Un día más, ha sonado el despertador a las siete y veinte de la mañana, yo me levantaba casi al tiempo que mi chico se iba a dormir, hemos coincido el tiempo suficiente en la cama para regalarnos un poco de amor mañanero, luego él empezó su tiempo de descanso y yo me fui a la batalla. Había sido una noche dura, tuve dos batallas con un mosquito fastidioso que lo único que quería era despertarme, porque si fuera cuestión de querer picarme podía haberlo hecho sin tantos vuelos bajos alrededor de mis orejas, haciendo que mi sentido auditivo despertara a todo el cuerpo. Así que me ha costado mucho levantarme, el tanque de café con leche y tostadas me ha devuelto a la vida de los seres despiertos y me pude poner a la tarea de levantar a los retoños para ir al cole. Los síntomas de final de semana y el agotamiento acumulado se han dejado notar, y casi logro despertar a la pequeña princesita.
Al final lo conseguimos y llegamos a tiempo para oír la sirena que marca la entrada al cole estando ya dentro del recinto. La cuestión es que al salir del colegio, cuando pensaba que iba a ser una mañana más de las tantas mañanas de viernes me enteré de una triste noticia que hizo que este día tomara otro rumbo. Un niño, casi hombre, está malito, tiene leucemia. Deportista, con dieciocho años preciosos, y ahora mismo enfermo.
Pausa, pero continuaré...tengo que ir a recoger a los pequeñuelos, contaré después cómo fue que acabé en la cafetería del hospital Severo Ochoa tomándome un café con leche y un croisant (tengo que mirar cómo narices se escribe cruasan).
Me atacó una especie de hipocondría familiar, pensé que podía ser mi hijo, lo fácilmente que puede cambiar el rumbo de tu vida. Qué hacer, cómo ayudar. ¿Donarle mi propia médula? ¿Cómo es eso de la donación de médula? ¿Qué riesgos tiene para la sadud del donante? ¿Y si luego le pasa a mi hijo podría volver a donar? ¿A dónde tiene que ir una para hacerse donante? ¿Será ventajoso mi grupo sanguineo O negativo? Pues me metí en internet para buscar respuestas, y las encontré. Resulta que de 40.000 posibles donantes sólo uno es válido estadísticamente, así que aunque en el banco de donantes haya 6 millones de donantes en todo el mundo, la probabilidad de que tu médula sea compatible con otra es muy poco probable. Aunque todo sería posible en el caso de que la conciencia del problema se extendiera y la generosidad fuera generalizada. Todavía no he llamado, pero lo voy a hacer. La cuestión es que hace mucho tiempo fui donante de sangre, antes de los embarazos y períodos de lactancia, así que desde que dejé de dar pecho a mi princesa estoy queriendo ir; "que sí que tengo que ir", "a ver si voy de una vez, aunque odie las agujas y me den temblores los hospitales". Estando mi hija muy pequeña mi tía estuvo muy malita, le hacían transfusiones día sí y día también. Logró salir de lo que parecía imposible, y una de las razones además del gran milagro fue la generosidad de alguien anónimo que decidió regalar un tesoro muy valioso. Pensé entonces que en cuanto pudiera iría a donar. También a mi padre le tuvieron que poner sangre cuando lo de la operación de cadera.
Pues eso, que por fin lo hice, empecé por lo primero. Pero el impulso no está terminado.
Isolina Cerdá Casado
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