miércoles, 8 de mayo de 2013

Mi hijo me dibuja feliz, con una gran sonrisa.

    Mi figura se representa feliz, el pelo es una línea que cae de cada lado de mi cara. Tengo una sonrisa cruzándome el rostro, los ojos poblados de pestañas largas miran hacia el futuro. En mi barriga tengo un niñito, que también está feliz. Hay dos flores sobre la hierba, aunque no les ha dibujado una sonrisa te las imaginas con la media luna tumbada. Un gran sol ilumina la escena, y dos nubes, una grande, y otra pequeña que parece una paloma. Dentro de lo que parece un bocadillo gigante hay una frase: mamá te quiero muchísimo. Es el dibujo que mi hijo me regaló en el día de la madre.
    Hay algo que me ronda, vuelven los miedos, la percepción del tiempo, la vida misma. Uf, con lo tranquila que está una cuando no se plantea estas cosas, pasa todo tan rápido. Mi hijo de siete años se dibuja dentro de la barriga de su madre, para él mismo todo ha pasado fugazmente. Qué miedo sentir que todo pasa en un pestañeo imperceptible.
    Qué siente uno cuando va a morir, ¿se nota? ¿se puede dar cuenta de que el reloj ya no funciona igual? Quédate con cada sonrisa que te regale el día, quédate con la esperanza, quédate con los sueños felices. Y a pesar de que el dolor exista piensa que es tan fugaz como el tiempo mismo.



Isolina Cerdá Casado

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