sábado, 18 de mayo de 2013

Por fin voy a actuar con uno de mis textos. ¿Valiente? ¿Temeraria? ¿Arrebatadora? ¿Loca? Sí, todo eso y mucho más.

    Terapia virtual 
Un poto estresado recurre a una terapia de la que le han hablado...

    Ayer, a eso de las cinco de la tarde, me decidí, mi marido me había dicho las cosas claras: "Soli, a ver, tengo que ser sincero, a mí no me gusta nada, no me hace gracia, no es el tipo de humor que me gusta. Pero eso no significa que lo tengas que dejar abandonado. Que lo vean otras personas, yo no puedo ser objetivo" Mi hijo me decía que menos mal que no me iba a tener que ver. No sé si estaba influido por su padre, o que realmente lo pensaba, luego añadía "Mamá, es que estás muy fea con eso en la cabeza". No pretendo estar guapa, ni graciosa, aunque a mí sí me hace gracia, eso sí después de verlo tropecientas veces la gracia depende del instante.



    La cuestión es que decidí imprimir el cartel que con tanta ilusión había elaborado yo misma dos semanas antes, justo después de haber tenido un encuentro con unos buenos amigos, me pasé toda la semana con el poto en la cabeza, interpretando una y otra vez el texto. "Hola, qué tal, me llamo..." Decidí salir de casa camino de la fotocopiadora, para después con el indudable apoyo familiar (¿?) acercarme a mostrar mi trabajo.
     Pues eso, ayer, en esa tarde que parecía invernal más que del mes de mayo, cogí todos los bártulos, mi paraguas gigantesco, el pen con el material para imprimir el dossier, el bolso que pesaba lo suyo cuando apenas llevaba cuatro cosas, y el ordenador portátil, que con la contractura me parecía estar llevando un saco de patatas en lugar de un aparato digital con el que mostrar parte de la grabación de esta terapia virtual que tan bien me vendría a mí misma. El poto se había decidido a plantarse en la sala y ofrecer el resultado de su creación a la directora de la asociación, una mujer encantadora por cierto, que tuvo la amabilidad de atenderme. Iba caminando con cierta dificultad, estaba congelada de frío, delante de mí iban unos chicos arrastrando una maleta sobre la que apoyaban restos de hierros, imaginé que irían a tratar de venderlo, de sacarse unas pelas. Lo imaginé como imagino siempre el resto de la historia. Y yo me decía a mí misma, ¿qué me cuesta? Saco los carteles y el dossier y voy a la sala, ¿no había dicho que estaba en ello? ¿en la lucha por conseguir aquello que siempre he soñado? Pues sí, me atreví y tengo fecha de actuación: 7,8 y 9 de Junio.
    Lo siguiente es el miedo, porque el actor siempre se expone, pero también es cierto que no merece la pena no hacer las cosas por temor, tendríamos una vida demasiado triste y aburrida, al fin y al cabo yo no estoy plantada en una maceta.
    El monólogo dura unos diecisiete minutos, no tiene nada que ver con el estilo del club de la comedia, esto es otra historia, es una plantita que hace caso de su amigo el aspirador y se enfrenta a una terapia virtual para mejorar su estado y alejarse de la angustia y el desasosiego que siente ante su previsible y aburrida vida. 
    La cuestión es, ¿alguien se ha sentido poto alguna vez? ¿podemos llegar a tener esas mismas angustias que este poto verde y apagado? ¿sería posible identificarse con sus miedos? ¿podríamos ponernos en su lugar? El mundo de las plantas es misterioso. Os animo a saber más de esta pobre María de las Montañas, tendrá lugar su desahogo en Microteatro casi gratis en Leganés, tres pases por día, aún no sé qué horas, iré informando. Es en la calle Jacinto Benavente, 1. 
    Bueno, pues creo que voy a descansar, me acabo de tomar el ibuprofeno, me voy a poner calorcito en la contractura y miraré a ese poto que tengo, real como la vida misma, a ver qué otros malestares me cuenta que puedan ser introducidos en su terapia.



Isolina Cerdá Casado

2 comentarios:

  1. Estoy de acuerdo contigo en que hay que atreverse e intentar hacer realidad aquello con lo que uno sueña, venciendo al miedo o a cualquier otro obstáculo que encontremos en el camino.
    Ánimo y mucha suerte!

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