jueves, 26 de junio de 2014

Entre barrotes.


    Por más que guste el canto de un pájaro, a mí no sé qué me da verlo así, saltando de un lado al otro de su jaula, supongo que no debería poner mis pensamientos a un pájaro ni tratar de empatizarme con él, tal vez su canto no es una petición de auxilio sino una expresión de una maravillosa creación de la naturaleza.

    En cualquier caso me gusta mucho más escuchar el canto de un pájaro en libertad, en medio de la naturaleza, bajo los sombrajes de las ramas de los árboles, volando libres. Sí, pero yo no vivo en medio de la naturaleza, mi casa es de ladrillos, vivo en un cuarto con ascensor, cojo el coche para ir a comprar, mi cuerpo se anquilosa, la naturaleza la veo por la televisión. ¿A caso no estoy más encerrada yo que este pajarito precioso? 

Isolina Cerdá Casado

miércoles, 25 de junio de 2014

Me convertí en una lágrima, llegué hasta el mar después de recorrer tu cuerpo dolorido.

    Y lo reconozco, no me gustó, sé cual fue el origen de mi ser, era una lágrima de tristeza y aunque de vez en cuando me siento melancólica y me gusta recordar, ser una lágrima triste no me alegra lo más mínimo, una y otra vez me pregunto por qué tuviste que crearme.
    De cómo fue mi recorrido por el mundo podría escribirte un libro, es posible que también éste fuera un libro apenado, y ¿para qué hacer algo semejante cuando lo que necesita el mundo es sonreír? 
    Cuando me asomé al mundo por el lagrimal de tu ojo sentí algo grande, la luz me llenó de alegría, me convertí en una extraña lágrima de tristeza bailando entre emociones de felicidad. Ese tipo de  contrastes los tiene la vida, ahora lo sé, cuando lo sientes lo sabes.
    Entonces me di cuenta de que debía estar preparada para lo que la vida que tú me habías regalado iba a ofrecerme. Yo solo era una lágrima de tristeza, apenas podía hacer nada por ti, humedecía cada curva de tu cuerpo, pensabas que las lágrimas desaparecíamos nada más ver la luz, sin embargo nunca lo hacemos, nos quedamos en ti hasta que ya no hay más remedio que decir adiós por pura evaporación. Si nada nos contiene, las lágrimas tristes llegamos a alcanzar rincones perdidos de tu cuerpo, inimaginables recónditos espacios mágicos. Y aunque nos gustaría abrazar el cuerpo no podemos hacer nada más que humedecerlo. 
    Me pregunto qué tristeza me dio vida. ¿Puede un hecho triste crear un gran océano de emociones? ¿Fue la pena que te produjo ver a aquel niño llorando desconsolado? ¿Quisiste por un momento volver a ser tú misma una niña y llorar esas angustias que atormentan a tu ser adulto? 

No lo sé, yo solo soy una lágrima triste que no te deja ver con nitidez el cielo, pero las lágrimas también tenemos nuestra función, es posible que te demos un poco de sombra necesaria, como aquel árbol sobre cuyo tronco reposaste apenas un minuto, y en ese parar y respirar profundo descubriste que yo tenía una razón muy poderosa de ser, y me creaste, bajo una sombra accidental, la vida es una suma de accidentes.

Isolina Cerdá Casado


martes, 24 de junio de 2014

Martes, un objeto de inspiración: Lluvia.

    Sí, está lloviendo, una lluvia pasajera, veraniega, una explosión del calor bochornoso, una locura de ambiente fresco que se recibe casi con necesidad. Hoy es martes, veinticuatro de junio, la vida sigue su curso, estoy en la hora terapéutica, en la que la escritura es el doctor que me dirige, quedo expuesta, lo sé, pero por cualquier razón esta forma de contar lo que me está pasando por dentro y me alivia. 
    En el tiempo que he tomado esta foto y la he subido a este blog la lluvia ha dejado de caer, lo mismo pasa con el desespero, era tan solo una sensación pasajera, ya vuelvo a respirar tranquila, estoy nuevamente balsámica. 
    Ayer estuve mirando cómo podía sacarle partido a este blog, qué absurdo, me doy cuenta de que la escritura como desahogo del alma no debe pensarse en  términos económicos. Sí, y es verdad, pero, ¿qué pasaría en el caso de que no tuviera para comer? ¿qué ocurriría si mis hijos me pidieran yogures y no los hubiera en la nevera? Y no por olvido de una madre despistada, sino por falta de dinero para comprarlos; elegir el que más les guste, no los más baratos, abrir la cartera tranquila y pagarlos sin mirar si llegan o no llegan las monedas. En ese caso al alma no le importarían los problemas de un tiempo lisonjero, que se esfuma, que se pierde en su transcurrir; el alma estaría mirando los ojos de sus hijos y esa necesidad atravesaría mi cabeza transformando totalmente las necesidades y las preocupaciones. Supongo que por eso, por ese miedo repentino sentí de pronto el impulso de sacarle rendimiento a esta necesidad expresiva. 
    Volví a la mesa en la que me siento a escribir, la mesa de la cocina, mi centro de trabajo, y allí seguí tomando el resto de café con leche que me quedaba, a lo lejos se oían relámpagos rabiosos, pero el sol había salido nuevamente aun a pesar del grito de la lluvia. Estaba tranquila, pero no pude evitar hacerme unas cuantas preguntas: ¿Cuánto vale una lágrima que cae sobre una taza de café vacía? ¿Qué valor le damos a esa sensación angustiosa de la carencia de sentidos? ¿Cuánto se pagaría por una descripción de un cuerpo cuarentón al que le cuelgan sus protuberancias casi hasta los pies y cuya cabeza se empieza a llenar de blancura savia? ¿Quién pagaría por saber la vulnerabilidad de una escritora frustrada que no gana ni un céntimo con sus gritos deletreados? 

   - Yo, yo pagaría por sentir al leer un texto generoso, lleno de sinceridad pasmosa, pagaría sí, pero no tengo dinero. 
    No importa, ya me has pagado con tu tiempo dedicado, con tu apoyo, con esa capacidad tuya de creer en mí. 

    La lluvia siempre acaba despertando al alma añorante y triste que se esconde en un rincón de esta máquina compleja que es el ser humano.

Isolina Cerdá Casado


lunes, 23 de junio de 2014

Lunes 23 de Junio. Dejándome inspirar llego hasta este tramo moteado de mi vida. No es el universo, es una superficie negra llena de polvo.

No es el universo, no, no lo es, lo parece pero no lo es. Simplemente es el polvo que en la cámara se ha hecho mucho más presente de lo que parecía a primera vista. ¿Y si eso es lo que me está pasando con muchas de las percepciones que tengo? ¿Y si pensamos que tenemos al universo frente a nosotros y resulta que no es más que una superficie invadida por el polvo. ¿Y si nos sucede al contrario? ¿Y si ese universo que pensamos que tenemos no es más que un resquicio de un podría ser y no es. ¿Y si los sueños se llenan de motas de polvo y al final logran cambiar al perceptor e incluso al propio creador del sueño? ¿Y si nos damos más tiempo? El tiempo suficiente para que las cosas vuelvan a su sitio, que cada objeto ocupe su lugar y que seamos capaces de percibir la verdadera realidad, lo que es realmente, la certeza objetiva de la existencia.

No es una bola de plástico pintada y pegada con silicona a un paraguas negro, es Venus, es el sueño plasmado de un planeta que visitamos en aquel viaje onírico en el que todo parecía real.

Sí, es la letra E, la E de esperanza, la E de esa larga espera en la que el tiempo pasa casi sin darnos cuenta, en un suspiro imperceptible sientes que la vida ha pasado, que todo lo que parecía inalcanzable deja de serlo, pierde el encanto de la imposibilidad y llega, llega hasta ti disfrazado con la crudeza de una realidad imparable, trascendente, vital, única, hermosa y a la vez terrible. Vive, vive mientras puedas, siente mientras puedas.

Sí, S de sí, se puede; S de sueños; S de sentir; S de sola; S de suciedad; S de sopa de espárragos.
La verdad es que todo pasa tan deprisa que no siempre llegamos a entender las cosas que suceden, lo que surge de improviso, lo que aparece sin más. Uno sabe de su vida, de lo que siente, de lo que le pasa por dentro, pero qué sabe nadie de lo que contienen tus adentros. Ni si quiera tú sabes nada. No juzgues, no sabes, no tienes ni idea, no pienses que un hecho solo tiene una explicación o motivación. A veces es solo una apariencia, otras no es ni si quiera eso.

Isolina Cerdá Casado



domingo, 22 de junio de 2014

El geranio ya está mustio, como la dueña. Pues el pobre no tiene la culpa de tu desidia, que lo sepas.

 
Bueno, ya sé que no estás tal cual te veo en la foto, querido geranio olvidado tras una ventana de cristal. Esta foto hace ya unos meses que fue tomada, sino fuera por la cámara y esa imagen captada no me habría dado cuenta del estado de abandono en el que te encuentras, en el que te tengo más bien. 
Creo que me va a venir bien estos días de descanso, de medio descanso, de desconexión, de cierta relajación respecto a las obligaciones horarias escolares. A veces sucede que empiezas a correr y te olvidas de la sensación de caminar despacio, sin prisa, sin tener una hora prefijada con la que cumplir o a la que llegar a los sitios, y ahora mismo siento que eso es lo que necesito, parar.
Vale, ya estoy parada, y ahora qué. 
Ahora a seguir parada, o relajada, sin mirar el reloj más de lo necesario, sintiendo la brisa vespertina que mueve mi pelo y las toallas colgadas de la cuerda verde.
Es hora de reconocer que mi equilibrio se ha visto alterado, que me atormentan las imágenes del trágico suceso, una y otra vez, no sé por qué, pero hasta tal punto me ha afectado que camino por la calle y la veo a ella, veo a mujeres sentadas en el asiento del copiloto, y sus rostros se me asemejan a los de ella, y no consigo olvidar su trágico final, y no consigo borrar de mi mente la descripción del escenario terrible. Y pienso en sus hijos, en los cinco, y es tan injusto que no puedan recibir el calor de su madre.
Supongo que pasará, tal vez ahora, con la edad, me he vuelto más sensible a los golpes que te da la vida, o porque no estoy todo lo fuerte que debiera estar, o porque tiemblo de miedo ante lo que podría pasar. 
No se puede vivir con miedo, no se debe vivir así.
Venga, ya está, ale, ya lo has escrito, ya te has desahogado, ya estás libre. 
No, no es tan sencillo, creo que yo soy un flan tembloroso, un flan que necesita su reposo, temo que alguien me haga desaparecer de un bocado. 
Perdona, un flan no tiene consciencia, no está vivo, no puede tener miedo,
 ¿o si?
¡Ay, no sé!

Isolina Cerdá Casado

sábado, 21 de junio de 2014

Mi mundo.

Mi mundo está presidido por unos novios que se besan sin parar, como si se hubiera congelado el tiempo y lo único que importara fuera el calor de unos labios hambrientos, ¿de amor? ¿de afecto? ¿de deseo? 

En mi mundo hay unas princesas que me miran con recelo, cuyas sonrisas están cristalizadas por la magia que alguien inmortalizó en plástico duro, una zapatilla del número veintinueve lo traslada en una procesión sin cristos ni cruces.


Mi mundo está lleno de imágenes creativas, de sueños de teatro por realizar, de bailes, de historias, de escenarios llenos de expresión interna, de experimentos, de un teatro que nunca morirá, que siempre está presente.

En mi mundo hay paraguas sostenedores de otros mundos, hay gritos, hay mil viajes por hacer dentro de un cohete imaginario que se inicia con el teclear de un ordenador, o el arrastrar de un bolígrafo sobre cualquier superficie potencialmente receptora de cuentos.

En mi mundo hay cocidos, zumos de naranja, cafés matutinos y vespertinos, hay caldos grasos que se tiran por el desagüe, hay sartenes que tuestan pan antes de las ocho de la mañana, hay purés, hay ensaladas, hay bizcochos gallegos muy esponjosos. Hay paellas, guisos con guisantes, lechugas, tomates de la huerta y revuelto de calabacines que a un marido hortelano le dio por sacar de la tierra.

En mi mundo hay ropa por planchar, ropa planchada, ropa sucia, ropa lavada, ropa pasada de moda, ropa de sueños y teatro, ropa de niños y niñas que crecen, ropa que me dan, ropa que voy a dar, ropa que se pega a mi cuerpo y huele a suavizante, o a sudor o a cansancio de caminar por la vida, y de correr y de saltar y de no pararme a sentir y a mirar el paisaje.

Mi mundo está custodiado por un ejército de playmóbiles que se ríen del orden, e instalan el caos; caos que yo asumo, caos que adoro, caos que es vida, caos que preside mi mente, caos que lucha con el orden correcto, con el orden que debe ser, con el orden, con el orden. 

En mi mundo hay dos tortugas pendientes de mí, que esperan que algún día caiga en su charco y nade con ellas entre palmeras de plástico duro.

En mi maravilloso mundo las orquídeas se asoman a la ventana, y ríen, se ríen de un poto arrinconado en la esquinita de un mueble. El amarillo de la amistad está siempre ahí, ellas me recuerdan lo importante que es tener amigos, y tenerme a mí misma, y mirar hacia adentro, y respirar, y relajarme, y quererme mucho porque la única verdad es que yo siempre estaré conmigo, aunque mi yo sea un conjunto de personas que están, que estuvieron, que estarán siempre

En mi mundo hay muñecas despeinadas, niñas que no se quieren peinar, monos, peces, cuadros, hojas que cuelgan de la pared, cascos para ir en bici, sofás heredados, sofás comprados, sillas, mesas, manteles de plástico, de tela. Mi mundo tiene una Nancy que me mira de reojo y se ríe de mí. Y yo, yo voy y le hago una foto a toda esta maravilla que en este instante es mi vida. Tal vez dentro de un minuto ya no será igual, seguro que no será igual, porque todo está cambiando, continuamente, fugazmente. Mi mundo adorado ha sido inmortalizado por una cámara que mi hermano querido me regaló, no he hablado de él, ni de mi otro hermano, ni de mi padre, ni de mi marido, ni de mis hijos, entonces ¿cómo he podido decir que he inmortalizado a mi mundo? Mi mundo es tan inmenso, tiene tantos sentidos, que es imposible reducirlo a una imagen, ni a una frase, ni a un montón de líneas, mi mundo también eres tú, mi mundo...

Isolina Cerdá Casado

martes, 17 de junio de 2014

Estoy contigo.

    La vida avanza, transcurre, está pasando, ellos corretean, ellos son felices, y yo estoy bien, me siento feliz. Dejaré a un lado esos momentos en los que me invaden las dudas, en los que me faltan las fuerzas; los tiempos tristes en los que siento que algo me falta, en los que pienso en las cosas negativas y me olvido de lo importante, de todo lo que tengo, todo lo que me rodea, tengo rosas blancas que se abren ante mí para recordarme que la vida es circular, que todo pasa, y todo vuelve, que todo tiene un sentido y una razón de ser. Y no se trata de querer, ni de poder, ni de saber, ni de estar dispuesta, no, se trata de todo eso junto más un interior lleno de algo, la chispa de la necesidad. Y ahora, hoy, en este instante preciso siento que estoy, veo la luz, siento una extraña paz, porque al saber lo que uno quiere se puede sentir tranquilo, al menos sabe hacia dónde dirigirse, sabe qué color tienen sus sueños. 
    Mis sueños tienen el color de las fambruesas, estas me las dio el frambueso que mi marido plantó en una gran maceta de nuestra terraza, y las mezclé con las moras e hice una mermelada deliciosa para llenarme de energía en las mañanas de mi vida arrastrada; tantas veces siento que me arrastro que hoy me siento ligera de más. El sentirse así es muy duro, tener la sensación de que te levantas pero te obligas a desplazarte, a llegar hasta el baño, a echarte un montón de agua en la cara para ver si retornas a la vida consciente y te aparcas definitivamente de ese mundo onírico repleto de pesadillas que inundan tus noches de intranquilidad. Pero hoy, hoy todo parece distinto, y aunque soy consciente de que puede tratarse de algo transitorio, voy a disfrutar de esta sensación de frescura, de aliento esperanzador. Yo puedo, puedo, puedo.
    Y esos zapatos gastados, esas macetas que un día estuvieron llenas de esperanza y de cuerpos fuertes tendrán su sentido, en ese desgaste está la energía, el rastro de la vida, de las pulsiones, de la fuerza que un día tuvieron nuestros sueños, cuando estrenamos esos zapatitos y comenzamos a caminar por la vida, sin saber, sin ser conscientes de esa totalidad que somos, de sueños, impulsos, dolores, recuerdos, afectos, conflictos. Lo grandes que podemos llegar a ser, con simples gestos vivos y sanos, repletos de corazón y buenas intenciones. 
    Si alguien está en un mal momento debe saber que todo es transitorio, tan transitorio es ese dolor que siente como la felicidad chisposa que siento yo en este momento, porque nunca se sabe en qué punto de tu vida cambiará la perspectiva vital. 
Isolina Cerdá Casado



miércoles, 11 de junio de 2014

Voces


    Gritan, ellas están gritando y da la sensación de que nadie las escucha, no se las oye, y lloran y lloran pero parece que su llanto es invisible, un llanto mudo. ¿Puede un llanto desaparecer del mundo en cuanto el corazón lo crea?
    Depende de la parte del mundo en la que te encuentres. ¿Estás arriba? ¿abajo? ¿a un lado? ¿al otro?
    Tal vez no es problema del corazón que emite sino del que recibe, que está sordo, ciego y mudo.
    Si se hubieran llevado a mi hija...mi niña linda, la de los ojos claros, la rebelde, la que me da abracitos por sorpresa, la que parece una princesa. Ella, mi niña, si a ella nadie la escuchara llorar me moriría de pena, de una impotencia con ondas de dolor, de un llanto salvaje que haría explosionar volcanes olvidados. 
    El dolor robustece, hace que la mirada se profundice, encoje el alma, la vuelve temblorosa y fuerte al mismo tiempo. 
    Las palabras no significan nada si no hay detrás una acción que las empuje, ¿cuál es mi acción? ¿Qué hago yo al escuchar el grito ajeno? ¿O es que mi propio grito me ha vuelto sorda? 
    Es que el tiempo pasa tan deprisa que apenas tengo tiempo de ser consciente de las cosas que vivo, de las cosas que pasan, de la vida en general, la vida es lo que es, un segundo fugaz, un suspiro, una mirada. 

    Ay, no estoy, no estoy, no estoy.
    Vuelve, anda vuelve ya, tus ocupaciones te esperan, los niños, la casa, las actividades,...¡¡¡¿¿¿???!!!

    Isolina Cerdá Casado

    

miércoles, 4 de junio de 2014

Te echo de menos. Nos tomamos un café prontito, necesito abrazarte.


    Bueno, que nada, que yo es que hacía un montón que no me dirigía a ti y estoy un poco con el mono, el mono de tu cercanía, de tus confidencias, de tu cariño próximo. Ahora mismo escribo con un café entre brazo y brazo, entre mi cuerpo y las manos que teclean los impulsos interiores. Tú y yo sabemos que todo tiene su sentido, y que la vida tiene sus momentos y que tarde o temprano las cosas acaban situándose allá donde debían estar, o alguien, tal vez el sentido común circunstancial, las lleva a ese lugar que estaba destinado para ellas. Nuestra relación no ha terminado, en serio, ya sé que ahora mismo da la sensación de que todo ha acabado, como si ya no hubiera nada, ningún objetivo que nos mantenga unidos, pero nuestro hilo no se ha roto, sigue ahí, aunque en ocasiones sea tan transparente que parezca incluso inexistente. Yo te quiero, lo sabes, necesito sentirte en mí, dentro de mí, chispeando. Haciéndome sentir viva y llena de sentidos. "Es como si volara, y desapareciera", me encanta, me encantas. Este cuerpo vivo está palpitándote, te espera ansioso, amor.
 

Isolina Cerdá Casado

Pos pandemia. Corazón postraumatizado.

      Hoy, ahora, hace un momento, me dio por hacer limpieza del bolso. Mi bolso es una especie de contenedor de vida, también de objetos pu...