Esta es la imagen que inspiró la idea de iniciar la escritura de este texto. Este firme pertenece a una zona asfaltada que comunica el pabellón quirúrgico con el pabellón San José del Hospital de Cantoblanco de Madrid, llevaba un parche de medicación de un pabellón a otro. Trabajo como celadora en dicho hospital desde noviembre del 2021, previamente había trabajado desde el 2019 en las Urgencias generales del Hospital La Paz. Y bueno, supongo que estos detalles que doy son importantes porque de alguna manera esa inspiración viene tanto de los espacios, como de las historias vividas en ellos. Así como del parón casi forzado por la crisis interna, o el síndrome postraumático que cada vez estoy más convencida que me acompaña y determina en esta situación actual en la que me hallo.
A lo que iba, medicación en mano, cielo grisáceo, ambiente húmedo, limpio y envolvente, aroma de naturaleza salvaje, suelo gris lleno de grietas... De pronto una imagen, las mil historias con las que se podría cubrir ese asfalto roto por el tiempo, los vehículos sanitarios, la Filomena de pelo blanco y frío como el hielo,... Podría cubrir todo el suelo asfaltado, cada tramo podría llenarse con las palabras necesarias para contar las mil historias acontecidas. Y entonces me volví a ver escribiéndolas, sintiendo que allá en el fondo más escondido de mi alma todavía existía la necesidad de escribir sobre todo aquello que me había marcado el alma. No solo se presentaba como un rasgo de mi profunda sensibilidad, ni si quiera como algo personal, se trataba de algo que trascendía de mi yo interno aunque estaba tamizado claramente por él.
Pude ver los trozos de papel escritos cubriendo todo el suelo de asfalto por los que no solo transcurrían las ambulancias, los coches privados y los diferentes vehículos de limpieza y mantenimiento, sino también por los que caminaban los guerreros blancos. ¡Ay! Esas dos palabras me acaban de emocionar, "guerreros blancos", bueno, básicamente es porque el noventa por ciento del vestuario del capital humano que trabaja en el hospital va vestido con un uniforme blanco, aunque también los hay rojos, esos suelen trabajar en espacios estériles y con ejecuciones laborales muy delicadas, quirófanos, salas de endoscopia, etc. Ahora mismo cuando hablo de guerreros blancos incluyo a todos los colectivos, médicos, enfermeras, TCAE, limpieza, celadores, auxiliares de servicios, mantenimiento...
Guerreros blancos...
Miradas que te lo dicen todo, te susurran al oído los miedos, la sensación de ahogo, el dolor airado, el luchador, el rendido, el sonriente y feliz, el agradecido, el ilusionado...
También el agobiado, el estresado y el amargado.
Sales del pabellón, respiras, ves, el viento verde te acaricia la cabeza aplacando las ideas agobiantes, y vuelves, adentro te necesitan.
A algunos de esos guerreros se les despidió con un "Gracias y hasta pronto", todos esperábamos un "No te vayas, te seguimos necesitando". Solo los árboles verdes supieron lo que se vivió allí, las ardillas se lo chivaron, y ellos mismos trataban de enviar su fuerza de naturaleza viva; lo mismo que trataron de hacer las paredes del Hospital La Paz con el personal que trabajó allí luchando codo a codo con los pacientes ante ese monstruo desconocido que nos desestabilizó para siempre y nos hizo ver lo frágil que es nuestro equilibrio social y humano.
Las imágenes, los trocitos de historias, caminando sobre ellas, y gracias a ellas, y a pesar de ellas.
Isolina Cerdá Casado
Qué texto tan lleno de razón, todos hemos sentido la marcha de tantos compañeros involucrados en tanto dolor que hemos pasado juntos dos años, solo espero que vuelvan todos con una buen contrato para quedarse.😘😘😘
ResponderEliminarSe nota la tristeza en tus palabras...espero que todos tengáis ese reconocimiento que se os debe..."guerreros blancos"
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