martes, 30 de abril de 2013

Día de la mujer.


 Hoy es un día especial, como debieran serlo todos. Hoja en blanco, no te agobies, respira. Día de la mujer. Conozco a grandes mujeres, muchas estarán en mi corazón de por vida. No, hoy no, no estoy para esto, he cogido la pelota y todo, por si la inspiración venía y me animaba a contar algo, pero no estoy, me falta el impulso, supongo que el tiempo influye, está chispeando y oscureciendo, este momento no tiene nada de inspirador. Sin embargo cuando me he puesto a escribir, ya digo, cuidando incluso la postura, pensaba que podría salir algo interesante.
    Manifestaciones por todo el mundo que recuerdan que hoy es el día nuestro, hombres repartiendo flores a las mujeres que vendían en un mercado de abastos, debates sobre lo que se ha conseguido en el campo de la igualdad, rechazo del crimen que ayer mismo tenía lugar en un pueblo de Madrid en el que perdía la vida una mujer maltratada, qué se yo. Cada hora han perdido el empleo cien mujeres en este mes de febrero, un dato escalofriante, también lo es el hecho de que haya hombres que están en paro y no aparecen en ninguna encuesta, incluso el hecho de las mujeres que ni se molestan en apuntarse a una oficina del inem. Lo cierto es que lo de la igualdad es algo muy difícil de lograr, supongo que lo primero es el hecho de que nosotras somos las que parimos y aunque parezca algo superado y asumido por las empresas, no es una realidad. No somos heroinas, muchas lo parecen pero simplemente somos personas, y a veces se nos obliga a actuar como seres sobrenaturales capaces de conciliar la vida laboral y la familiar a costa de renunciar a sentarse en el sofá sin sentirse culpable por no haber puesto una lavadora, o no haber podido ir a recoger al niño al colegio, o no haberse depilado. Es tal la exigencia que yo no sé cómo es posible mantener la cordura.
    Si no trabajas fuera de casa prácticamente eres una fracasada a nivel laboral, si trabajas fuera de casa tendrás que pensar en cómo organizarte para que tu hogar no se resienta, menos polvo a cambio de que alguien venga y limpie unas horas, el tiempo con tus hijos se extrae del tiempo que tu cuerpo necesita para reponerse, el tiempo para amar se cambia por el tiempo para bañar a los niños y contarles cuentos relajantes. Y tú te vas ahogando, y cuando te quieres dar cuenta el tiempo ha pasado. Tanto si te ocupas cien por cien de tus hijos como si te ocupas cien por cien de tu trabajo y de tus hijos, todo lo que no hiciste te pesará siempre, si y solo si no tenías claro lo que hacías y por qué lo hacías.
    Y luego lo piensas, piensas en lo que era antes, en lo afortunadas que somos dentro de lo que cabe, podemos votar. Pues claro. Sí, pero no hace tanto tiempo que no podíamos. No hace tanto tiempo que nuestra firma no tenía ningún valor sin el respaldo de un hombre. No hace tanto tiempo.
    Una comentarista decía hoy en un debate que la igualdad nunca será posible mientras los hombres no tengan hijos, literalmente, que paran ellos también. Pues es verdad, hay algo instintivo que nos lleva a ello, algo instintivo que nos hace renunciar a los puestos de máxima responsabilidad porque lo instintivo nos empuja a elegir a la familia, el problema es que nosotras tenemos que elegir, estamos obligadas socialmente. El hombre no. El hombre tendrá a una mujer detrás que llevará a los niños al médico, que se acordará de preparar la ropa que necesita cada día, la que organizará la fiesta de cumpleaños, la que cocinará, limpiará y planchará. Y si un hombre lo hace, me refiero ocuparse de la casa, será algo excepcional, será admirado y aplaudido, mientras que la mujer lo hará porque lo tiene que hacer sin esperar reconocimiento alguno.
    Y limpiará los cristales de las ventanas de toda la casa, se pasará toda una mañana ocupada en eso, nadie se dará cuenta de que están limpios; a la semana lloverá y volverán a estar sucios, y entonces ella se dará cuenta de que se volvieron a manchar, pasará otra mañana limpiándolos, volverá a llover... Habrá trabajado al cabo de un año como ocho días destinados únicamente a limpiar los cristales de las ventanas y nadie reconocerá su trabajo, tal vez ella le contó a su marido lo sucios que estaban los cristales, pero a ojos del mundo y de la sociedad ese trabajo no fue trabajo, no era importante, era una trabajadora sumergida sin ningún derecho más que el amor de sus hijos y de su marido (muy valorados y apreciados ambos amores), pero ella no se realiza, no, una no se realiza limpiando las juntas del suelo de la cocina o del baño, ni planchando, ni poniendo lavadoras.
    Y cada frívolo comentario que insinúe que la mujer que se queda en casa tiene mucho tiempo y vive muy agusto es tan reprobable que debería estar castigado con pena de prisión en el hogar y trabajos forzados limpiando los bordes de la taza del water día tras día. Cuantas mujeres cobrando la denostada pensión no contributiva porque a ojos de la sociedad no han trabajado. Lo siento, gracias a nosotras el equilibrio se ha mantenido, pero ésto sólo era válido si la familia funcionaba, si el respeto se mantenía, si a la mujer se la valoraba, si de alguna manera nos podíamos sentir realizadas. Pero no es así, no, hoy hablamos de la mujer, y la mujer quiere más que una paga no contributiva. Es verdad, la mujer no es sólo la que se queda en casa, la mujer no es sólo la que trabaja y concilia, la mujer no es sólo la que pare y la que amamanta (algo maravilloso), la mujer es increíble, es un ser generoso. Que cada una o uno piense en su propia madre, esa es la mujer, la gran mujer, la que merece una ovación, la que se merece todo el agradecimiento. Porque el verdadero motivo por el que pasamos lo que pasamos y nuestras madres pasaron lo que pasaron, lo que explica la paciencia infinita ante determinadas situaciones, lo que justifica que una limpie una y otra vez los cristales de su casa, está en esas criaturas maravillosas que nacieron de nuestras entrañas, por ellos no nos importa, que le den por... a un cargo directivo si puedo verle sonreír, si puedo limpiarle los moquetes, si puedo achuchar a mi niño cuando me reclama. Es difícil, es muy difícil ser justos con todas las situaciones, pero hoy hablamos de la mujer. Y son muchas las cosas que se pueden seguir haciendo por acercarnos a una verdadera igualdad, y no es dejar de tener hijos claro.

    Un recuerdo especial para mi madre, ahora que yo también soy madre me doy cuenta de sus muchos esfuerzos, y para mi abuela fuera como fuera no tuvo que ser fácil; y otro recuerdo para la mamá de mi amor, que es una mujer increíblemente generosa con sus hijos y sus nietos.

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