
Fue cuando vi a aquella mujer cruzar el paso de peatones. Yo dentro de mi coche. Ella caminaba lentamente, parecía que esa forma de caminar estaba motivada por dolores internos, seguro que mi marido me diría que en mi "positividad" no podía pensar en otra cosa, qué se yo, por ejemplo que estuviera jugando a caminar de maneras diferentes, que aquella mujer pensara: "Venga, ahora camino con el motor de caminar en la rodilla, ahora en la cadera,..." Es verdad, es así, seguro que no le dolía nada en realidad. Veía su papada, su sobrepeso, su pelo rizado de un dorado gastado por el sol veraniego y el esparcimiento temporal de la visita a la peluquería, la bata de calle, la de ir al médico, o como diría mi marido, "tal vez no iba al médico sino a tomar una cervecita fría con las amigas", es verdad, es posible, seguro que sí. La cuestión es que me inspiró. La vi y me dije que tenía que volver a dejarme libre, con los posos del café, con la aceitera chorreosa, con los restos de las huellas de un desayuno veraniego sin prisas y sin agobios, feliz, ¿feliz? Sí, justo en este instante, no en el instante de su lectura, la del texto, la de los ojos indiscretos. Feliz justo en el momento de pulsar las teclas, dejándome inspirar por el vaso vacío de agua, los restos de migas de la tostadora, el trapo de cocina arrugado y en espera justo en un extremo de la mesa. ¿Qué espera? ¿ser lavado? ¿ser colgado? ¿ser utilizado? ¿tener algo que hacer? Me pregunto quién no se ha sentido trapo de cocina alguna vez. Su mirada de reojo me hace sentir extraña, la del dinosaurio, ese que se está encogiendo con el paso del calor, ya no sé qué estoy esperando, tal vez el sonido de su tambor, tal vez perderme en una isla mágica, tal vez el pincho que me llene de fuerza, no sé muy bien para qué.

Creo que ya estaba claro, la felicidad es este instante, este, en el que siento un impulso creativo, este en el que el viento hace girar el molinillo rosa y el azul, este en el que el geranio me está prometiendo flores nuevas...Sí, estaba claro, pero el ser humano olvida rápido, olvida que este instante no se volverá a producir, que aunque parezca que siempre vas a estar así, de bien o de mal, no es verdad, justo unos minutos después pasará, cambiará, como la luna, como marte, como el aire que parecía correr y se quedó quieto nuevamente, como el sol y hasta el calor, como la inspiración que se empezó a marchar y a desaparecer en la oscuridad del desagüe, se fue con el resto de aguas residuales. ¿Eso es lo que era para ti la semilla creativa? ¿Agua residual? Lo es, sí, cuando no la aprovechas se convierte en eso, en mierda, en olor a un pis rancio putrefacto.
En conclusión, estás viva, estás vivo, y eso no lo cambia nada, matizo, lo estás en este instante en el que te pierdes con tu imaginación y vuelas lejos...Isolina Cerdá
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