En blanco estoy, azulada grisácea, oscura, casi negra blanquecina,
estoy absorta en miedos profundos que van y que vienen,
que corren y saltan, que gritan y ahogan.
Yo no soy nadie,
apenas una sombra imperceptible,
que tiene frío, que tiembla de miedo.
Y en ese no ser, en ese no estar, vuelo
sin saber que llego hasta paisajes oscuros de otoño e invierno.
Tú no sabes nada,
yo nada te he dicho,
pero hay algo en tu mirada,
eres cómplice de mi tristeza,
no es solo desesperanza desparramada.
Es una luz apagada por un suspiro profundo
el último de todos, el que se emite sin fuerzas desde el suelo.
Quiero que quien sienta el mío, me acaricie con la mirada del amor sincero.
Y en el fondo podrás pensarlo,
sentirás que algo está pasando por dentro
aunque te digan que no, que todo marcha bien,
tu miedo no se borra con una prueba cualquiera.
¿Y a quién pedirán ellos su compañía?
¿Quién les empujará con cariño en su caminar?
Todos acaban sobreviviendo, las cosas ocurren, llegan, pasan...
Pero si los sentimos con dolor antes de que lleguen, ¿a caso vamos a lograr que no nos afecten cuando hagan su aparición? Y si nunca jamás se producen, ¿quién te devolverá las horas que perdiste amargada entre llantos movidos por el miedo ante aquello que nunca pasó?
Hoy he ido al médico, miraba a la gente, sentada, esperando, aburridos, con miedos callados; el corazón palpitaba tan fuerte que deseaba que me llamara el médico para que pusiera su mano en mi pecho y sintiera el grito de mi cuerpo ¿enfermo? ¿temeroso?
¿Por qué cojones tendré que ser tan sincera? La angustia interior puede ser tan terrible e insoportable...
Pero ¿de qué estamos hablando? Tómate una tila, neurótica de pacotilla.
Le dije al doctor que mi perrita se había muerto, por un cáncer, "le reventó el bazo". ¿Qué le importaba? Ya pero, ¿y si este dolor...? ¡Por favor! Sí, miedo, era miedo a ese dolor físico real. Me duele. ¿Puede doler el miedo? ¿Son nervios como dice mi marido? ¿No debería estar justificado sufrir por el futuro de mis hijos? La gente se muere, joder. "Vamos a mandar una endoscopia". Vale, sí, de acuerdo. "No la solemos mandar porque es muy desagradable, pero..."
Creo que le llevé a mi terreno. "Nunca antes había oído hablar de la oncofobia", le dije yo. "Tal vez no sea nada lo mío, pero claro. ¿Usted me entiende verdad?", le dije esperando su asentimiento.
- No me hables de usted, me siento raro.- dijo el doctor.
-De acuerdo. -añadí yo.
En todo momento yo estaba acompañada por mis zapatos, mi viejos camper, son los únicos que han resistido al paso de los años, han sido la mejor inversión que he hecho en mi vida en un par de zapatos, incluso ahora, mientras escribo esto en un rincón de la biblioteca, me acompañan.
¿Por qué será tan dura la vida? No sé, hoy percibo más esa parte en la que caen obstáculos ante tus pies. Menos mal que voy bien calzada, en estos puedo confiar, puedo darle una patada a esos susodichos incordios.
¡C'est la vie!
Isolina Cerdá Casado
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