miércoles, 17 de julio de 2013
Fumadora
-Hola, ¿qué tal?
- Hola, pasa, pasa. Ay, no sabes cómo estoy, fatal, fatal. He ido al médico el médico de medicina interna me ha dicho que tengo que dejar de fumar. ¿Dónde narices habré puesto el cenicero? Mira que yo lo tengo todo lleno de ceniceros, pero no hay manera de encontrar uno cuando lo buscas desesperadamente. Pues eso es lo que me ha dicho. ¿Tú te crees? Como si fuera tan fácil, además que no me lo planteo si quiera, no me imagino sin fumar, para nada, tengo ese impulso desde que pongo un pie fuera de la cama, y tú sabes que no puedo, pero si cuando estaba embarazada me dijeron que era mejor que siguiera fumando, y todo porque el estrés que me iba a provocar el mono del tabaco podría hacer que mi bebé naciera histérico perdido, así que ya ves, seguro que soy una de las pocas mujeres a las que le han dado un consejo como ese estando en estado de buena esperanza. No creo que el hecho de que mi hija con sus veinte años fume tanto como yo esté directamente determinado por ese momento de gestación en el que compartimos algo tan especial como el humo del tabaco, muy dañino para algunos, es cierto. Según el especialista tengo los pulmones hechos un cristo, de mal que están los pobres. Espera que abro la ventana para que entre el fresco así el humo se va por ahí, a tomar viento, jejeje. Pues sí, que si no dejo de liarme tabaco, sabes que lo lío porque no tengo un duro, y es la única manera de poder seguir con este hábito tan apreciado para mí, la cuestión es que si no lo dejo voy a tener que ir, más pronto que tarde, arrastrando una máquina de oxígeno. ¿Tú te crees? Como si fuera un viejo, a mis casi cincuenta años. ¿Dónde habré puesto el mechero? Fíjate que acabo de encenderme el cigarro, pero para el siguiente ya lo tengo perdido. Si es que soy un desastre. Pues lo que yo te diga, que estos médicos van a lo suyo, ¿tú sabes el dolor de cabeza que tengo? Toso y toso, y nada no hay manera de sacar flemas, me duele el pecho, y le pido analgésicos al doctor, y me dice que deje el tabaco. ¡Qué mal está la sanidad! ¿Te das cuenta? Si es que los recortes han llegado hasta los analgésicos. No sé qué va a ser de mí, ¿has visto que me ha salido un grano? No, si con echarle la culpa al tabaco ya lo habremos arreglado todo, el tabaco, el tabaco. ¿Quieres uno? Ah, no, que tú no fumas. ¿Querías algo? Ay, perdona, no te he dejado hablar, vamos, es que como estoy como estoy, pues ya ves.
- Nada, nada, que si tenías canela, es que estoy haciendo mermelada y he leído en internet que con una ramita de canela...
Isolina Cerdá Casado
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