domingo, 1 de agosto de 2021

Lo sé

 


   Acabo de tener el impulso de escribir de nuevo. Y estoy emocionada, sí, el simple hecho de sentir esa necesidad, esas ganas de compartir mis reflexiones, sobre todo cuando no hace tanto que escribí, ayer sin ir más lejos, pero es que he estado tantos meses ahogándome, sintiendo que flotaba sí, gracias a mi ángel blanco y gracias a mi familia y amigos, pero no sería sincera si no reconociera que de vez en cuando mi cuerpo se hundía y yo tragaba agua, no agua cristalina, estaba llena de tierra, barro, sentía cómo dentro de mí se iba metiendo ese lodo, y por más que quería expulsarlo no siempre lo lograba, no tenía impulso ni para pedir ayuda, la recibía por la intuición sabia de los demás, por la paciencia infinita de los que están cerca. Y podía parecer que mi vida avanzaba, que la lesión iba mejorando, pero esa sensación de ahogo, ese hundimiento silencioso, estaban ahí, persistentes, insistiendo en volver a hundirme una y otra vez, en hacerme tragar más y más lodo. 

    Un día me encontré con una amiga sabia, una persona de esas que son capaces de ver más allá, que trascienden y quieren ayudar al mundo porque son conscientes de sus necesidades. Acababa de comprar en el supermercado, justo cuando salía del ascensor ella se disponía a entrar y nos vimos, nos alejamos un poco de la puerta del montacargas que no dejaba de abrirse y cerrarse con más y más gente que salía y entraba con carros llenos y vacíos. Nos pusimos al día del transcurrir de nuestras respectivas vidas, ahí no sueles hablar del lodo tragado, ni de los momentos en los que sentías que tu cuerpo era una carga terrible que apenas podías mover, ni hacia delante ni hacia atrás. Recuerdo que sí hablamos de las dificultades vitales respectivas, de que no cabía la palabra rendirse, que debíamos seguir hacia delante. Te hundirás, sí, seguro que en algún momento lo harás, pero saldrás, tienes que salir, no te queda otra. Salió el tema del suicidio, no porque yo lo insinuara, ni ella, sino porque es un tema en el que ella está trabajando. Como a mí me gusta escribir, siempre por impulso la verdad, sentí que algo debía escribir al respecto. Ella en alguna ocasión ya me lo sugirió, hace años, esta vez no hizo ninguna referencia para animarme a ello, sin embargo, por alguna razón sentí que algo saldría. Supongo que estaba relacionado con el lodo, esa sensación, ese ahogo, esa falta de impulso hasta para emitir un sonido con el que pedir ayuda, para gritar. 

    Ahora mismo el impulso definitivo ha venido de una amiga que también escribe y que me ha dado las gracias por escribir el texto "Viva", gracias a ese "gracias" surge este "Lo sé". El lodo tragado hace que pueda ser capaz de escribir sobre esa sensación, supongo que el paso siguiente sería que ese peso de tierra en los pulmones, en la sangre, en el alma te pueda arrastrar hasta el fondo. Y que todo acabe como empezó con un grito brusco de alguien que te amaba hasta la médula. Las personas que leerán este texto serán personas que me quieren, personas que también han estado al borde, algunas habrán tragado lodo espeso, sin embargo salieron, consiguieron flotar, acercarse a la orilla, tocar la hierba, sentir nuevamente los rayos del sol acariciando el cuerpo, todo el cuerpo, felices nuevamente. Es por eso, desde el peso sentido, ya estoy más ligera, puedo escribir, tengo impulso, pero desde ese peso, como decía, ese que te arrastraba a rozar las algas del fondo, a encontrarte con barcos hundidos llenos de óxido, te digo que lo sé. Sé que puede parecer que no saldrás, porque no viene de afuera sino de dentro. El lodo lo creas tú, tu mente, esa sensación oscura, algo físico, que se siente en el alma y en la razón, pero es algo que muchas veces trasciende, no se puede controlar, hay que tener hilos de amarre, normalmente ese nivel dura un tiempo limitado, pasará, pasará. Te encontrarás mejor, o se encontrará mejor. La sabiduría es no rendirse, buscar algo que te mantenga viva o vivo, amar la vida, pensar en positivo, mezclar el lodo con cemento y construir una casa nueva en la que tú seas la luz, en la que te vuelvas a conceder pequeños placeres, no necesitas más. Todos debemos estar pendientes, hay muchas personas envueltas en lodo, abramos grifos de amor infinito y acabemos con él.


Isolina Cerdá






Pos pandemia. Corazón postraumatizado.

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