En un lejano lugar de cuyo nombre no logro acordarme vivía una linda princesita que soñaba con viajar al centro de la luna, sabía sobradamente que era un sueño irrealizable, nunca jamás podría permitirse un viaje espacial turístico, pero adoraba el sueño en sí mismo y la capacidad para ilusionarse, así que cada noche le pedía a su ángel de la guarda que protegiera su vida, a sus seres queridos y a su adorable sueño. La peticiones de la princesita eran constantes y repetitivas, todas las noches cuando apagaba la luz de su mesilla de noche, arropada con su mantita y abrazada a su osito repetía las mismas palabras a su ángel de la guarda. La princesita fue creciendo, el osito de peluche fue sustituido por un hombre peludo, la mantita fue cambiada por un nórdico relleno de pluma de pato y la lamparilla tenía una bombilla de bajo consumo. Sin embargo sus peticiones no se modificaban. Esta princesita, que ya era toda una mujer seguía queriendo viajar a la luna, seguía pidiendo a su ángel de la guarda por su vida, por sus seres queridos, a los que se había sumado el hombre peludo y dos pequeñuelos preciosos que pululaban por su casa y apenas la dejaban cantar tranquila sus canciones de princesita feliz.
Un día su ángel de la guarda en contra de todo pronóstico y saltándose todas las reglas existentes en la comunidad de los ángeles de la guarda decidió hacer acto de presencia para preguntarle a la ya crecida princesa sobre esa idea insistente de viajar a la luna. Necesitaba aclarar que ese deseo era irrealizable por más que se lo pidiera año tras año y día tras día.
-Lo sé, tranquilo, sé que nunca podré ir hasta allí, pero sigo necesitando soñar que es posible. Cuando era una joven princesa soñaba con descubrir nuevas tierras asociadas a la luna y ahora sueño con nuevas realidades allí existentes. Incluso me atrevo a creer que allí, en la luna, vive mi osito de peluche y está ilusionado en que le haga una visita y le cante una de mis antiguas canciones de princesa feliz.
El ángel de la guarda dejó de cuestionar las peticiones de su protegida y comprendió que independientemente de que sea posible, el ilusionarse es ya un acto reparador para el alma, dejó de ser tan práctico y volvió a creer en los reyes magos de antaño.
BUENO, BUENO, BUENO...
¡Feliz año 2011! Espero que este nuevo año nos traiga sorpresas agradables, insisto, agradables. Que no se nos den falsas esperanzas de que estamos saliendo de la crisis, de que el paro va a bajar, de que nos vamos a recuperar pronto. Que lo que se nos diga sea cierto y lo veamos con nuestros ojos, que dejemos de erizarnos por la cruda realidad que nos envuelve, que el pesimismo latente empiece a convertirse en un positivismo presente y manifiesto. Y las caras, que los rostros nos muestren estados felices del alma y no constricciones dolorosas del interior espiritual.
Esto es empezar con buen pie, escribir, retomar, volver a regalarme momentos de reflexión.
Nos volvemos a ver prontito...en la creación está la esperanza...Yo creo, tu creas...
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