viernes, 29 de enero de 2021

Segismunda y Gumersinda. Secuela de "La mosca". Breve texto inspirado por Bibi.

   https://anchor.fm/isolina0/episodes/La-venganza-de-Segismunda-y-Gumersinda-epl917


  Segismunda y Gumersinda eran dos compañeras de viaje, bueno, digamos mas bien que la vida las llevó a estar juntas durante un período de tiempo. Segismunda era una araña muy maja que se había establecido en una esquina del hospital, situada en un pasillo cercana al mortuorio. la mosca Gumersinda llegó hasta allí en busca de su prima, por lo visto había sufrido graves quemaduras de café con leche muy caliente, Gumersinda que adoraba a su prima decidió no darla por perdida y se fue a buscarla a uno de los hospitales de referencia como era el Hospital La Paz de Madrid. El accidente de la prima había tenido lugar en un domicilio particular situado en Leganés perteneciente a una trabajadora de dicho hospital. Al haber sido causante de dicho accidente Gumersinda confiando en el civismo y la cordura humana consideró que la dueña de la casa habría podido llevar a su prima a la planta cuarta de quemados situada en el edificio de traumatología. Está claro que Gumersinda no era conocedora totalmente de la historia de su prima, así como de lo cojonera que podía llegar a ser. Obviando totalmente la posibilidad de que su prima hubiera ido a parar directamente al cubo de la basura. La cuestión es que tras recorrer todo el hospital y casi esperando una ultima posibilidad de reencuentro con lo que quedara del cuerpo de su familiar, Gumersinda se fue buscando el mortuorio. Simplemente tuvo que seguir a un par de celadores que llevaban una camilla con lo que debía ser un cuerpo inerte, vamos un éxitus, y allí investigar si las moscas también llegaban a hospedarse transitoriamente en las cámaras frigoríficas. 

    Una vez que llegó al mortuorio se quedó por allí rondando para investigar. Vamos que se echó unos vuelos mosquiles tanteando el territorio y los diferentes accesos. En esos vuelos escuchó una voz procedente de una atareada arañita que mientras tejía y tejía iba recitando una extraña mezcla de "La vida es sueño" y "Hamlet", al parecer Segismunda había sido actriz de teatro y de vez en cuando se metía en el papel de algún personaje para darle sentido a una vida que nada tenía que ver con su sueño de multitudes, escenarios y grandes trajes que cubrieran sus largas y numerosas piernas. 

    "Ser o no ser, he ahí la cuestión, en esta vida amargada y triste, de altos muros, donde la libertad queda restringida por la más absoluta oscuridad. Qué puede haber más duro que ver una y otra vez el mismo muro. Si tan larga y pesada vida espero, y tengo, que muero porque no muero. A caso no es más feliz una mosca incluso en una vida hostil. No debo pensar que esto es el fin, las cadenas que me amarran salen de mi propia piel. Y si ellos son felices, aunque lleven camillas tristes...¿No debo ser yo un poco mejor y vivir con ilusión? No te amargues querida Segismunda, porque tal vez esto sea un sueño y los sueños, sueños son".

   "¡Bravo! ¡Bravo!- Arrancó gritando Gumersinda a la vez que aplaudía emocionada. "¡Fantástico monólogo, Segismunda! ¿Qué haces aquí en vez de estar en un teatro maravilloso recitando algo tan hermoso?..."


    Así fue como Segismunda y Gumersinda  iniciaron su relación, una deseando actuar y la otra adorando ver esas maravillosas obras que la trasladaran a otros tiempos y otras vidas. Gumersinda le contó a Segismunda toda esa vorágine de idas y venidas por el hospital buscando a su prima, le contó que deseaba establecerse en algún lugar porque se había dado cuenta de que en aquel mortuorio jamás encontraría el cuerpo de su prima, ya que los cuerpos que traían los celadores eran enormes, gigantes, tal vez algún día pudiera ver el cuerpo de la asesina de su prima, sería tal vez lo único que podría traerle algo de paz, en el Hospital La Paz. Segismunda la tranquilizó, e hizo ver a Gumersinda que la mejor venganza sería seguir molestando terriblemente a la susodicha asesina de moscas cojoneras, convenciéndola para esperarla allí, ya que por lo visto era celadora, y en el momento que la viera se pegara a su oreja y la estuviera fastidiando hasta el resto de sus días. Así mismo, y ante la admiración demostrada por Gumersinda hacia la araña Segismunda, ésta le prometió que jamás se la comería, y que podrían convivir juntas en esa esquina hasta que llegara el momento de la venganza. 

    "Calla, calla, que viene alguien...Voy a seguir tejiendo".


    Bibi había llegado al mortuorio con mucho tiempo de antelación. Esperando a que llegaran los celadores para guardar el éxitus hasta que vinieran los de la funeraria, estuvo mirando ensimismada cómo una araña de patas larguísimas tejía increíblemente una telaraña. Se dio cuenta de que una mosca estaba volando por allí cerca. La telaraña estaba maravillosamente elaborada, y se preguntó si sería capaz de atrapar a aquella mosca. Entonces le vino a la cabeza una idea, seguramente si viera esto Isolina tal vez haría uno de sus textos, como aquel de la mosca cojonera en la que un café con leche ardiendo acababa con el dichoso aleuródido, jiji.


Isolina Cerdá Casado

domingo, 17 de enero de 2021

48 deseos

https://anchor.fm/isolina0/episodes/48-deseos--texto-de-Isolina-Cerd-y-msica-de-Martinjn-de-Boer-NiGiG-ep5um8


 Ayer fue mi cumpleaños, cumplí cuarenta y ocho años. No me atrevo a decir que es un bonito número y que me gusta mucho. Y todo porque el año dos mil veinte también me parecía un buen año recién estrenado, aún con la copa de sidra en la mano, y sin embargo...

He vivido, yo solo sé que he vivido, y que quiero seguir viviendo. Me gustaría que este número fuera significativo y especial, que fuera un año de grandes logros para todos, pero ya el inicio fue distinto. 

Aunque en ocasiones basta con desearlo... 

Deseo que seas feliz, tú que estás leyendo esto, deseo que asomada a la ventana respires profundo y sientas que estás donde querías estar. 

Deseo que esto que nos perturba a todos desaparezca pronto, que se vaya, con vacuna, con sentido común, con una estrategia coherente, pero que nos deje seguir caminando. 

Deseo verte pronto, que todo aquel que tenga ese deseo lo pueda llevar a cabo y sin peligro, que no haya prohibiciones porque ya no esté el innombrable. Que podamos abrazarnos, reírnos sentados en la misma mesa sin necesidad de una mascarilla... Y vernos la sonrisa, el gesto completo, el alma abierta. 

Deseo correr por el parque sintiéndome libre y con impulso, y con ganas, muchas ganas. Deseo cuidarme, que te cuides, que se cuide, que le cuiden y deseo cuidarte hasta el dedo más lejano de tu pie. 

Deseo sonreír con ganas y con fuerza. Y que no sea algo extraordinario, ni extraño ni infrecuente, que me harte hasta rebosar por los poros de la piel la alegría sobrante, que hasta pueda regalar kilo y medio de risas a las finas hierbas y bañadas en champán o vino tinto.

Deseo bailar pegada a un colchón de abrazos frescos y achuchones llenos de amor y alguno también de deseo loco y sin razón. 

Deseo escribir un cuento alegre que al ser leído revuelva el alma y llene de sentido emociones convulsas, que yo me convulsione, que tú te convulsiones, que él se convulsione... De la locura emocional enriquecedora y loca del amor profundo por la vida.

Deseo que no te canses, de seguir queriendo explorar mi cuerpo, y el cuerpo de la montaña verde o el del campo beige, y el de aquella ensoñación que tuvimos juntos aquel día azul de invierno gris.

Deseo que me cantes con los ojos, y escucharte con mi boca y sentir que me escuchas con tu piel y me oyes con tus manos. 

Deseo sentirme viva, y que tú te sientas viva y que él se sienta vivo, y que de tanto sentirnos vivos tengamos que gritarlo, al pie de la montaña, en lo alto de una cascada, en medio de un jardín lleno de flores de mil colores. 

Deseo que tengas salud, y fuerza para luchar y que no te rindas para recuperarla si es que estás en medio de un camino helado lleno de tubos por todos lados. 

Deseo que aunque no haya nadie más, nunca te sientas solo, ni sola, ni blanco ni negro, que simplemente sepas que tú siempre estarás contigo. Y él, y ella, y ellos, y ellas, pero sobretodo tú contigo mismo. 

Deseo que tengas fuerza y fortaleza, para cerrar puertas, para adentrarte por caminos nuevos, para lanzarte por toboganes  de arcoiris sin miedo y sin necesitar impulsos externos a tu cuerpo ardiente de oro negro. 

Deseo que quieras jugar a la comba, o al pilla pilla, o al escondite inglés, aunque tengas cuarenta, ochenta o dieciséis.

Deseo que duermas bien, que no te duela el cuerpo, ni el alma, ni el peroné, que tu cabeza se adapte bien hasta en una almohada de papel. 

Ayer fueron cuarenta y ocho, y en un vaivén serán otros tantos más. La cuestión es que de momento será mejor caminar y no darle demasiadas vueltas a cómo narices llegué a esta edad casi sin darme cuenta ni de respirar. 

Isolina Cerdá Casado 



martes, 12 de enero de 2021

Acerca de la emoción producida por la iniciativa SOS 4X4 RESCATE

 




Ayer por la tarde, cerca de las siete de la tarde algo pasó que me hizo gestar este texto. El sábado 9 de enero tuve las primeras noticias de la existencia de esta iniciativa para ayudar a las personas que necesitaran desplazarse a los hospitales, tanto pacientes como sanitarios. Una amiga escribió sobre lo orgullosa que se sentía de que su marido estuviera colaborando con ellos. El viernes por la tarde fui una de las afortunadas que pudo llegar a casa tras la jornada de trabajo ya que todavía funcionaba la línea 10 de metro que me permitió llegar a Leganés desde el Hospital La Paz sin demasiados problemas. El problema lo tuvieron compañeros dependiendo del lugar de origen y destino desde el mismo viernes por la noche. Muchos dejaron el coche y se fueron en metro, otros se tuvieron que quedar a doblar porque no había forma de salir del hospital con el transporte que necesitaban para llegar a sus casas. El problema gordo fue a partir del sábado tras la gran nevada y las bajísimas temperaturas, ya no había ni metro, línea 10 cortada en el tramo que enlazaba con las poblaciones del sur de Madrid. Bueno, y muchos problemas sin Cercanías, sin coches, las carreteras como estaban...un largo etcétera. 

La cuestión es que mi amiga habla de SOS 4X4, y yo me emociono; veo imágenes de personas anónimas con su vehículo que se suman a esta iniciativa, y yo me emociono; compañeras del hospital agradecen a través de las redes la maravillosa actuación de estos ángeles gracias a los cuales consiguen llegar el domingo y el lunes a sus puestos de trabajo, yo sigo emocionándome. Y ayer, ayer en la Urgencia del Hospital La Paz, a eso de las siete de la tarde llegan dos personas que acaban de traer a un matrimonio que tenía que venir al hospital se ofrecen para llevarse a gente que lo necesite en el viaje de vuelta, y yo me vuelvo a emocionar, trato de disimular las lágrimas emocionadas, bendita mascarilla que en este caso me permite disimular el llanto emocionado. Entonces vi a mi encargada, que les orientó para que dos pacientes de diálisis pudieran irse a casa con ellos, se acercó a una de mis compañeras y le dijo que se tenía que ausentar un momento, yo la observé por el rabillo del ojo, acercaba una mano a los ojos mientras desaparecía de la puerta de la urgencia, observé que algo le había pasado e intuí que también ella se había emocionado. Cosa que me confirmó después. Ahí fue cuando sentí este impulso y la necesidad de escribir sobre ello. 

Y es que estas personas con esa iniciativa absolutamente altruista nos han emocionado a todos, porque han sido la esperanza cuando las ambulancias no podían abarcar todo y muchas no podían circular, cuando los taxis tampoco lo podían hacer, cuando no había posibilidad para muchos de desplazarse, ellos han ayudado, han sido héroes, porque ponían en riesgo sus vehículos, su propia integridad física para ayudar, sin más, sin más rendimiento que un agradecimiento sincero. Hoy he sabido que han sufrido agresiones e incluso personas que han abusado de su generosidad. Siempre hay una excepción que confirma la regla, y la regla en este caso es el agradecimiento por haber estado cuando se les ha necesitado, sin más, por habernos dado esperanza de que no siempre se hacen las cosas por dinero, muchas veces el ser humano saca a pasear su lado más noble y hace que el resto de las personas reconozcamos esa cualidad y volvamos a creer en ella. Creo que es eso, esa sensación de volver a creer en las personas buenas, de sentir que hay esperanza después de todo. De ser consciente de que ese impulso lo tuvieron personas que eligieron salir de sus casas e ir a ayudar, no porque es tu trabajo sino porque es una responsabilidad que asumes solo porque puedes y sin ninguna duda eres una buena persona. 

Así que mil gracias por hacernos creer en que los héroes anónimos existen y que cuando parece que todo está a punto de reventar o irse al garete, llega alguien con buen corazón y te ofrece su mano para que sigas caminando, y entonces darte cuenta de que merece la pena el esfuerzo, venceremos porque como dijo mi amiga Laura: "Entre todos salimos mejor de los problemas". 

Isolina Cerdá Casado

viernes, 1 de enero de 2021

Confidencias de una silla

 


Ay, déjame que descanse un poco, acabo de sacar a un señor que debía pesar más de cien kilos, sé que para ti eso no es nada, eres joven y me atrevería a decir bella y voluntariosa. Pero en mi caso hasta me chirrían las ruedas según el peso del paciente. Ahora también te digo que no me voy a retirar por voluntad propia, aguantaré hasta que me dejen las juntas metálicas, bueno y el ánimo, también te digo que tal y como ha sido el año 2020 no sé si podría soportar otro año igual. Sí, es verdad que empezamos un año nuevo y que no pinta muy bien, me da a mí que la tercera ola está en pleno arranque, yo no quiero ser pesimista amiga pero tú sabes tanto como yo lo que pasó en este hospital. Y si volviéramos al mismo nivel... Uf, no creo que lo pudiera soportar. Y eso que yo soy bastante resistente e intento no empatizar pero te digo yo que la celadora que me lleva y me trae, esa, no sé... Es muy blanda, o muy dura, no sabría decir, un día iba empujándome y hablaba con el paciente, el paciente no la veía, pero ella lloraba, lo sé porque me soltó en un momento mientras esperaba el ascensor y con un pañuelo secó sus lágrimas. Por lo visto el señor ingresaba en planta, había perdido a su mujer un día antes por esa dichosa enfermedad que aún era casi una desconocida. Aquello solo fue el principio. Cuando lo del gimnasio convertido en una sala gigante de preingreso por Covid. Ahí trabajamos muchísimo, subiendo a los pacientes que podían subir sentados a planta desde la Urgencia. Nunca he estado en una guerra pero yo creo que lo más parecido a un campo de batalla se libró en los hospitales, aunque tengo una prima que estuvo en una residencia y el trauma fue casi peor, ella decía que en su residencia entró el virus y poco faltó para que se llevara a todos los residentes. Sé que prefieres que no te cuente nada, pero es que por la noche me vienen ciertas imágenes y siento que de alguna manera quedan cosas por decir, será esta sensación algo parecido a un trauma, puede ser, ¿no crees Azulina? Ya sé que trabajo en un hospital y que debería asumir que estas cosas pasan, pero te voy a decir una cosa, esto que ha pasado en el 2020 no es normal, ha sido algo terrible y por tanto si escarbas un poco vas a encontrar algo que no te gustará, porque es parecido al lodo, arenas movedizas en las que no hay ramas a las que asirse. Lo sé por esa pobre que me empuja, parece que está bien, como si fuera posible haber estado aquí en aquel tiempo y no verse afectado, son seres sensibles, pobres, hacían como que eran fuertes e incorruptibles por el dolor ajeno, pero no hacía falta nada más que escarbar, ahí aparecían los ríos de lava arrastrando gritos silenciosos, miradas apagadas, cuerpos vacíos de vida, y aquella sucesión de camillas con sudarios cubiertos por sábanas blancas de limpieza, cariño y soledad. ¿Te diste cuenta de aquello Azulina? Yo sí, la edad la hace a una observadora. Yo estuve a pie de sala, hubiera sido mejor no haber estado, en las salas repletas de camas se pasó peor, he tenido suerte de no ser una cama de aquel tiempo, hace apenas unos meses pero parece que fue un siglo, es como si la memoria lo hubiera querido borrar pero el alma arrastrara tanto dolor que le fuera imposible dejarlo ir, al recuerdo Azulina, al recuerdo. Las camas vieron más, sintieron el peso repentino, el adiós desorientado, el último suspiro.

Espero que esta sensación que tengo de que se aproxima una tercera ola que sube poco a poco el nivel del mar sea errónea, espero que los hierros me fallen y que esta calma tensa traiga jóvenes ebrios como el de hoy, una pena chica, el de la ambulancia lo traía con una bolsa de basura en la cabeza a modo de bacinilla para vómitos imparables, lo mismo había tomado un vasito de sidra de más, a lo mejor estaba de celebración, el fin de un año negro como yo, un año enlutado de pena carbonera. Oye Azulina, a ver si esta vez te coge a ti el ambulanciero que te ven tan reluciente que te dejan de reposo y a mí me estrujan para retirarme por desgaste. Anda, no te hagas la remilgona y ponte a trabajar. Lo mismo me pido un traslado al Zendal y me retiro especializada en el dichoso virus de las narices. Lo que me faltaba Azulina, a la vejez viruelas.

Isolina Cerdá Casado 

Pos pandemia. Corazón postraumatizado.

      Hoy, ahora, hace un momento, me dio por hacer limpieza del bolso. Mi bolso es una especie de contenedor de vida, también de objetos pu...