Seguramente en muchas ocasiones uno tiene la sensación de que no va a ser capaz de afrontar la vida. Estamos rodeados de grandes y maravillosas nubes que de vez en cuando nos saludan, y despiertan nuestra imaginación y nos confirman que todo es posible, que no hay impedimento para que la creatividad nos provea de grandes esperanzas. En este lunes frío, un veintisiete de enero, grandes rachas de aire trasladan nubes de un lado a otro, formas variadas, múltiples, creativas, preciosas. A mirar el cielo y disfrutar.
El gran señor blanco me dijo si necesitaba su ayuda, le dije que no, él me quiso invitar a un café en el bar de la esquina, le respondí que no, que iba con prisa, mis hijos salían del cole en siete minutos, iba justa de tiempo, como siempre por otro lado, así que le propuse quedar en otro momento. Pero el señor de blanco me confesó que no era posible quedar otro día, se iba a convertir en un sapo, o en una rana, o en un dragón de un momento a otro, porque su ser cambiaba conforme la gente lo miraba con curiosidad. Así que me despedí de él con cierta pena pero feliz porque gracias a la imaginación y al viento esa nube seguiría estando viva dentro de cada uno de nosotros.
Isolina Cerdá Casado
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