martes, 30 de abril de 2013

29/10/2011 Me llamo Lara porque...


Me llamo Lara porqueporque mi papá se quemó la mano. ¡Uf! Suena un poco mal, lo explicaré  mejor y más detalladamente…
    Cuando mamá y papá supieron que era una niña la que bailaba sin parar en la barriguita de mamá, se pusieron a pensar en nombres de niña, porque lo cierto es que aunque mamá deseaba con todas sus fuerzas tener una hija, no se había parado a pensar en su nombre.
    Se le ocurrió que podría llamarme Mónica, como mi tía que está en el cielo, pero era tal la carga emocional, que tanto papá  como mamá acordaron que sería mejor encontrar un nombre libre de recuerdos y asociaciones. Mamá también pensó en su propio nombre porque así se llamaba la  abuela, que también vive allá arriba escondida entre las nubes blancas. Pero su nombre, además de la carga emocional, tenía el añadido de su complejidad, Isolina; porque aunque en dos ocasiones lo describieron como nombre de Hada, lo cierto es que mi mamá durante toda su vida había tenido que repetir más de dos veces su nombre en cada presentación a profesores, compañeros, amigos. Y no quería que yo pasara por lo mismo, además papá se negaba rotundamente a ésta última opción. Mamá se bloqueó y cada propuesta que le ofrecía a papá no era bienvenida, y las propuestas de papá tampoco llegaban a buen puerto. Desanimada, mamá dejó de proponer nombres. Aunque el nombre de Lara pasó por su cabeza, ya que así se llamaba la protagonista de la película preferida de la abuela Lina: “El doctor Zivago”.

Cuando apenas faltaban unos meses para que  yo llegara, papá tuvo un accidente con el microondas y se quemó con un vaso de leche que estalló en sus manos. En urgencias unas enfermeras muy amables se ocuparon de sus graves quemaduras, una de ellas se llamaba Lara. Al oír por primera vez el nombre, papá se quedó prendado de él, le encantó su sonoridad, su sencillez. Así que al llegar a casa se lo propuso a mamá, que ante sorpresa de papá dijo que sí con firmeza, sin saber papá que Lara ya había visitado el corazón de mamá.
No había vuelta atrás, por fin habían llegado a un acuerdo, que además fue aprobado por mi hermano Cristian. Mi nombre fue Lara desde el séptimo mes de gestación.
Y por cómo fue todo, podríamos decir de Lara que es la que cura los males, los físicos y los espirituales, es energía pura, sol y alegría. Es, junto con su hermano, el origen de los latidos de nuestro hogar.

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