sábado, 28 de diciembre de 2013

Absurdo.

    Estás perdida en una gran cueva, no sabes cómo vas a poder salir de ella, notas brisas cercanas que te acarician, que te golpean, que te abrazan. Explosión. Brusquedades. Déjate de tonterías. Lo que de verdad quieres es que alguien te ofrezca una fórmula mágica. Pasa el tiempo, muy rápido, lo sabes, sabes que las arrugas te están cubriendo el rostro de besos. ¿Y? Pues que no lo he hecho todo, no, no he volado todavía por cielos desconocidos. ¿Y? Pues que eso quiere decir que no puedo morir. Pero la verdad es que la vida pasa, pasa tan deprisa que no te das tiempo. Anda, coge una copa de vino. Voy. Mira, es navidad, y estás con tantas tonterías que no sé qué decirte. Escribes sin ton ni son, sin saber lo que tienes que decir, ni si quiera sabes si quieres decir algo con sentido, estás en estado de absurdo, porque ahora mismo te sientes absurda, sin motivación, sin empujones creativos. ¿A sí? ¿Entonces qué haces delante del ordenador de tu papi? Pues nada, que hace mucho tiempo que no me sentaba creativamente hablando delante de una pantalla, y ahora mismo pienso que necesito que me regalen caricias explosivas supersónicas, que me hagan recuperar la fe en el mundo de fantasía que me envuelve y me reboza el alma. Las cosas son así, llega un momento en el que te asomas al exterior por un pequeño cristal, tan pequeño que apenas puedes ver parte de los árboles, y un trozo de chimenea, y una ventana con rejas. Y el grito de un llanto te acuna la tristeza del alma. Oh, vamos, no será para tanto. Es navidad, estás envuelta de esperanza, ¿o no lo estás? En cualquier caso tienes un proyecto de grandes ropajes, vestiditos de seda negro con plumas rosas, eres un hada que pasea sobre nubes de chocolate con nata, que hace llover tormentas dulces de leche con cacao. Bueno, que vale ya, que lo dejes, que no hay forma de escribir cosas con sentido. ¿Y quién necesita de sentido? Pues tú misma. No, no lo necesito. ¿No? ¿No?¿Eh? ¿Eh?
    Besos grandes, besos dulces para todos, besos envueltos en harina crujiente aceitosa y pastosa. Yo es que, bueno, pues tengo un problema con las gambas. Y me gustaría comerme un bocadillo de chorizo. Y quiero ponerme unas chanclas para pasear por encima de un charco y saltar, y mojarme, y reír. Hace tiempo que no me dan ataques de risa. Es una pena. Venga, qué más te falta por decir. Nada, por hoy nada más, que me voy a poner carmín rojo y a pintar un poco, me pondré una ropa que me haga sentir diferente a la cotidianidad e iré a rememorar viejos tiempos. Pues ale, que me voy, que ya está, que por hoy es suficiente, parece que te has arrancado un poco, venga, lo siguiente un monólogo para regalar al mundo, y a ti misma. Por cierto que feliz navidad, y felices fiestas para aquellos que lo sientan, al menos lo de estar de fiesta.

Isolina Cerdá Casado

domingo, 15 de diciembre de 2013

Apenas unos minutos.

    Nada más que eso poseo en este instante para decirte algo, contarte un pequeño cuento que llega hasta aquí para ver la luz y acariciarte. Bueno, ya estamos con las típicas ñoñerías tuyas en las que te pones tierna y escribes con perfecciones programadas. ¿Por qué no te sueltas el pelo y saltas al vacío y vuelas libre? Lo he intentado, me asomé, y pude darme cuenta de que allá, en el fondo más alejado del abismo, había un cuerpo destrozado, el impacto del golpe lo había vaciado de vísceras y sangre y aquel desparramo rojo ennegrecido me aterró; sin vísceras yo no sería nada, no podría caminar, ni si quiera sentir miedo, no quería desaparecer del mundo de esa manera. Es cierto que sólo había un cuerpo, más allá se podía ver a personas felices volando, personas que estaban siendo arrastradas por mareas creativas y llenas de fuerza y de luz. ¿Pero y si muero? ¿Si me lanzo y me vacío? ¿Si vuelo y nunca más vuelvo a sentir las gotas de lluvia refrescando esas ideas destructivas que en algún momento me golpearon? ¿Y si no vuelvo a verles felices, sonrientes, llenos de vida? Desde la muerte no tengo la seguridad de poder poseer todos los sentidos. ¿Pero y si estás muerta en vida tiene más sentido? Oh, venga, no seas tan bruta en este lunes de diciembre helado. Ni estás muerta ni quieres estarlo, por eso en apenas unos minutos te has asomado aquí y has sonreído, aun a pesar de los cadáveres que te observan desde el averno, inmóviles, quietos, dormidos.

Isolina Cerdá Casado

Pos pandemia. Corazón postraumatizado.

      Hoy, ahora, hace un momento, me dio por hacer limpieza del bolso. Mi bolso es una especie de contenedor de vida, también de objetos pu...