Hay días en los que no se perciben las cosas de la misma manera, hay momentos en los que una lluvia es una lluvia, y otros en los que una lluvia es un llanto del cielo; otras veces al verte en el espejo descubres una cana más y un surco más acentuado en el rostro, sin embargo otras veces te ves en el espejo y solo percibes sabiduría y tiempo vivido. Hoy ha sido uno de esos días en los que un ajo no era simplemente un ajo.
Querido, tengo que confesarte algo. No me pongas esa cara, anda, guapo, no sé qué te sucede, pero últimamente te veo muy apagado, y no es por nada, pero tú estás de vacaciones, yo no, a mí me siguen esperando las lavadoras de ropa sucia, de modo que no sé por qué estás así. Mi prima Cebolli nos ha invitado a la fiesta de presentación de su hijo Cebollino, y no solo eso, quiere que tú seas el padrino del acto. Asistirá Puerri, y también su marido, y parece ser que están invitados Pimientino y Tomatina, ¿te acuerdas de ellos? Nos lo presentaron en el huerto, aquel día que nos juntamos todos, después de esa tormenta terrible en la que el huertano pensaba que estaríamos inundados y nos recogió a toda prisa en el mismo saco que las patatas. Pues el señor Patatino también vendrá. ¿No te huele un poco a fiesta del Pisto? ¡Querido! ¡Querido! ¡No te habrás secado ya! ¿Vedad? Tienes los pelos demasiado tiesos, te llevaré a la peluquería de doña Berengenina, y ya verás como te da un subidón de autoestima.
Si hoy no estás demasiado bien, cambia el punto de vista, no siempre viene solo, a veces uno tiene que forzar el cambio y dejarse empapar por un rocío positivo. Y si no, ve a la pelu de Berengenina.
Isolina Cerdá Casado
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