lunes, 20 de enero de 2014

Tiendas, compras, pies que se mueven arrastrados por piernas cansadas dirigidas por mentes llenas de estrés mohoso.


    Me habían regalado un móvil por mi cumpleaños. Yo le decía a mi marido que no era necesario que me regalara un móvil con demasiadas prestaciones, no quería que gastara mucho dinero. El me convenció, entre el regalo de su familia y el nuestro podía asumir un regalo más bien caro. Batalló bastante conmigo hasta que me convenció. Paseábamos por Parquesur, un gran centro comercial de Leganés, y era tal el agobio de gente que había paseando por los pasillos gigantes colindados por las grandes tiendas llenas de productos para comprar que casi sentía la falta de aire. Todos tenían un objetivo: comprar algo. No siempre se trata de algo intercambiable con dinero, yo te doy euros tú me das productos. A veces es invertir tiempo y hacer bulto para poder estar paseando calentitos codeándose con los que sí pueden comprar, no todos tienen dinero para hacerlo. 
    Ya tenía el móvil en mis manos, me estaba familiarizando con el aparato en cuestión, entonces se me ocurrió hacer una foto a la gente, y después enviármela por wifi a mi correo electrónico, y así poder utilizarla como imagen en uno de mis textos, éste concretamente. Podía hacer unas fotos estupendas con ese magnífico móvil que casi no me atrevía a tocar por lo caro que me parecía. Mi vida podía mejorar, ¿tenía necesidad real de mejorarla? Supongo que no, pero lo cierto es que después de aquello me di cuenta de varias cosas: con dinero uno puede ser un poco más feliz, de hecho hizo falta dinero para hacer efectivo el regalo; gracias a que mi marido se molestó en buscar y buscar la opción más adecuada yo pude hacer la foto; gracias a que una amiga me arregló el ordenador portátil yo puedo seguir escribiendo en los momentos de inspiración y necesidad cotidiana; gracias a que somos lo que somos podemos hacer lo que hacemos. En fin, esto parece que aun siendo una cadena de favores, el hombre propone pero el dinero dispone. Pero la realidad también es que para que se pueda disponer uno tiene que poder trabajar de una u otra manera, y con tanto paro las propuestas y las disposiciones escasean.
    Empecé por pies perdidos que caminaban por una superficie clara, pies con sus zapatos que van de aquí para allá, saludándose, mirándose. "A mí me compraron aquí, dicen que me llevan al zapatero" "¿Y tú cómo vas?" "Bueno, voy bien, tengo las tapas gastadísimas pero mi dueña se cree que no me duele y no se gasta un duro en arreglarme los bajos" "Al menos a ti no te han tirado a la basura, como a mi prima Mustangcha, que la mandaron al vertedero por tener la piel corroída, cuando jamás se molestaron en ponerle una fina capa de grasa"...
        
Isolina Cerdá Casado

    

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Semanal 1: Clic

Vamos, empieza ya, escribe, sobre lo que sea, oblígate, siéntate y dedica un tiempo a la escritura. Sabes que hubo un tiempo en el que la es...