miércoles, 30 de octubre de 2013

Hallowen.

    La pobre calabaza se está pudriendo...


    Ha empezado a salirle moho, eso pasa con todo lo que se oxida, que le sale la parte negra y se transforma, evidenciando que la vida tiene un tiempo máximo de estancia exultante e intensa; después se va perdiendo el color, se chamusca, se pudre. Ha empezado por la comisura de los labios, esos labios que en su tiempo besaron con fuerza y se apretaron con entusiasmo el uno contra el otro para evitar que un rico alimento saliera chorreoso por las rendijas de esa boca hambrienta de sueños. Y ahora, con la resaca de una larga noche de amor, donde la presencia de líquidos sensuales la llenaron de babas, ahora se ha de despedir con presencia de mosquitos negros que velan sus últimas horas de transformación. No acabará en puré, porque alguien decidió que esta hermosa calabaza sería cogida por un niño lindo, y vaciada por la agresiva cuchara que en lugar de alimentarla, la dejaba vacía por dentro para albergar el fuego luminoso de una pequeña e inofensiva vela. El niño estaba feliz, mientras la calabaza pensaba que al menos durante unos minutos habría servido para algo más que para llenar estancias estomacales. Ella, por unos días, lo que le deje la madre naturaleza, que ya está diciendo: no más. Ella ha hecho sonreír a ese pequeño hombre que en sus brazos la llevaba emocionado a través de las habitaciones oscuras de la casa, buscando fantasmas invisibles, sintiendo que ella era un juego divertido además de un puré potencialmente rico. 
    La noche de los muertos se convierte en algo lúdico y divertido, mejor, porque ya es bastante dura la noche de los vivos. Lo único que me alegra de la noche del treinta y uno de octubre es que, como consecuencia de las tantas noches tristes que me ha tocado vivir, tengo muchas almas queridas que tal vez vengan a verme, y me hagan compañía. Así que esa noche no debería sentirme tan sola como me sentí cuando se fueron, también me tranquiliza la idea de que estén de fiesta en su desconocido país.  

Isolina Cerdá Casado

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