lunes, 30 de julio de 2018

Calla, que corre el aire

 






  Fue cuando vi a aquella mujer cruzar el paso de peatones. Yo dentro de mi coche. Ella caminaba lentamente, parecía que esa forma de caminar estaba motivada por dolores internos, seguro que mi marido me diría que en mi "positividad" no podía pensar en otra cosa, qué se yo, por ejemplo que estuviera jugando a caminar de maneras diferentes, que aquella mujer pensara: "Venga, ahora camino con el motor de caminar en la rodilla, ahora en la cadera,..." Es verdad, es así, seguro que no le dolía nada en realidad. Veía su papada, su sobrepeso, su pelo rizado de un dorado gastado por el sol veraniego y el esparcimiento temporal de la visita a la peluquería, la bata de calle, la de ir al médico, o como diría mi marido, "tal vez no iba al médico sino a tomar una cervecita fría con las amigas", es verdad, es posible, seguro que sí. La cuestión es que me inspiró. La vi y me dije que tenía que volver a dejarme libre, con los posos del café, con la aceitera chorreosa, con los restos de las huellas de un desayuno veraniego sin prisas y sin agobios, feliz, ¿feliz? Sí, justo en este instante, no en el instante de su lectura, la del texto, la de los ojos indiscretos. Feliz justo en el momento de pulsar las teclas, dejándome inspirar por el vaso vacío de agua, los restos de migas de la tostadora, el trapo de cocina arrugado y en espera justo en un extremo de la mesa. ¿Qué espera? ¿ser lavado? ¿ser colgado? ¿ser utilizado? ¿tener algo que hacer? Me pregunto quién no se ha sentido trapo de cocina alguna vez. Su mirada de reojo me hace sentir extraña, la del dinosaurio, ese que se está encogiendo con el paso del calor, ya no sé qué estoy esperando, tal vez el sonido de su tambor, tal vez perderme en una isla mágica, tal vez el pincho que me llene de fuerza, no sé muy bien para qué.


 Creo que ya estaba claro, la felicidad es este instante, este, en el que siento un impulso creativo, este en el que el viento hace girar el molinillo rosa y el azul, este en el que el geranio me está prometiendo flores nuevas...Sí, estaba claro, pero el ser humano olvida rápido, olvida que este instante no se volverá a producir, que aunque parezca que siempre vas a estar así, de bien o de mal, no es verdad, justo unos minutos después pasará, cambiará, como la luna, como marte, como el aire que parecía correr y se quedó quieto nuevamente, como el sol y hasta el calor, como la inspiración que se empezó a marchar y a desaparecer en la oscuridad del desagüe, se fue con el resto de aguas residuales. ¿Eso es lo que era para ti la semilla creativa? ¿Agua residual? Lo es, sí, cuando no la aprovechas se convierte en eso, en mierda, en olor a un pis rancio putrefacto.
En conclusión, estás viva, estás vivo, y eso no lo cambia nada, matizo, lo estás en este instante en el que te pierdes con tu imaginación y vuelas lejos...

Isolina Cerdá

martes, 17 de julio de 2018

Ni Siria ni Roberto

Salía de la clínica dental con la boca anestesiada, feliz de haberme quitado de encima los empastes que tenía pendientes de la última revisión. Mientras esperábamos a la doctora,  yo sentada en el sillón instrumental, el auxiliar y yo debatíamos sobre la fortuna no percibida, a las quejas del cansancio diario le siguieron la percepción de la suerte que teníamos, cada uno en su propia vida. Yo le hablaba de lo mal que me sentía en el día de hoy porque tenía pendiente esos empastes y no me apetecía nada ir al dentista. Pero a la vez que tenía esa percepción negativa, me iba hasta otro lugar, el del pensamiento positivo. Puedo permitirme el lujo de ir al dentista... En esa debacle estábamos cuando llegó la doctora y en un pis pás se zampó las caries y los ciento cuarenta euros. 
Salía de la clínica como iba diciendo, y justo al pisar la acera unas mujeres de unos treinta años se acercaron a mi altura y la rebasaron, de modo que pude escuchar la conversación que tenían entre sí, tal vez de no haber tenido la previa conversación con el auxiliar no le habría prestado atención, no sé, la cuestión es que se me acentuó el sentido auditivo.
"Pues tú no sabes lo bien que estás. Mira, el Roberto se ha juntado con una mujer que tiene tres hijos, tres. ¿Cómo te quedas?"
Cogí el móvil e hice una foto hacia la plaza, dirección hacia la que me dirigía. Recordé lo que me dijo el auxiliar: "Si es que siempre hay algún vecino peor. Bueno, no necesariamente vecino. Mira como están en Siria." Silencio triste.
La conclusión previa a la llegada de la doctora fue la siguiente: "Lo que pasa es que no somos conscientes de la suerte que tenemos."
 Deberíamos entender que no es necesario mirar hacia afuera, ni a Roberto ni a Siria, para encontrar nuestra propia felicidad. Deberíamos poder mirar hacia adentro y simplemente valorar la vida, lo que tenemos, solo así seremos capaces de percibir la belleza del violeta claro de las flores del geranio de la ventana contrastado con un corazón intenso.

Isolina Cerdá Casado

lunes, 2 de julio de 2018

Un dragón transformado en nube se abalanza contra una ventana llena de hojas verdes y confuso al darse cuenta de que no era más que un geranio sin flor se come a una mujer con una cola de caballo. La mujer desaparece engullida en las profundidades magmáticas de un dragón alado. Título: Vendas que curan tripas vacías de impulso.


Estoy poniendo un vendaje. Ya verás como pronto todo estará solucionado. Lo verás, lo verás tú, lo veré yo, lo veremos todos. Está claro que la cuestión es tener impulso. Tú, yo y la venda nos entendemos. Lo de expresarlo aquí es una especie de necesidad interior, supongo que se deriva de esa cosa innata expresiva que necesitas de alguna manera, supongo, no sé. A lo importante. Hace relativamente poco, nada más bien, en el tanatorio de Leganés confluyeron tres vidas, cuyo tiempo había expirado, injustamente, en los tres casos, inoportunamente, en los tres casos, con una gran carga de dolor en los tres casos, sin tiempo de preparación en los tres casos, preparación para el duelo. Partiendo de que la preparación nunca se da, no se puede aceptar la muerte como algo natural ni asumir la despedida forzosa. A mí me pasó con mi madre, es así, ni aunque sean señales claras, lo siento, siempre hay esperanza, el ser humano la necesita, necesitamos creer que se puede salir del pozo.
 El hombre había llegado a una fase terminal después de unos ocho o más años de un alzheimer precoz terrible, en la que la familia sufrió desde el minuto uno ese alejarse de los recuerdos para llegar a vivir sin reconocer a las personas que existen por ti y para ti. La mujer salía de un supermercado, cargada de ilusión, tal vez algo de cansancio por el calor sofocante de aquellos días, pensando en sus cosas, montones de cosas seguro, feliz de caminar, de gestionar, de vivir con montones de ilusiones en sus bolsillos. El tercer hombre era un vecino de la madre de mi marido, lo conocía, trabajaba en Hacienda, era majo, con sus hijos, su mujer, su felicidad, su trabajo...
El primer hombre falleció tras unos días en los que su fortaleza le hizo parecer una persona de otro planeta, capaz de resistir a pesar de lo previsible para mostrar que no había que rendirse nunca. La mujer cruzaba un paso de peatones y alguien que conducía un coche acabo con su vida. El hombre que trabajaba en Hacienda murió de un paro cardíaco que fue fulminante. Nada se pudo hacer. Y todos ellos coincidieron en el tiempo en el mismo lugar, el tanatorio. 

Estas tres confluencias nos enseñan una cosa además del dolor infinito que causan en la familia y amigos.

¿Qué nos enseñan?

Estira bien. Sí, voy a hacerlo. Estoy en ello. 

La vida es fugaz. La sensación de felicidad también lo es. La propia vida ya nos sitúa en esas encrucijadas, que llegan, a cualquiera, en cualquier momento. Y siendo así, reconociendo que estas desgracias ocurren, habiéndolas vivido tan de cerca, siendo también objetivo de esos latigazos, cómo es que no salimos a respirar más fuertemente y con más consciencia de la suerte que tenemos de estar vivos mientras lo estamos. ¿Dónde nace esa sensación de desánimo que puede llevar hasta lugares terribles? ¿Qué es la depresión? ¿Qué es el sinsentido de las cosas? ¿Es algo químico? ¿Es físico? ¿Está fuera de nosotros o muy adentro? 

Un día estaba haciendo un puré de verduras. Hace ya unos años. Cogí un puerro y le pinté unos ojos y capté ese momento en mi cocina. El puerro sonreía. ¿Era posible sonreír viendo a sus congéneres flotando en una cacerola codeándose con las zanahorias, cebollas y demás cachitos de verdura? No, imposible, ¿o sí? 
Hoy desde mi cocina inmortalizo a unas nubes de verano por detrás de unas hojas de geranio. La misma persona hace la foto, pero con mucha más belleza, la que te da el tiempo vivido.

Vive, haz, impúlsate mientras puedas. 

Y si estás triste, llora. O escribe. O grita. Pero luego sigue caminando. Valora tu tiempo. Respira. Siente.






El suave susurro de un beso silencioso, un beso tímido, un beso que crece en tu imaginación.


Ella expresaba el alma y sus dolores con una maravillosa lucidez poética.
Luchó a través de la palabra con las contradicciones del alma. A ella se la llevó el peso de un interior demasiado sensible y débil. No dejaré de escribir para caminar. Así el recurso de la escritura aliviará mi alma. Que el impulso de desaparecer sea mitigado con la fuerza creativa. Crear hasta que la angustia de un vivir en intensidad emocional desaparezca con el filo de una prosa valiente y llena de fe en sí misma y en la vida. 
No dejarse morir, obligarse a dar un paso cuando sientas que no puedas hacerlo, la propia mecánica del movimiento hará que la otra pierna le siga...caminarás...ya no podrás parar.


La sanación está en la palabra.

PALABRAS QUE CURAN,
PALABRAS QUE ALEJAN MONSTRUOS,
PALABRAS QUE ENVUELVEN, ARRASTRAN, ARROPAN, LIBERAN...
PALABRAS QUE TE CENTRAN, QUE TE SITÚAN, QUE TE COLOCAN Y TE DAN BESOS.
ERES POR LA PALABRA, PORQUE ELLA TE HACE LIBRE,
PORQUE NO HAY CADENAS QUE TE IMPIDAN DECIR, PENSAR, ESCRIBIR...
ES BUENO QUE CONOZCAS EL VEHÍCULO DE LA LIBERTAD,
 PARA CONDUCIRLO y conducirte.


Pos pandemia. Corazón postraumatizado.

      Hoy, ahora, hace un momento, me dio por hacer limpieza del bolso. Mi bolso es una especie de contenedor de vida, también de objetos pu...