miércoles, 24 de abril de 2013

12:15 horas. Estoy destrozadita, hecha polvo, me siento como el váter, la fregona, el trapo...no, ellos están mejor, no les duele ¿o sí?

    No sé lo que me pasa, sé que tiene que ver con estados internos que no son fáciles de definir. Volver a hablar de miedos me aterra, parece como si me estuviera pasando factura todo lo vivido. Siempre es así, eso dicen, que lo que uno vive no pasa desapercibido por nuestro cuerpo, nuestro soporte tiene memoria. Y ahora mismo no es más que la memoria dolorida la que me está llevando a un estado de presión interna, casi insoportable. Desde unos días atrás, tal vez semanas, o meses, ¿años? Me vengo preguntando lo mismo: ¿qué sentido tiene todo esto? Esos pilares de vida, que en otro tiempo era el término que utilizaba para referirme a la gente a la que quieres y que forma parte de ti, esos pilares, esas vidas que en un momento concreto se han ido para siempre. ¿Cómo seguir caminando con la misma fuerza si ya no los tienes contigo? Contigo está la pena que arrastras día tras día, el recuerdo silenciado de ese dolor informe que no puedes definir pero cuya agudeza te hace tambalearte. He escrito un texto que dentro de unas semanas subiré. Lo he titulado "Sueños", es un poco así como estoy yo, como esa Margarita de la historia. Lo he presentado a un certamen y por eso retraso un poco su publicación en este blog de reciente creación.
Hoy me he sentido mal, es mucho mejor ser positiva, ser capaz de escribir sobre váteres y flores, pero es que hoy yo misma soy un váter andante. Me he mirado al espejo y éste me ha devuelto un rostro demacrado, ojeroso, delgado demás, sin brillo ilusionado, tenía brillo lagrimoso. No me ha gustado. Después para colmo me he pesado, he adelgazado dos kilos, sin dieta, comiendo igual, más o menos. Y entonces mi ser hipocondríaco ha empezado a cargarme con pesos pesados, elucubrando enfermedades potenciales, pensando en finales forzosos, hasta me he imaginado, estando como estaba con una escoba en la mano, en las horas previas a la muerte. Entonces, en ese momento, me he sentado en el sofá. "¿Estás enferma?" Me he preguntado a mí misma; no puedes estar más que enferma del alma, deberías ir al médico, háblale de tus pensamientos, de tus miedos de todo aquello que te está ahogando, que te está dejando sin aliento, en esta mañana de miércoles en la que brilla el sol. Pero yo, pero yo, ¿qué le podría contar? Ya fui hablándole de ese dolor en el pecho, de que si podría estar enferma, vamos, de que si podría tener un cáncer, fueron las palabras exactas. Pues claro que lo estoy, estoy dolorida, el alma está dolorida, tengo ganas de llorar, fuertemente, siento una presión fortísima en la garganta, está saliendo, el dolor se manifiesta así, de esa manera.
    Nadie dijo que la vida fuera fácil, se hablaba de que podría ser maravillosa, de que podría sorprenderte, de que cuando menos te lo esperases podría dar un vuelco increíble y cambiarte totalmente el rumbo. Ya, lo sé, y nadie habló de fácil. Pues claro que no. El propio acontecimiento del nacimiento es brutal, es explosivo, doloroso, inmenso; y luego lo tienes en tus brazos, a tu hijo o a tu hija, o a ambos, y parece que todo se ha olvidado, el recuerdo del dolor desaparece al mirarle a los ojos. No sé, hoy creo que tengo un mal día, me siento como de primavera depresiva, aunque el hecho de escribir me alivia. Qué suerte tengo de poder sentir cierto alivio dentro del dolor inmenso que hoy ha despertado. Debe ser eso, el dolor está dentro y en momentos concretos se manifiesta, te enseña su rostro, te dice: mírame, estoy aquí, tengo heridas sangrantes, ojos llorosos, penas tristes. Y te rodea el cuello, sientes la presión brutal en tu garganta, morirás como siga apretando tan fuerte. Ha parado, respiras, ha parado ya, solo era eso: un recuerdo doloroso manifestándose. Túmbate un minuto. Siéntete tranquila, sigues aquí, tus hijos te esperan en el colegio, las ollas bullen, no has dejado de hacer esas tareas diarias que la casa te reclama, has sido muy valiente. Tendrás un buen día, lo que queda de él, no puede ponerse peor de lo que te ha parecido hace un momento. Veremos.

Isolina Cerdá Casado
   

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Semanal 1: Clic

Vamos, empieza ya, escribe, sobre lo que sea, oblígate, siéntate y dedica un tiempo a la escritura. Sabes que hubo un tiempo en el que la es...