sábado, 20 de abril de 2019

La responsabilidad del actor. Sábado santo de función.

 Esta noche he tenido un sueño, soñé que llegaba a la sala en la que íbamos a representar las Criadas, en el sueño ese día era muy importante, en realidad para el actor siempre es un día importante, porque en todas y cada una de las representaciones se entrega al acto de transformación, en la que el intérprete toma las riendas y caminas bajo las acciones y las direcciones de un personaje con una vida muy distinta a la tuya, personaje al que das vida, historia a la que añades ese trozo de ti, esa pulsión, el impacto, el dibujo, las emociones, se parecen pero el resultado es diferente en cada función. Como digo, en cada representación hay una entrega que está intervenida por la energía que nos llega del público entregado, el público dispuesto a recibir y a aportar porque el silencio mantiene esa energía creada, ese espacio sagrado, como el armario de la señora también lo es para las criadas, para nosotros el escenario es como la "capilla de la virgen. Cuando lo abrimos...."y nos adentramos en él nos la jugamos, porque dejamos que el alma se libere, controladamente sí, pero abrimos el pecho y se lo dejamos al personaje, trascendemos, mostramos nuestra vulnerabilidad.
Pues bien, como decía, en el sueño llegaba a la sala y de pronto me daba cuenta de que en mi bolsa no tenía el vestuario. Apenas quedaba una hora para comenzar la función. Salía corriendo en busca de mi coche, normalmente voy en transporte público al Corral de Lope, en el centro de Madrid, pero en el sueño iba con mi coche. Mi coche no estaba, concluía que me lo habían robado, entonces buscaba a alguien que me acercara con su coche a casa, que estaba como a media hora, para coger mi blusa, mi falda, el mandil... bueno, los de ella, los de Clara. Pero de camino teníamos que atravesar una montaña, y fuimos sorprendidos por una tormenta de arena, como las del desierto, en plena sierra crevillentina, porque de repente mi casa volvía a estar en Crevillente, el coche se había estropeado y tuvimos que refugiarnos bajo una manta que encontramos en una loma de la sierra. Al fondo la cruz de la iglesia del pueblo sobresalía a la tormenta...No sé si en el sueño hubo finalmente función, tal vez sí. Yo solo sé que desperté con angustia, y pensé en preparar el vestuario antes de que saliera el sol. 
Hoy es sábado santo, y para los que consideramos el teatro como algo sagrado tiene la misma trascendencia espiritual, la cuestión es encontrar ese algo que acaricie tu espíritu y le de sentido, desde el más absoluto respeto hacia el acto creativo y las personas que vienen a formar parte de él.

Isolina Cerdá Casado


martes, 16 de abril de 2019

Allá por el 2015. El pensamiento adecuado para ti.

  Tomé dos cafés después de comer, normalmente solo tomo uno, y reconozco que lo único que buscaba con ello era un cambio en el impulso, tal vez en el semblante, en la actitud. Mi marido me había estado repitiendo una y otra vez que por qué no sonreía. Tal vez me conocía menos aún de lo que yo creía. No lo sé, era obvio que un simple café no me iba a sacar del pozo pero por cualquier razón yo confiaba en que ese gesto de sentarme con una taza entre mis manos me iba a reconfortar como en tantas ocasiones. Tras la primera taza de café apenas noté mejoría, me tumbé en la cama y cerré los ojos con la esperanza de que algo cambiara pero no fue así, decidí insistir en el mismo gesto. Nada, no cambiaba el ánimo, seguía hundida, pero no me podía permitir parar, eso es lo que nos pasa a los adulto que tenemos niños, o mayores, que esperan nuestra ayuda. Tal vez porque ignoramos que nosotros también somos importantes y tenemos derecho a ser receptores de nuestro propio cuidado. También les pasa a muchos niños a los que se les obliga a ser adultos y tampoco pueden detenerse. Ahora me encontraba sentada en este banco de plástico duro moviendo nerviosamente las piernas por el exceso de cafeína que había en mi cuerpo. Con esa sensación de ahogo mirando al vacío. Intentaba encontrar sentidos. Supongo que en parte el reciente cumpleaños, esos cuarenta y dos añazos tenían la culpa, no tanto el número sino el verdadero sentir físico de que nuestro cuerpo no es una máquina sin fecha de caducidad, y eso que yo no podía quejarme, a mí no me pasaba nada, nada de lo que yo fuera consciente, nada que no estuviera causado por mi hipocondría, aunque como mi amigo Roberto decía: "quién sabe si no habrá algo de lo que no tenemos noticia por el momento deambulando por nuestros adentros". Pues sí, es cierto, así ha sido en el caso de su mujer, querida Noelia, una mujer preciosa y muy trabajadora, que en toda su vida laboral no ha salido de la cocina de su restaurante, creadora de unos platos de postre deliciosos, y otros tantos platos principales, con ella al mando su cocina ha sido receptora de múltiples premios y prestigiosos premios. Siempre pendiente de todos, esa mujer cariñosa que siempre te recibe con una sonrisa y una mirada cariñosa. Ella siempre lo entiende todo, ¿cómo es posible que parezca entender también esa situación en la que se encontraba ahora? Justo cuando estaba a punto de terminar su período laboral, justo cuando se iba a jubilar la vida la obliga a verse buceando en los mares salvajes en los que han de nadar esas personas fuertes que son sorprendida por esa enfermedad cruel provocada por las células sin sueño. Todas las enfermedades son crueles. A todas las edades. En todos los momentos.


    Yo recuerdo que a mí esa proximidad con el cáncer, esa cercanía a la tragedia y los golpes de la vida me dejaron incrédula hasta la médula, alejada de dios y sus amparos. Pero ella, ella, ella no, ella habla con resignación, ella es fuerte, ella se llena de fuerza, ella nos anima a todos, que está bien, que tranquilos, que no le va a hundir, que sigue saliendo a caminar y entra en la cocina y sigue elaborando platos.
    Apenas quedaban unos minutos, estaba siendo un día gris, muy oscuro, muy difícil, con cuarenta y dos años y sin saber si tenía algo en mi cuerpo más serio, pronto me haría una mamografía, pronto volvería a tener noticias.

No tienes derecho a apenarte, ni a quejarte de los riesgos, de las cosas que vendrán, eso es vivir a medias pretendiendo vivirlo todo hasta lo que no ha pasado, y eso es vivir falsamente, luego es un dolor falso, eres falsa, esa sensación es mentira, mentirosa, eres una mentirosa.
    No. Sigue escribiendo el texto...sigue transcribiendo el descubrimiento...

    El café, el histriónico café con cafeína, la vida y sus achaques. De pronto pensé en mi padre, pensé en él, lo recordé con su tono tranquilizador, con su actitud ante la vida, con ese sueño suyo de encontrar pareja y que aunque él sabía que todos lo consideran como un sueño imposible o casi inalcanzable con ochenta y dos años y sin una vida social que te permita relacionarte, él nos dice muy convencido que sí, que es difícil pero "a mí ese pensamiento me ayuda a seguir adelante, es una ilusión que me impulsa, es algo que a mí me viene bien."

    Caminar despacio, tranquilo, sin prisas, no hay por qué estresarse, al final los nervios no ayudan a nada, solo son útiles si se canalizan bien.

    Sí, de eso se trata, de eso precisamente, de encontar el pensamiento adecuado. ¿Qué te ayuda? ¡Pues eso es! No lo dejes y sigue. Aquel que no es capaz de reconocer la luz de tus ojos, lo que te hace moverte, no tiene ni idea de ti, nada, eres una isla cuyo archipiélago desconoce.

domingo, 14 de abril de 2019

El director


¿Cuánto tiempo nos queda? ¿Tiempo de qué? Tiempo de coger el reloj de la cocina, de mirarnos en el espejo, de soltarnos el pelo y adentrarnos hasta la pérdida de la consciencia...Él siempre ha estado ahí. Con su caminar animoso, sus gestos, sus indicaciones. Con la formalidad y el respeto necesario hacia el trabajo. Está. Está en las flores de papel...¡De papel! Está en la ceniza que recoge con esmero la criada. Sabes que está y para nosotros los actores es muy importante, para mí lo es, saber que es un actor además de director, saber que entiende al actor, saber decir la palabra adecuada, lo que necesitas oír para seguir adelante y no venirte abajo, pero seguir evolucionando, y trabajar para no cometer errores a los que él pone nombre, "exceso de confianza", "inmersos hasta lo justo sin perder el control del actor"...
Y es que ayer, la función del 13 de abril fue otra prueba de nivel, es la magia, sí, ya sé que lo digo mil veces, pero la magia del teatro es lo irrepetible de cada función, nunca es igual, hay muchos factores intervinientes: una mirada, la del actor que está viendo a través de su personaje, la de los demás actores, que también miran, se miran, se engrandecen, se enriquecen, la de treinta y cuatro personas que te están sintiendo, y te miran, a ti, al espacio, a la acción, a la vida que logramos crear en escena, y la de él, el director que estuvo antes de que se creara la obra, el que la ideó, el que vio antes de que naciera, y nos supo guiar por el camino adecuado, y nos ayuda para que sigamos creciendo...
Ayer fue otra prueba, sí, lo fue, y el público volvió a salir impactado, por todo, por algo, por el sudor, por el compromiso, por la entrega, por el conjunto, por la lágrima que casi salió, o las que se amontonaron en las pupilas cristalinas, o las que salen ahora al recordar las intensidades y la cuerda floja, el paso en el que casi pierdo el equilibrio y fui salvada. Gracias compañeros, gracias porque vuestra entrega y profesionalidad hacen que este esfuerzo merezca la pena.

Isolina Cerdá Casado

Color empático

De repente un día sale el sol, la primavera te susurra al oído palabras de amor, sientes que estás viva, que la vida es esa sucesión de colores e intensidades, que no te puedes parar, que si tu lucha es grande para ti, hay montones de luchadores desconocidos que se asoman por la ventana, con los que te cruzas en la calle, frente al contenedor de basura, en donde tiras residuos y te gustaría tirar no solo los visibles, los palpables, los que se tocan y se aplastan, los que huelen mal, lo que te producen arcadas. Miras a los ojos a esa mujer que sostuvo la tapa del contenedor de residuos orgánicos, esperando amablemente a que tu bolsa gigante cayera en su interior, agradeces su gesto y en ese intercambio de miradas piensas, ¿qué más podríamos tirar querida? ¿Y si lo dejas abierto y nos lanzamos dentro? ¡Qué tontería acabo de decir! O de pensar, o de escribir... Sin embargo hay personas que no merecen otra cosa, son las que no empatizan, las que ignoran el dolor ajeno, las que además de ser emocionalmente huecas son humanamente apestosas. 
Quería escribir sobre la primavera, quería hablar de la vida, que vuelve a renacer con fuerza tras el invierno frío, sin embargo cada vez es más difícil distinguir, diferenciar dónde está la frontera porque nos hemos cargado la línea divisoria, porque no sabemos hacia dónde vamos.

Empatizas porque eres humana, porque estás viva, porque te duele. Te duelen los ojos de esos padres que lloran sin derramar una lágrima porque su hija no está,  y no está porque un hombre muy consciente la hizo desaparecer inmune a sus gritos, te duelen los ojos de los miles de padres que por una u otra razón sufren la pérdida tan grande de un hijo; te duelen los actos violentos, los que surgen del odio, de un amor mal entendido, de una posesión enfermiza, de una pasión enganchada con cadenas de ramos de flores; te duelen los que sufren en cualquier lugar por su vulnerabilidad ante los espíritus malignos que dirigen a determinadas personas para que gane el mal, que pellizcan, que empujan, que insultan sabiendo que el receptor del mal no puede hablar, y está obligado a soportar los grilletes apretados hechos con rabia y vómitos de inhumanidad, cuerpos que ya vivieron mil cosas, cuerpos cansados, cuerpos cuya alma está más viva que nunca porque lo han vivido casi todo.
Yo quería hablar de la primavera, quería hablar de la luz, de este domingo de ramos que antaño celebraba con mi familia...
Y a pesar de las hojas secas, del invierno frío, del casi abandono invernal, el geranio volvió a resurgir...


martes, 9 de abril de 2019

Actor y director

 Caminaba, salí de Atocha y cruzaba la calle mirando al vacío, admirada, como siempre ante la gran cantidad de gente que pasea por Madrid. Gente variopinta, gente con sus vidas particulares, grupos de turistas, amigos, solitarios, madres con sus hijas, parejas, y yo, caminante solitaria cargada con mis bártulos, con mi falda, con mi mandil, con el vestido de la señora... De repente aquel olor tan maravilloso procedente de uno de los más bellos pulmones de Madrid, pegadito a la cuesta de Moyano, verde que te quiero verde. Y me acordé de mi amigo, él también se acordó de mí en un paseo solitario por las inmediaciones del Jardín Botánico, y es que un día, un día los dos respiramos ese mismo aire fresco renovador de forma consciente, volvíamos de hacer la primera función de Las Criadas, y estábamos felices porque por fin paríamos en Madrid. La semana pasada, el sábado 6, fue nuestra primera función de las cuatro que íbamos a hacer los sábados del mes de abril, nuestro tercer mes en cartel. La interpretación compensó las adversidades y el público se fue satisfecho.
 Francisco Montejano se transforma, y lo hace a la vez que Juan Romero le cuenta cosas, indicaciones, apreciaciones, gestos de director entregado. Los miro y pienso: ¡Vaya par de profesionales! Del actor no puedo decir más de lo que dicen los aplausos, los comentarios, la impresiones que deja en el público que tiene la suerte de disfrutarlo, lo humano también trasciende en su trabajo, eso explica su grandeza como actor. Del director solo puedo decir que trasciende esa entrega que hace en cada uno de sus proyectos, las tablas por las que ha transitado desde niño, los conocimientos que solo una vida en y para el teatro pueden otorgar están en su mirada, en sus gestos, en las pequeñas indicaciones que nos ayudan a crecer como actores. 
    Y entonces siento el impulso de coger el móvil, y pienso en que hay que inmortalizar, esos minutos previos, en los que se extiende el maquillaje, los nervios necesarios se gradúan a su nivel adecuado; esos minutos en los que respiras profundo, haces ejercicios de calentamiento vocal y físico, en los que paseas por el escenario y a cada paso estás más cerca del personaje que de ti misma o tanto en ti misma que eres capaz de salir de ti para entrar en él, y en esos minutos piensas en la suerte, otra vez la suerte, no, no puedes quejarte porque eso es lo que tú querías hacer...teatro, teatro de verdad. 





martes, 2 de abril de 2019

En ocasiones veo Criadas...y ocas con mandiles

    Con todo mi cariño hacia mis compañeros de tablas y el director del cotarro y los técnicos que nos apoyan hasta el infinito y más allá. El trabajo del actor nunca cesa, siempre llevamos a nuestro personaje en la cabeza. He aquí un ejemplo de ello.





Estas son las actrices que trabajan en las Criadas de Genet. Hasta en los días de ensayo la tensión se mascaba en el aire.
Estos son los personajes en plena representación, cuando Las criadas viajaron hasta el Festival de teatro "La antigua mina" en El Escorial.


Aquí una de las actrices, la que interpreta a Clara, la de la izquierda, en plena explosión creativa, cuando ve a las dos hermanas en cada uno de los rincones de su hogar. Su marido trajo a casa un par de ocas, porque a su hija le hacía ilusión jugar al pilla pilla con ellas, al nacer en una incubadora no echaron de menos a su mamá, tal vez mi hija era la Señora, y ellas temían su llegada...



"Solange, hermanita, he hecho mal, pero ella va a volver..."

"Es ella, es ella que vuelve."

"No te atreverás."  
"¿Cuántas gotas hay que echar?"



Es obvio que las oquitas me temían a mí y a mi móvil, cuando me puse a inmortalizar mi locura momentánea.

Allí seguimos, en el Corral de Lope, los sábados de abril a las 20:00. Te sorprenderá. ¡Palabra de oca!

Isolina Cerdá Casado

Pos pandemia. Corazón postraumatizado.

      Hoy, ahora, hace un momento, me dio por hacer limpieza del bolso. Mi bolso es una especie de contenedor de vida, también de objetos pu...