martes, 22 de junio de 2021

Rafitet

 



    Si tuviera que describir a mi amigo fundamentalmente utilizaría dos palabras: respetuoso y bromista. Son dos cualidades, además de muchas otras que tiene Rafa que lo hacen único. Él es celador, de esos que siempre ven el lado positivo, que  atienden a los pacientes con delicadeza, con respeto máximo, con la tonicidad adecuada, una buena persona que no va a alterar a nadie, que nunca se desvía del camino de la corrección por más que la situación pudiera llevarte a ello. Lo cierto es que la mayoría de las personas que están ingresadas en un hospital son agradecidas y tratan al personal con respeto, pero de vez en cuando has de tratar con personas cuyas formas y actitudes requieren una alta dosis de paciencia y contención. Pues bien, aquel día ambos fuimos sufridores de un comportamiento inadecuado, era un hombre violento y que hablaba de un modo desafiante y agresivo, cuestionaba todas las acciones, e incluso se atrevía a reprochar la experiencia de Rafa. Mi compañero y yo nos mirábamos y asumimos que se debía hacer el trabajo sin contribuir ni dar la más mínima oportunidad a que ese personaje encontrara un motivo para que diera rienda suelta al monstruo que claramente llevaba dentro. Conseguimos ingresar al paciente en su habitación sin que sus actitudes e improperios modificaran la ruta de nuestra labor.

    Rafa es correcto e increíblemente bromista, seguro que todo aquel que lo conozca tiene alguna anécdota graciosa que ha vivido con él. Porque este hombre es de los que piensa que es mejor echarle humor a la vida, y optar por reírte, siempre que puedas elegir entre reír o llorar. ¿Y qué puedo decir al respecto? Pues que es todo un acierto, una fabulosa visión de la vida, sonríele y ella te sonreirá. Haberte conocido es un regalo querido amigo.
    
    Y es que Rafa es amigo de sus amigos, y tiene un montón de amigas y amigos con los que le gusta disfrutar, en el fútbol con su Atlético de Madrid, a la sombra de un buen menú, entre montones de personas saltando en pleno concierto al ritmo de una buena banda de rock, ojalá se pueda volver a disfrutar después de esta pandemia. Y es que Rafa es uno de los guerreros que se ha enfrentado al virus en pleno escenario bélico, y aunque se contagió, tras recuperarse volvió con más fuerza. Gracias valiente.
Yo siempre he pensado que de no ser celador habría sido un gran director de cine independiente con toques de humor inteligente. Memorables sus creaciones audiovisuales, sus sketches increíbles. 

    Se agradece mucho tener un compañero de trabajo que sea capaz de sacarte unas cuantas risas.  Y ese es Rafitet. Gracias por ser así, por despertar sonrisas, por crear imágenes divertidas en las mentes de todos, por ayudarnos a salir de vez en cuando de la cotidianidad. Gracias por ayudarme a ver esa empanada voladora que tú y yo sabemos, y hacerme reír como una enana. 

    No cambies querido, se te quiere.

Isolina Cerdá Casado


miércoles, 9 de junio de 2021

Casas con flores y peces que nadan contracorriente y casi se ahogan

 La vida es un camino de aprendizajes. Miles, todos los días aprendes cosas nuevas, y te das cuenta de que las cosas muchas veces pasan por algo, algo que vendrá después y te contará al oído porqué tuviste que pasar por eso.

   Pero no siempre, es verdad, hay cosas que no se explican, hechos durísimos, pérdidas injustificables, imposibles, golpes en el alma, roturas enormes, caídas al vacío... Es entonces cuando todo se tambalea y llueven preguntas imposibles de responder,  no tendrás más remedio que seguir caminando como si fueras un muerto viviente, eso parecerá y eso sentirás, como si caminaras a la fuerza con todo el peso del universo, te dejas llevar, quieres ser llevada. 

    Más tarde o más pronto encontrarás un camino, una puerta abierta, una mirada, algo que te ayudará a seguir con esa pesada carga. Aunque solo sea la misma corriente que arrastra restos de algas desprendidas. Y te conviertes en un pez, uno de colores que mira de reojo al resto de peces del océano, aunque ya no te importan los colores solo la fuerza de la corriente. 



    En cualquier caso la vida fluye a pesar de todo, y hay que dejarla fluir, para poder llegar a ese refugio, tuyo, íntimo y personal, en el que eres capaz de encontrar la paz. Esa casita llena de ti, en la que fluyen los pensamientos positivos, con puertas y ventanas de madera, rodeada de flores y naturaleza, una casa en un árbol,  ahí te esperan los sueños, los que siempre te han sido fieles, aun cuando todo se derrumbó e hizo desaparecer el oxígeno, ellos siguieron contigo. Y ellos te sacaron. Y ellos siguen abrigando tu mirada. Camina...



viernes, 4 de junio de 2021

Ángel blanco

 





    Caminaba con dificultad, tal vez había estado durante demasiado tiempo sin respirar, sin ser consciente de la intensidad, del estrés circundante, de la mente cargada de sacos de cemento, presionada, al borde...

    Me encontraba en un momento absolutamente oscuro, me costaba dar un paso, horrores, parecía como si al levantar el pie tuviera que cargar con el peso del universo, me sentía sola, no lo estaba en realidad pero era como si la vida se hubiera convertido en un túnel oscuro y lleno de barro pegajoso adherido a las extremidades de mi cuerpo.

    Era solo una muñeca, no era ni la primera ni la última muñeca rota, el cuerpo finito del ser humano tenía esas cosas, a veces se rompía por un extremo, o todo entero. Yo sentía que estaba rota, toda yo, tal vez porque ya lo estaba un poco antes, posiblemente, la caída casual fue la gota que colmó el vaso, y así fue como se produjo en mí esa fractura de alta energía. ¿Pero de dónde procedía esa energía? ¿Era posible que el estrés de vida que llevaba fuera causante o tuviera alguna responsabilidad en semejante fractura?

    Ella me lo dijo, tal vez, tal vez tuvieras que parar, puede ser que el universo creyera que en ese momento era mejor frenar de golpe. Y frené, frenó todo, paré de golpe, con un golpe de alta energía, tanto fue así que empecé a sentir que mi cuerpo se iba derritiendo, mi creatividad, el impulso de hacer cosas, es verdad que muchas cosas no las podía hacer, pero otras ni si quiera las intentaba. De verdad sentí que no iba a ser capaz de salir de ese pozo en el que sin saber cómo había caído. Escuchaba las voces, todas ellas me decían que yo podía, todas me transmitían energía, positividad, pero yo veía mi muñeca, ella me recordaba que no estaba bien, y cada vez iba escuchando las voces más lejos, incluso aunque me susurraran al oído, yo asentía e intentaba aparentar cierto bienestar, de qué servía que vieran esas gotas de tristeza y oscuridad. Me desahogaba, les contaba, pero aún así el peso de la oscuridad lo sentía en silencio.

     Entonces llegó ella, llegó porque tenía que llegar, tal vez el mismo universo creyó que era bueno para mí, y cuando supo de mí algo le llegó de esa energía y sintió que debía ayudarme, sin más, porque su acto iba a hacer que el mundo fuera mejor, hacer algo bueno por alguien sin esperar nada a cambio. Así llegó mi ángel, el que a través de sus manos era capaz de sentir ese golpe brutal, el que me acogió en su regazo, con esa especie de impulso de amor maternal que se siente cuando se recoge a un animalito herido, y le das calor, y lo acoges en tu casa, y sientes que lo puedes ayudar para que coja fuerzas y pueda volver con su familia, tal vez se cayó del nido, tal vez fue atropellado, o se perdió, o cruzó una calle y sufrió un atropello que lo dejó mal herido... Tú fuiste, lo recogiste del suelo, tú sabías que apenas podía caminar, sabías que podía romperse del todo y decidiste rescatarlo, de sí mismo, de su propio verdugo, de las cadenas invisibles que le impedían caminar, del dolor.

   Entonces cogiste esa manita rota, y empezaste a trabajar con ella, a movilizar, a dirigir la energía, a acariciar el alma con esos consejos sabios y llenos de luz porque salían directamente del corazón. Recuerdo esos primeros días, cuando mis ojos se encharcaban con una facilidad abrumadora, y tú insistías en ayudar también al alma, y la calmabas, y le hacías ver que debía cuidarse, que debía atreverse, que podía seguir caminando. Fui saliendo del pozo, y ahora estoy más convencida que nunca de que podré recuperarme del todo, gracias a ti. He vuelto a sacar a Leia a pasear, me he enfrentado al miedo y estoy escribiendo en el ordenador, con ambas manos, con todos los dedos pulsando en su posición correspondiente. Y hoy he tenido el impulso de agradecer al universo el hecho de que me haya cruzado contigo porque nunca una mano amiga ha sido tan necesaria. Un ángel blanco, una buena persona, un hada de los bosques en medio de un mundo que se tambalea, una profesional que no solo ayuda a movilizar el cuerpo y a encaminarlo en su curación, sino que lo trata como un ser holístico, equilibrando energías, arrullando almas.

    Gracias por tu saber hacer, por tu generosidad, por tu sonrisa.


Isolina Cerdá Casado

Pos pandemia. Corazón postraumatizado.

      Hoy, ahora, hace un momento, me dio por hacer limpieza del bolso. Mi bolso es una especie de contenedor de vida, también de objetos pu...