viernes, 29 de abril de 2016

Mami Naturaleza


Los días 26,27 y 28 de abril de 2016, Tepahi representó en el Teatro José Monleón de Leganés la obra de teatro "Mami Naturaleza" escrita y dirigida por Sergio Lozano. Ha habido mucho trabajo detrás hasta llegar a esos maravillosos días. Mucha energía invertida por personas que tenían sus propios trabajos, sus situaciones personales, sus complicaciones, sus batallas. Muchos, más de treinta y seis, me quedé corta comprando el agua, unas cuarenta y dos personas. La dirección de tanta gente no es fácil, el tener en mente cada uno de los detalles tampoco lo es. Lo hemos hecho muy bien, al final el resultado ha sido muy bueno, gratificante, emocionante, no solo para nosotros sino también para los aproximadamente dos mil niños que nos han visto gratuitamente por las mañanas, invitando a sus colegios, con la colaboración del Ayuntamiento de Leganés que nos cedía el teatro y a los técnicos. Me quito el sombrero ante todas las personas que han invertido una parte importante de su tiempo en crear esos disfraces maravillosos, que nos transportaban hasta ese lugar de la imaginación en donde caemos rendidos ante la fantasía de un mundo maravilloso en el que todo es posible. No solo disfraces sino también el decorado, las lianas, el árbol, Abuela Sauce, las piedras, las flores, los ojos, la boca, las rocas, las mariposas, los monos y sus bártulos, los magos, los hobbits, las hadas, los elfos, los trolls, los avatares, etc. El director proponía caminos y el que quería y podía los seguía, no se obligó a nadie, todos fuimos libres. A lo mejor no me sucedió a mí sola, pero en este camino tuve momentos en los que me derrumbé, me salí del camino, volví a caminar. Agradezco a todos los que no dudaron en ningún momento de que esto iba a llegar a buen puerto y siguieron adelante. Principalmente doy las gracias a Sergio Lozano porque sin él, ya lo he dicho en varias ocasiones, esto no se habría conseguido. Pero ha habido otras personas también sin cuya ayuda no se habría podido ni arrancar. Personas que llegaron  con nuevos impulsos y con muchas ganas. También personas que querían estar menos implicadas y al final volvieron a darlo todo, y más, como Bego Boto, que al final estuvo implicada hasta en las distribución de entradas. No voy a mencionarlos a todos, cada uno ha dado un poco o mucho, según sus impulsos y sus posibilidades. Yo he participado muy poco, tanto es así que llegué a sentirme un poco como mi personaje, el que el director consideró que podía ser capaz de interpretar, Gollum. Iba como de puntillas buscando "mi tesoro" por todos los rincones, sorprendiéndome ante un amo impresionante, un avatar espectacular, ahora sé que fue el perfeccionamiento del jefe el que remató la creatividad, tres avatares que nada tenían que envidiar a los originales. Gollum se frotaba los ojos cada vez que se cruzaba con uno de ellos. Pero cierto es que Gollum se quedó absorto al ver a unas preciosas hadas volando por el escenario, sabía de sus luchas y ellas le regalaban sonrisas, hadas que salían ante la llamada de unas flores que se movían con unos movimientos naturales por la brisa del atardecer y de la tormenta. Entraba sigiloso a escena al ver allá a lo lejos a los magníficos Frodo, doble del auténtico, y su inseparable Sam, que tan buenos manjares nos preparaba. A Gollum se le escapó una risa cuando vio a un oso rodando por el suelo y también una lágrima emocionada cuando se enteró de que en esas vueltas de cuerpo alocado a Baloo se le había salido el hombro, tan profesional como el que más, siguió adelante con su escena y terminó su trabajo. Unos leñadores chisposos, que lo mismo tiraban latas que se ponían una barba gigante, hacían fotos u organizaban al público. Y qué decir de los movimientos de Mowgli, bailaba como si se le fuera la vida en ello, parecía poder volar con una ligereza impresionante. Gollum veía al director que se mordía las uñas rezando para que no se rompiera la endeble mesa que lo sostenía. Y esa voz, esa voz maravillosa que llenaba de magia, con sus canciones, el ambiente de un bosque lleno de criaturas fantásticas, casi cae adormecido en su ensimismamiento la pobre criatura. Los elfos le imponían con su presencia, Gollum se quedaba sin habla, estaban guiados por un hombre sabio. Gollum observaba al que dirigía el cotarro, se preguntaba cómo era capaz de estar en todo, dando instrucciones al técnico que iba transmitiendo al otro técnico todo lo que aquel loco con el pelo cardado o con tres coletas, le iba diciendo mientras se ponía el traje de Duendolín verde. Árboles mágicos que se movían muy despacio, y esos locos monos con sus instrumentos fantásticos hechos de botellines, embudos, latas gigantes, maravilloso ingenio, que se dejaron la espalda, las lumbares, las caderas, y alguna las rodillas, con ese baile coreografiado con tanto cariño y empeño, hasta la criatura más extraña y solitaria se ponía bailar con ellos, y cuando el Rey Lui cogía el micro, Dios mío, ¡madre del amor hermoso! Qué buen rollo nos daba a todos. ¡Y esa marcha de Baloo! Fue total y absolutamente maravilloso, indescriptible. ¿Y las mariposas? Ay, por favor, Gollum babeaba, tenían tanto amor, daban tanto, tanto amol, ay mariposillas, cuánto amor habéis repartido, cuánto cariño, cuántos abrazos. Cuando Gollum se transformó ante tanta maravilla y se convirtió en Abuela Sauce fueron otras tantas las sensaciones vividas, una de las veces mientras respondía al gran Duendolín, como si de un efecto de transformación de la criatura se tratara, a Gollum se le cayó una oreja, a la Abuela Sauce le entró la risa, pero se pudo contener, intentó no hacer ningún gesto que hiciera ver al gran hombre de negro marido de un hada (así de maravilloso es) lo que acababa de suceder. La susodicha oreja le cayó en el dedo gordo del pie, y mientras leía el guión camuflando la risa se imaginaba semejante accidente mientras decía aquello de "el amo es bueno, el amo nos cuida".
Tal y como imaginó el director en su cabeza, la explosión de los kabukis llenos de mariposas causaba un efecto mágico. La abuela Sauce se quedaba fascinada con ese ¡Ohhhhh! que emergía del patio de butacas, era como una especie de agradecimiento ante tanta entrega. ¡Y la magia volvía a llenar el teatro del Saramago de mariposas de colores! Un hada ha dicho esta mañana que pensaba que todo había sido un sueño, pero que al ver restos de purpurina en la cara ha comprobado que no, que todo había sucedido de verdad. El marido de una de las actrices que se dejó en escena unos cuantos kilos con esos bailes tan increíbles le confesaba a su monita que no sabía por qué, pero que siempre que veía una representación de Tepahi se emocionaba muchísimo, cosa que no le sucedía con otras representaciones, ella decía que era por la energía, porque todos poníamos mucha alma y había algo especial en el ambiente del teatro que atrapaba al público, y aunque no fuera un grupo profesional toda esa energía llegaba a los corazones.

No sé, solo puedo decir que aun a pesar del agotamiento ha merecido la pena, gracias a todos y cada una de las personas que han hecho posible que aquello que imaginó un creador, un mago, un director,...haya visto la luz ¡Y que sigamos viendo muchas mariposas volando por nuestros jardines y parques!

Isolina Cerdá Casado
 


















miércoles, 20 de abril de 2016

Gris

    Se asomó por la ventana. Era un día tan gris que su mirada absorbió cada pincelada de ese color y su alma se llenó de nubes, lo que sentía se enmarañó, ya no sentía nada que tuviera algo de luz y de vida. Consciente de que el gris también era vida, dejó a un lado la tontería y lo que sentía, empezó a caminar por lo que flotaba, las nubes grises. Era absurdo, muchas veces todo era absurdo, no podía comprar botes de pintura y cambiar el tono, no tenía dinero para tanto. Tampoco sería suficiente con coger un pincel y colorear ella misma el cielo, solo para que su alma no se viera afectada.
De pronto una luz, era una luz de vda, le llegó a la mirada, vino a través de un gesto valiente, el gesto lo hizo un niño, pertenecía a un alma llena de pureza, limpia, que todavía no sentía el gris como un color que apague, tal vez no había llorado por cosas de adultos, o tal vez en su sabiduría había sido capaz de seguir avanzando a pesar de todo.
Una carta, una sonrisa, una mirada, simplemente un gesto puede darte la oportunidad de cambiar de rumbo, de aceptar el gris y seguir, de no rendirte, de aprovechar cada gota de vida y caminar.

    Esperando en el hospital, pensando, acordándote de personas importantes en tu vida, personas que ya no están pero estuvieron.

    Ha vuelto el impulso.

Isolina Cerdá Casado

domingo, 3 de abril de 2016

Domingo, un objeto de inspiración: Lavadoras.


Hoy, un domingo gris, de esos domingos raros en los que el gris del cielo parece inundarlo todo, un domingo más de vida, de vida gris, a veces la vida se pone así, se tuerce, se oscurece, se mancha con salpicaduras de aceite de fritura de albóndigas, o de calamar, o de croquetas caseras hechas con cariño, de ese cariño que no se compra con dinero, que nace del impulso, del apego, de la necesidad.
La lavadora estaba llena de suciedad de vida. Empezamos a meter prendas dentro de ella, si fuera lo mismo con las manchas en el alma, con las preocupaciones, con los problemas. Un poco de quitamanchas a la pena negra por la enfermedad de una amiga, y a la lavadora; un poco más del mágico producto sobre el dolor de ver a un familiar arrastrándose por la vida, y a la lavadora; detergente muy potente para la pérdida de un ser querido y a la lavadora; cepillo y rascado ante la traición de ese amigo que no lo era tanto, y a la lavadora. 
La lavadora estaba llena de ropa sucia, mi lavadora, mi querida máquina de limpiar prendas. Qué poco caso te hago, querida, pero qué papelón me haces.
Sube, pasea, camina, estás viva. Ya llegarán las manchas, pero hasta que lleguen camina, y si ya están, camina igualmente.

A veces tengo la sensación de que no estoy encarnada de verdad, como que paseo por la vida sin el peso, sin estar dentro de mí, sin dejar huella en el suelo. Y entonces quiero recuperar esa parte de mí que se fue haciendo invisible y dejó de pesar, esa parte en la que era capaz de ver más allá, esa mirada que seguía creyendo en que todo era posible. 
Acabo de darme cuenta.
Sigo siendo yo. No he desaparecido, esa parte está en calma, tranquila hasta ahora, pero quiere volver a bailar con las musas, aunque me tenga que poner un poto en la cabeza.
Vive.

Isolina Cerdá Casado

Pos pandemia. Corazón postraumatizado.

      Hoy, ahora, hace un momento, me dio por hacer limpieza del bolso. Mi bolso es una especie de contenedor de vida, también de objetos pu...