sábado, 19 de septiembre de 2015

¿Explosión ovular? Con cuarenta y dos, sentada en el suelo, con un café reflexivo, sintiendo que la vida es... ¿Estamos en otoño ya? Este texto es muy otoñal y el título muy largo.


Buscando, buscando en las imágenes guardadas en la memoria del ordenador me encuentro con esta foto y de pronto me digo: sí, tengo algo que escribir.Y no sé muy bien sobre qué voy a escribir, pero recuerdo momentos concretos, cuando las cosas iban bien, bastante bien, o eso creíamos, cuando había impulso vital, cuando uno imaginaba futuros llenos de esperanza. Llega una edad en la que te das cuenta de muchas cosas, y ese conocimiento solo lo puede traer el tiempo, la experiencia, la vida. Te pueden decir mil cosas, te pueden aconsejar que vivas, que disfrutes, que no te amargues por cosas que no merecen la pena, que intentes sonreír, aprovechar cada segundo. Pero no piensas que eso sea en el fondo tan importante, porque no puedes creerte que en algún momento tu vida se vaya a torcer, que pueda cambiar bruscamente, que algo llegue a ocurrir con la capacidad de torcer tus sueños hasta el punto de exprimirlos y aplastarlos. 
Ahora sé que eso ocurre, que cuando todo parece ir bien se puede torcer, y es como si fueras preparándote porque sabes que eso pasa, que de pronto cae del cielo un saco lleno de cemento y te aplasta las ideas. Pero es que dentro de esa línea vital, de asumir que en tu vida se pueden torcer las cosas, también hay torcimientos más pequeños, de corto recorrido, que forman parte de lo cotidiano, en los que tienes que seguir, no derrumbarte, darte cuenta de que es algo transitorio y no dejar que eso te afecte al gran recorrido vital. Por ejemplo, hoy estoy hecha polvo, estoy en plena explosión ovular, y en un estado nervioso irascible del que soy muy consciente. Pues bien, me paro, un segundo, segundo reflexivo, me asomo a la ventana, recorrido vital lindo, respiro, no permito que me hunda, no me descontrolo. Cojo una taza de café preciosa y la lleno del líquido elemento, y un bollo que acompañe y trato de calmar a mis nervios. "Os ofrezco una taza de café con un dulcecito, calmaos queridos." ¿Nervios? ¿Quiénes son ellos? ¿A caso son los primos alterados de las neuronas que quieren hacerse notar por el resto de la familia? ¿Son producto de haberles ignorado sobrecargando su capacidad vital? ¿A caso los he arrastrado hasta un punto estresante e insoportable en el que la única manera de hacerse notar es bailando descontroladamente aunque no suene música alguna? 
Bueno, no lo sé, no sé en qué punto estoy, solo sé que una siempre tiene que continuar luchando, y aunque parezca que nuestra lucha es la más importante, la más difícil y la más insoportable, en realidad todas las personas que caminan a nuestro lado se ven continuamente en situaciones de dificultad, teniendo que sortear baches, igual de profundos e inesperados. La cuestión es cómo hacerlo, ser capaz de tener una buena actitud y dar una tregua a esos primos alterados, dejarles reposar, permitirse un momento de relajación, respirar, agradecer al universo lo que te ofrece.

Oh, sí, Universo, 
Estoy viva,
Gracias.
Oh, sí, Universo,
Siento y sueño,
Gracias.
Oh, sí, querido,
Te agradezco lo que me das.
Yo, a cambio, voy a vivir con ganas
con fuerza, con alegría, con rotundidad.
Y seguiré caminando, y miraré al cielo, y sonreiré.
Gracias Universo por todo lo que me regalas día a día
confiando en que seré capaz de aprender en cada bache, 
en cada caída, con cada golpe.

PD

Ese sombrero verde me lo regaló un buen amigo, ahora mismo el Universo le ha puesto delante una dura prueba, espero de todo corazón que sea capaz de caminar con la fortaleza que necesita, y que todo se resuelva pronto.


Isolina Cerdá Casado




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