Arde el alma....
El alma va y viene, sube y baja, llora, ríe, y al final todo se manifiesta.
No mires el fuego que te vas a hacer pis encima. Eso es lo que me decían cuando era pequeña y se quemaba algún rastrojo en el campo. Pero, ¿por qué es tan atrayente mirar cómo arde un montón de leña? Sentir ese calor. Calor interior. Explosión.
Estábamos en la parcela, hacía frío, y mi marido encendió el fuego, íbamos a cenar bajo la amenaza de tormenta. Tiré la foto. De pronto mirar el fuego me produjo calma, calmó al frío, iba a calmar el hambre y nos acurrucó el alma. Ver el fuego desde la distancia oportuna es agradable. Es como contemplar un tipo de esencia ardiente que hay en nosotros. Una fuerza de la naturaleza arrolladora y a la que hay que tratar con el suficiente respeto. Uno se puede llegar a mear del gusto bailando alrededor del fuego, ahora entiendo lo que me decían mis padres.
Isolina Cerdá Casado
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