domingo, 14 de abril de 2013

Esta es mi colaboración de hoy en Héroes del pensamiento. Hablamos de flores y de váteres, no me digáis cómo es que se me ocurrió la cosa.


Domingo. Un objeto de inspiración, bueno dos: Las flores y el váter..

    Queridas mías, cuánto tiempo llenando de luz y esperanza mi vida, bueno, de color, de colores.
-“¿Qué quieres tú ahora? Ya te he dicho que no te tocaba hoy. Así que deja que siga con el artículo, ¿de acuerdo? Otro día ya veremos.”
     Siempre iba hasta vosotras de una u otra manera, atraída por esa belleza linda que transmitís con solo teneros cerca. Y ya llevamos varios días primaverales, este es el segundo literal, quiero decir el segundo día en el que la primavera parece acariciarnos. Y ahí estáis, adornando ya mi jardinera. Tú geranio, sí hablo de ti, esos pétalos rosados que contrastan con el azul clarito de un cielo despejado.
-“¿Pero qué te pasa? Vete a tu cuarto ahora mismo. Ya te he dicho que no puedo hablar de ti. ¿A quién crees que le interesas más allá de tus funciones? Vale, sí, funciones básicas, pero son demasiado escatológicas.”
    Y encima vienes hoy, detrás todo el día, justo cuando quiero hablar de ellas, preciosas, finas y delicadas flores. Ellas que siempre han estado conmigo en gratos momentos y no tan gratos. Las flores siempre fueron sinónimo de belleza regalada, belleza iluminada, son los grandes detalles a los que todos recurrimos. El día de la madre: una flor, dos orquídeas se agolpan en la mesa de mi comedor, con otros tantos montones de cosas, y están ahí desde el día de la madre del año pasado. El nacimiento de un niño: un bonito ramo para la mamá que ha dado a luz a una nueva criaturita, los pasillos de los hospitales acogen los muchos ramitos que no pueden estar en la habitación porque puede ser excesivo para el ambiente hospitalario. Un cumpleaños: mi cuñado le regaló a su mujer, mi cuñada, un precioso ramo de sus flores preferidas. Son gestos llenos de amor, en realidad las flores sólo están acompañando al gesto.
-“Pero vamos a ver, ¿crees que me está haciendo gracia tenerte aquí al lado? ¿Te imaginas lo que ocurriría en el caso de que mi hijo se fuera al baño a hacer caca y no te encontrara allí? Porque aunque no te guste tú tienes esa función, y perdona pero no eres objeto de inspiración, porque todo lo que tiene que ver con, con…vamos…las funciones más básicas de todas…no inspiran textos.  Sí, tengo que reconocer que te tengo empatía, por supuesto, y pobre de mí si no te visitara al menos cinco veces al día o lo hiciera con demasiada frecuencia. Depende de para qué, para lo uno por lo menos cuatro o cinco veces semanales, si no estaría sufriendo un molesto cuadro de estreñimiento; pero en el caso de que fuera demasiadas veces a hacer pis tal vez estaría con una infección renal en sus fases primigenias. Yo, vale, perdona, tal vez me he precipitado al decirte que no puedes ser un objeto de inspiración, estaba demasiado alterada. No debería haberte hablado así, cuando tú siempre has estado en esos momentos terribles, recuerdo aquella evacuación, o cuando mi marido… ¡Por dios, qué asco! ¿Lo ves ahora por qué no debes serlo? Esos momentos deben quedan para la intimidad de nuestro hogar, de nuestra familia y no se debería hablar de ello, no es bonito, ¡no huele bien!”
    Las flores siempre se han asociado a los bonitos momentos, momentos memorables de nuestra vida. Perdonadme chicas, pero también he de hacer referencia a esa otra faceta vuestra, eso sí, sin duda estoy influida por la presencia de esta taza de váter aquí, a mi lado, pero en realidad el lado negativo también está en vosotras;  el terrible paso del tiempo al que hacía alusión el domingo pasado. Recordad el olor a terrible podredumbre cuando pasados muchos días en un jarrón a alguien se le ocurre echar una olfateadita. Y también deciros, que en una época de mi vida, de visitas excesivas al cementerio, llegué a aborreceros, os empecé a asociar con el final, con la muerte, con las despedidas forzosas. No podía entrar sin sufrir arcadas internas en las floristerías más sofisticadas de mi pueblo; apenas hay dos, la verdad, y no sabría decir cuál de las dos es más sofisticada que la otra.
-“Ya lo has logrado, ¿has visto? He pasado de hablar de la belleza de las flores a su parte más podrida y malograda. ¡Es por tu influencia! ¡Lárgate de la cocina ahora mismo! Te vas al cuarto de baño inmediatamente, porque como a la de tres no te largues te quedas sin tu ración diaria de lejía y estropajo, y del ambientador ese que tanto te gusta. ¡Uno, dos………y tres!”

    Pues eso, que tan bonitas son las flores como de necesarios los váteres.


         Isolina Cerdá Casado

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