sábado, 30 de abril de 2022

Tiempo

 



Caíste del árbol y fuiste a parar a una mano amiga, que  últimamente no deja de ver belleza en todo lo que la naturaleza le ofrece. Eras bella cuando floreciste encumbrada entre hojas verdes llenas de vida y sigues siendo bella cuando reposas silenciosa sobre el suelo rojizo que rodea el jardín primaveral. 
Sentada sobre un banco de piedra cuyo frescor se agradece, mirando al infinito, atravesando la cafetería entre pensamientos difusos y sentimientos vitales, sí, estoy bien, ella está bien, asumiendo que hay que sacar brillo a la armadura, y revisar los flancos por si hay vulnerabilidades, y fortalecer, con flores o con palabras que acarician el alma.
Todos tenemos luchas en el horizonte, están ahí esperando al tiempo.

Isolina Cerdá 

viernes, 22 de abril de 2022

Naturaleza sabia

 

Nunca digas que no puedes, por muchos problemas que se interpongan entre tú y tus sueños.                  

Por más difícil que parezca, por más duro que sea, habrá un camino alternativo.

Un hueco en el asfalto gris, una ventana hacia el sol radiante, una oportunidad para seguir adelante sin rendirse.

Por más duro que parezca, podrás,  porque encontrarás la manera, crecerás, alargarás las piernas y tus ojos verán la luz. 
Y las hojas también, 🍃 ellas te iluminarán. 

martes, 12 de abril de 2022

Escritura creativa


    Acababa de tomar unas tostadas y un café con leche, de cuyo rastro solo quedaba una taza de tigre valiente con una cucharilla solitaria cubierta en parte de rastros babosos de café reseco,  de las tostadas apenas había unas migas de pan que jugaban a ser un público pegado de los conciertos de antaño, de los pre-pandémicos. Parte del agua cristalina que quedaba en el vaso había ido de viaje por el interior de un cuerpo resacoso de problemas, que en realidad no eran problemas sino la consideración como tal de las simples y complejas luchas diarias a las que todos nos enfrentamos con un simple cuchillo de untar mantequilla. Estaba emocionada y contemplativa, tal vez era el resultado de la ingesta de azúcar en forma de mermelada de frambuesa que había ido a parar a un estómago encogido por preocupaciones absurdas, siguiendo la afirmación de una conocida psiquiatra que asegura que el noventa por ciento de lo que nos preocupa nunca sucede. Me sentía afortuna por el simple hecho de volver a sentir el impulso. Ya lo he dicho muchas veces, o más bien he escrito sobre ello, sobre la importancia del impulso, eso que nos ayuda a tomar decisiones, a emprender determinadas acciones. Creedme, si no hay impulso apenas hay vida, lo sé porque lo he vivido, es como un estado de parálisis, o de reseteo, tal vez de recuperación, de rearme. ¿Estaré de nuevo de vuelta? ¿O este estado apenas es un espejismo en el desierto terrible que para una persona creativa supone no crear nada? Cuando estás animada, cuando no falta el impulso, eres capaz de encontrar delicioso pan dentro de un envase de papel que en algún momento del día anterior acogió una barrita recién horneada. Se trata del punto de vista positivo, y es que no se trata simplemente de cambiar la visión, se trata de poder hacerlo, de pronto un día te encuentras con que una escena de un simple post-desayuno puede ser una imagen inspiradora, o hacer que lo sea, y encender el ordenador que tu hijo te arregló y tener ganas de pulsar teclas, sin que el ruido de la lavadora en pleno funcionamiento te afecte lo más mínimo, ni si quiera los sucios cristales de la ventana en los que la lluvia turbia de uno estos días dejó su huella. No importa, nada se interpondrá entre el ordenador y yo, estos minutos son para mí y mi renacer. 

 Isolina Cerdá Casado

Historias


    Esta es la imagen que inspiró la idea de iniciar la escritura de este texto. Este firme pertenece a una zona asfaltada que comunica el pabellón quirúrgico con el pabellón San José del Hospital de Cantoblanco de Madrid, llevaba un parche de medicación de un pabellón a otro. Trabajo como celadora en dicho hospital desde noviembre del 2021, previamente había trabajado desde el 2019 en las Urgencias generales del Hospital La Paz. Y bueno, supongo que estos detalles que doy son importantes porque de alguna manera esa inspiración viene tanto de los espacios, como de las historias vividas en ellos. Así como del parón casi forzado por la crisis interna, o el síndrome postraumático que cada vez estoy más convencida que me acompaña y determina en esta situación actual en la que me hallo. 


    A lo que iba, medicación en mano, cielo grisáceo, ambiente húmedo, limpio y envolvente, aroma de naturaleza salvaje, suelo gris lleno de grietas... De pronto una imagen, las mil historias con las que se podría cubrir ese asfalto roto por el tiempo, los vehículos sanitarios, la Filomena de pelo blanco y frío como el hielo,... Podría cubrir todo el suelo asfaltado, cada tramo podría llenarse con las palabras necesarias para contar las mil historias acontecidas. Y entonces me volví a ver escribiéndolas, sintiendo que allá en el fondo más escondido de mi alma todavía existía la necesidad de escribir sobre todo aquello que me había marcado el alma. No solo se presentaba como un rasgo de mi profunda sensibilidad, ni si quiera como algo personal, se trataba de algo que trascendía de mi yo interno aunque estaba tamizado claramente por él. 
    Pude ver los trozos de papel escritos cubriendo todo el suelo de asfalto por los que no solo transcurrían las ambulancias, los coches privados y los diferentes vehículos de limpieza y mantenimiento, sino también por los que caminaban los guerreros blancos. ¡Ay! Esas dos palabras me acaban de emocionar, "guerreros blancos", bueno, básicamente es porque el noventa por ciento del vestuario del capital humano que trabaja en el hospital va vestido con un uniforme blanco, aunque también los hay rojos, esos suelen trabajar en espacios estériles y con ejecuciones laborales muy delicadas, quirófanos, salas de endoscopia, etc. Ahora mismo cuando hablo de guerreros blancos incluyo a todos los colectivos, médicos, enfermeras, TCAE, limpieza, celadores, auxiliares de servicios, mantenimiento...
    Guerreros blancos...
Miradas que te lo dicen todo, te susurran al oído los miedos, la sensación de ahogo, el dolor airado, el luchador, el rendido, el sonriente y feliz, el agradecido, el ilusionado...
También el agobiado, el estresado y  el amargado.
Sales del pabellón, respiras, ves, el viento verde te acaricia la cabeza aplacando las ideas agobiantes, y vuelves, adentro te necesitan.
    A algunos de esos guerreros se les despidió con un "Gracias y hasta pronto", todos esperábamos un "No te vayas, te seguimos necesitando". Solo los árboles verdes supieron lo que se vivió allí, las ardillas se lo chivaron, y ellos mismos trataban de enviar su fuerza de naturaleza viva; lo mismo que trataron de hacer las paredes del Hospital La Paz con el personal que trabajó allí luchando codo a codo con los pacientes ante ese monstruo desconocido que nos desestabilizó para siempre y nos hizo ver lo frágil que es nuestro equilibrio social y humano.

    Las imágenes, los trocitos de historias, caminando sobre ellas, y gracias a ellas, y a pesar de ellas.

Isolina Cerdá Casado



 

Pos pandemia. Corazón postraumatizado.

      Hoy, ahora, hace un momento, me dio por hacer limpieza del bolso. Mi bolso es una especie de contenedor de vida, también de objetos pu...