez de descerebrados sin marcarilla.
Lo mismo les sucedería a los grupos de personas que codo con codo se ríen de un chiste o se toman unas cañas, o juegan a las cartas, o bailan juntos con la mascarilla cubriendo el codo, protegiendo ese lugar esquinado sin acordarse para nada de que el viscoso invisible se adentrará en sus pulmones y cuando visiten a sus familiares y les abracen, y les sonrían y les cuenten cómo lo pasaron aquel día con sus amigos, el Covid se instalará en su familia y se cebará.

- Maik creo que te han llamado por megafonía, le dijo su compañera con problemas de audición desde que lleva la mascarilla puesta sin descanso.
- ¿A mí?
-  Sí, he oído "Maik Rodríguez  pase por sala Tres".
- Pues me acerco en un momento.
- ¿Necesitáis algo de mí?
- No, llamábamos a los familiares de Miguel Rodríguez, para informarles de su estado, ha empeorado.

Miguel Rodríguez era un joven de veinte años que jamás creyó que fuera cierto que un bicho viscoso e invisible estuviera pululando por la ciudad.


PD

Texto inspirado por mi compi Rafa, en una conversación sobre las vivencias en el metro y la valoración de cómo evoluciona la Urgencia en este período veraniego. Claro temor a que se vuelva a repetir lo ya vivido.


Isolina Cerdá Casado


Pos pandemia. Corazón postraumatizado.

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