Caíste del árbol y fuiste a parar a una mano amiga, que últimamente no deja de ver belleza en todo lo que la naturaleza le ofrece. Eras bella cuando floreciste encumbrada entre hojas verdes llenas de vida y sigues siendo bella cuando reposas silenciosa sobre el suelo rojizo que rodea el jardín primaveral.
Sentada sobre un banco de piedra cuyo frescor se agradece, mirando al infinito, atravesando la cafetería entre pensamientos difusos y sentimientos vitales, sí, estoy bien, ella está bien, asumiendo que hay que sacar brillo a la armadura, y revisar los flancos por si hay vulnerabilidades, y fortalecer, con flores o con palabras que acarician el alma.
Todos tenemos luchas en el horizonte, están ahí esperando al tiempo.
Isolina Cerdá
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