sábado, 26 de septiembre de 2015

Una de tantas...

Jo, hoy no estoy con el punto irónico, hoy vuelvo a estar otra vez en plan tristón,bueno, no exactamente tristón sino apagada, bueno, tampoco apagada, no, no es la palabra, es más bien como asintiendo ante la vida. Como cuando te cuentan algo triste, y asientes, porque sabes de lo que te están hablando. Alguien te dice que nuevamente ha aparecido la enfermedad del siglo veintiuno y ya la conoces, sabes cómo es su forma de jugar, sabes lo que tienes que hacer, conoces las fases, pero te sigue atemorizando la palabra. No sé, a veces, tantas veces, parece que todo va bien y se tuerce. Pues sí, se ha vuelto a torcer, joder, que llevábamos una buena racha, sí, con las subidas y bajadas, con los baches y las piedras normales en los caminos rurales. Nuestro camino es rural, rural. Y como vamos en coche sentimos más los golpes. Si camináramos seguramente no sería tan brutal el tropiezo, lo veríamos venir. Andamos tan ocupados en planificar el viaje que nos olvidamos del viaje mismo. No hay que ponerse en lo peor, pero tener que volver a ponerse el traje, uf, con lo bien que estaba yo en bikini, por el cuerpazo que tengo más que nada, jejeje, eso es lo que dice mi marido cuando quiere algo, qué mala soy, no debería decir eso. El punto irónico está apareciendo, ¿dónde? "¡En el culo del Conde!" .
  -Vale, ¿de qué traje hablas?
 -El de ser fuerte, el de hacer frente a las dificultades, la armadura.
 La cuestión es que hablando con mi padre todo parecía ir bien, su voz era la de siempre, su ánimo alzado. Como si me estuviera diciendo: "Solo es una piedra más, una de tantas". Pero yo, yo me puse a pensar, a darle vueltas, otra vez, otra vez.
Te has olvidado de que la vida es un paseo, te has vuelto a olvidar de que lo que importa es eso que sientes en cada paso que das, en la sonrisa de tus hijos cuando entienden algo y te miran, y te guiñan un ojo, y te piden perdón por lo de antes, cuando tú ya te habías olvidado de lo de antes. Y te das cuenta de que las cosas que merecen la pena están sucediendo ya, ahora, aquí, en este instante en el que respiras profundamente y te dices a ti misma que vamos a seguir, que esta es una piedra, una de tantas,

Isolina Cerdá Casado

miércoles, 23 de septiembre de 2015

Detergente, manchas en el alma, macarrones que vuelan y bañeras llenas de patos.

Hoy ha sido un día bastante complicado, mi hijo ha venido con una cacho mancha en el pantalón, y en la comida se plantó un macarrón lleno de tomate aceitoso en el bolsillo de la camiseta blanca, que digo yo, a santo de qué tiene que tener una camiseta un bolsillo con holgura suficiente para atrapar a un macarrón volador. En fin, que andaba yo un tanto preocupada con la susodicha mancha, cuando de pronto me viene mi hija con otros tantos restos de macarrones pegados en la faldita azul tan mona que se había puesto, sí, ella elige su ropa la mayoría de las veces.
Pues tras haber limpiado una camiseta blanca, un pantalón y una falda azul, para lo cual he utilizado un vaso de la caja de detergente lleno de polvo blanco; tras todo ello como digo y ver la efectividad del polvo blancuzco, que casi por arte de magia ha hecho desaparecer las manchas. Me he preguntado si no sería posible utilizar algo parecido para eliminar las manchas de otras zonas de mi cuerpo que andan guarras, guarras. Y que conste que no hablo de zonas púbicas ni rincones perdidos debajo de pies, brazos u orejas alcanzables si uno quiere con una esponja y un fresco gel. Hablo de las zonas que afectan al equilibrio del cuerpo y del alma. Son espacios casi invisibles, imperceptibles, pero tal vez el polvo blanco con una buena lavadora podría hacer algo con el ánimo, o la fuerza interna. No sé, digo sí sé, nada es fácil en esta vida. Supongo que por eso tiene tanto valor, la vida digo, aunque a veces no seamos capaces de verlo y sentirlo.
Bueno, venga, respira, va. 





¿Y si cojo el detergente y limpio las manchas de mi ánimo? ¿Dónde exactamente está la mancha del ánimo, que parece que me ha dado un golpe en el lateral de la cara? ¿De la cara de mi corazón? ¿En la piel del pulmón? ¿En la planta del pie?

- Ay, calla, que no me entero de nada. A ver, ¿qué pasa?

Mira guapa, si tienes algo que decir será mejor que te esfuerces y lo hagas porque el tiempo pasa y los sentidos se van modificando poco a poco, y cambian las prioridades.

"La bañera estaba llena a rebosar, desde allí, inmersa y sumergida en sus aguas turbias se podía ver el desorden reinante en su hogar. Allí vivían los duendes desorganizadores, se amontonaban los zapatos y las botas que un día acabaron en ese lugar huyendo del orden visible, mezclándose con medias sucias y productos de limpieza. Luces apagadas, apenas unos rayos de luz solar entraban por las ranuras de la persiana medio bajada. El cuerpo de la madre desesperada metida de lleno en un cubículo turbulento repleto de patos amarillos flotando. Sabedora de que si no se lanza a contar cuentos y a expulsar historias y puntos de vista morirá de pena y de frustración creativa. Pobre, su sol se fue lejos. Es una sirena encajada en una bañera, no puede nadar, está por tirarse al váter."

- ¿Qué? - Preguntó un tanto extrañada.
- Nada.- Respondió la voz interior.
-¿Qué? -Insistió en resolver su duda.
- "¡Que nades, coño!"-Respondió otra vez su voz interior.


Isolina Cerdá Casado



sábado, 19 de septiembre de 2015

¿Explosión ovular? Con cuarenta y dos, sentada en el suelo, con un café reflexivo, sintiendo que la vida es... ¿Estamos en otoño ya? Este texto es muy otoñal y el título muy largo.


Buscando, buscando en las imágenes guardadas en la memoria del ordenador me encuentro con esta foto y de pronto me digo: sí, tengo algo que escribir.Y no sé muy bien sobre qué voy a escribir, pero recuerdo momentos concretos, cuando las cosas iban bien, bastante bien, o eso creíamos, cuando había impulso vital, cuando uno imaginaba futuros llenos de esperanza. Llega una edad en la que te das cuenta de muchas cosas, y ese conocimiento solo lo puede traer el tiempo, la experiencia, la vida. Te pueden decir mil cosas, te pueden aconsejar que vivas, que disfrutes, que no te amargues por cosas que no merecen la pena, que intentes sonreír, aprovechar cada segundo. Pero no piensas que eso sea en el fondo tan importante, porque no puedes creerte que en algún momento tu vida se vaya a torcer, que pueda cambiar bruscamente, que algo llegue a ocurrir con la capacidad de torcer tus sueños hasta el punto de exprimirlos y aplastarlos. 
Ahora sé que eso ocurre, que cuando todo parece ir bien se puede torcer, y es como si fueras preparándote porque sabes que eso pasa, que de pronto cae del cielo un saco lleno de cemento y te aplasta las ideas. Pero es que dentro de esa línea vital, de asumir que en tu vida se pueden torcer las cosas, también hay torcimientos más pequeños, de corto recorrido, que forman parte de lo cotidiano, en los que tienes que seguir, no derrumbarte, darte cuenta de que es algo transitorio y no dejar que eso te afecte al gran recorrido vital. Por ejemplo, hoy estoy hecha polvo, estoy en plena explosión ovular, y en un estado nervioso irascible del que soy muy consciente. Pues bien, me paro, un segundo, segundo reflexivo, me asomo a la ventana, recorrido vital lindo, respiro, no permito que me hunda, no me descontrolo. Cojo una taza de café preciosa y la lleno del líquido elemento, y un bollo que acompañe y trato de calmar a mis nervios. "Os ofrezco una taza de café con un dulcecito, calmaos queridos." ¿Nervios? ¿Quiénes son ellos? ¿A caso son los primos alterados de las neuronas que quieren hacerse notar por el resto de la familia? ¿Son producto de haberles ignorado sobrecargando su capacidad vital? ¿A caso los he arrastrado hasta un punto estresante e insoportable en el que la única manera de hacerse notar es bailando descontroladamente aunque no suene música alguna? 
Bueno, no lo sé, no sé en qué punto estoy, solo sé que una siempre tiene que continuar luchando, y aunque parezca que nuestra lucha es la más importante, la más difícil y la más insoportable, en realidad todas las personas que caminan a nuestro lado se ven continuamente en situaciones de dificultad, teniendo que sortear baches, igual de profundos e inesperados. La cuestión es cómo hacerlo, ser capaz de tener una buena actitud y dar una tregua a esos primos alterados, dejarles reposar, permitirse un momento de relajación, respirar, agradecer al universo lo que te ofrece.

Oh, sí, Universo, 
Estoy viva,
Gracias.
Oh, sí, Universo,
Siento y sueño,
Gracias.
Oh, sí, querido,
Te agradezco lo que me das.
Yo, a cambio, voy a vivir con ganas
con fuerza, con alegría, con rotundidad.
Y seguiré caminando, y miraré al cielo, y sonreiré.
Gracias Universo por todo lo que me regalas día a día
confiando en que seré capaz de aprender en cada bache, 
en cada caída, con cada golpe.

PD

Ese sombrero verde me lo regaló un buen amigo, ahora mismo el Universo le ha puesto delante una dura prueba, espero de todo corazón que sea capaz de caminar con la fortaleza que necesita, y que todo se resuelva pronto.


Isolina Cerdá Casado




viernes, 18 de septiembre de 2015

Algunas veces...

  Algunas veces quiero escribir pero estoy tan vacía que no soy capaz ni de escribir la lista de la compra. Algunas veces veo las noticias y lloro, sin forzar, solo necesito prestarles un poco de atención, saber de lo que están hablando, ver las miradas de los niños, sus llantos, las zancadillas, los ladrones de guante blanco, las risas burlonas, la opulencia de unos pocos.
Algunas veces siento que estoy en el camino, otras creo que me he perdido en un frondoso bosque de hojas negras. Algunas veces miro las nubes y veo dragones, otras simplemente algún rastro de un avión e imagino qué personas viajaban en ese aparato que le hizo una raya al cielo y lo peinó sin crema suavizante. Algunas veces me siento capaz de todo, de saber a dónde voy y de dónde vengo, de visualizar el sueño, de reír sin necesidad de que haya un chiste de por medio, otras no soy capaz ni de mirar hacia el horizonte, y me siento ahogada en mis propios miedos. Algunas veces siento que la vida es un suspiro, que pasa muy rápido, que el tiempo se ríe de mí porque cuando creo que lo alcanzo ha vuelto a escaparse sin sentirlo, otras veces se eterniza y parece que no ocurre nada.
    El tiempo pasa muy deprisa, otro cumpleaños, otro curso, otro reto. A veces me falta el impulso, otras imagino objetos que hablan. 

Otras veces veo magdalenas deliciosas, colirios, botellas vacías, sueros sin suero, trapos usados y un soldadito caído en el frente, justo en frente del taper rojo.

Isolina Cerdá Casado

jueves, 3 de septiembre de 2015

Puntos de vista. Pareja de ajos.

Hay días en los que no se perciben las cosas de la misma manera, hay momentos en los que una lluvia es una lluvia, y otros en los que una lluvia es un llanto del cielo; otras veces al verte en el espejo descubres una cana más y un surco más acentuado en el rostro, sin embargo otras veces te ves en el espejo y solo percibes sabiduría y tiempo vivido. Hoy ha sido uno de esos días en los que un ajo no era simplemente un ajo.


    Querido, tengo que confesarte algo. No me pongas esa cara, anda, guapo, no sé qué te sucede, pero últimamente te veo muy apagado, y no es por nada, pero tú estás de vacaciones, yo no, a mí me siguen esperando las lavadoras de ropa sucia, de modo que no sé por qué estás así. Mi prima Cebolli nos ha invitado a la fiesta de presentación de su hijo Cebollino, y no solo eso, quiere que tú seas el padrino del acto. Asistirá Puerri, y también su marido, y parece ser que están invitados Pimientino y Tomatina, ¿te acuerdas de ellos? Nos lo presentaron en el huerto, aquel día que nos juntamos todos, después de esa tormenta terrible en la que el huertano pensaba que estaríamos inundados y nos recogió a toda prisa en el mismo saco que las patatas. Pues el señor Patatino también vendrá. ¿No te huele un poco a fiesta del Pisto? ¡Querido! ¡Querido! ¡No te habrás secado ya! ¿Vedad? Tienes los pelos demasiado tiesos, te llevaré a la peluquería de doña Berengenina, y ya verás como te da un subidón de autoestima. 

    Si hoy no estás demasiado bien, cambia el punto de vista, no siempre viene solo, a veces uno tiene que forzar el cambio y dejarse empapar por un rocío positivo. Y si no, ve a la pelu de Berengenina.

Isolina Cerdá Casado

Pos pandemia. Corazón postraumatizado.

      Hoy, ahora, hace un momento, me dio por hacer limpieza del bolso. Mi bolso es una especie de contenedor de vida, también de objetos pu...