domingo, 12 de mayo de 2013

Mi colaboración de hoy domingo 12 de mayo en Héroes del Pensamiento.


Domingo un domingo de inspiración: La lavadora.

    Hoy iba a ser un día especial, como lo son los domingos con soles radiantes y ánimo elevado. Pero cuando me he acercado a la cocina en busca de mi café matinal, iba como sonámbula porque hasta que no me tomo mi café con leche reglamentario soy un montón de huesos y carne que se mueve sin rumbo claro y definido. Pues cuando abrí la puerta de la cocina me encontré con un espectáculo dantesco. La lavadora vomitaba ropa sucia, tenía ataques de tos extrañísimos y se la veía con cierta diarrea blanca emergiendo del cajetín del detergente. Después de reponerme del breve estado de shock emocional me puse a observarla, parecía enferma; pero si una lavadora no es más que un objeto muy útil pero un objeto sin vida. ¿Qué podía estar ocurriendo entonces en su interior para que se comportara de esa extraña forma?


    Piensa, piensa, ¿qué día es hoy? Domingo, hoy es domingo. ¿Qué haces tú los domingos? Pues, me levanto, pongo lavadoras, preparo desayunos, leo algo de prensa digital…y escribo. ¡Escribo! ¡Claro! ¡Escribo sobre objetos! Ella quiere ser protagonista del artículo de hoy, se está manifestando, no seguirá lavando ropa hasta que no se la tenga en una alta consideración, tan alta como para poder llegar a ser protagonista de uno de los artículos de Héroes del Pensamiento.
    Pero mi querida lavadora, ¿cómo es posible que te hayas llegado a poner así pensando que no te tenía en cuenta? Pero si yo no podría vivir sin ti hija. ¿Tú sabes la de tiempo que me ahorras? De no ser por ti tendría que irme a la orilla del río manzanares, que con lo contaminado que está no sé hasta qué punto sería efectivo mi trabajo; la otra opción sería ir al lavadero público, pero éstos han dejado de existir porque llegasteis vosotras y no tenía sentido perder tanto tiempo frotando y frotando, aunque bien es cierto que se perdieron las tertulias entre las mujeres que coincidían lavando ropa. Ahora las tertulias tienen lugar en otros puntos más lúdicos, como en las cafeterías, pero con la crisis se ha reducido hasta el café matinal y se habla con otras mujeres de camino al cole, en la cola de la carnicería, en el ascensor, en cualquier sitio en el que puedas mirar a los ojos a la otra persona y reconocerla como una mujer como tú con los mismos quebraderos de cabeza. Por esto de la crisis se ha reducido también la asistencia a las terapias con especialistas y una se desahoga hasta con la pelota de tu hijo con la que tropiezas y caes al suelo, empiezas echándole la bronca y después le cuentas cómo te sientes hasta el moño de tener que limpiar una y otra vez el mismo suelo cansino.
    Chica, tú haces tan bien tu trabajo que en ocasiones te metería cachito a cachito toda la casa dentro, e incluso he estado tentada a meterte a mi hijo todo entero para no tener que andar lavando por un lado la ropa y por otro llenando la bañera para lavarlo a él, pero no cabía dentro, por más que empujaba se me quedaban las piernas colgando y él mismo decía que se sentía un poco encogido así que no tuve más remedio que dejarte sólo para el lavado de ropa. Si tú me fallaras sería imposible seguir mi ritmo de vida, ya te lo digo yo, que no podría ni escribir una línea, no tendría tiempo, a pesar de eso, he de reconocer que tampoco yo soy una experta poniendo lavadoras, quiero decir, que yo poco froto, nada te ahorro, yo cojo todo el montón de ropa y va para dentro de ese espacio mágico que es tu estómago, sé sobradamente que me paso cargándote, por eso no me extrañaría nada que esto de la gastroenteritis dominguera sea cierta y no se trate tanto de un afán de protagonismo tuyo como de una verdadera enfermedad intestinal causada por mi atiborramiento de platos de ropa rucia a la que te someto día tras día.
    Por eso, por tu gran trabajo efectuado en todo este tiempo que compartimos he decidido que te mereces un descanso, comprende que no puedo prescindir de ti, pero sí te voy a preparar un espacio único en donde puedas recrearte y descansar desconectando de este mundo laboral que te rodea. Te voy a comprar una cama, de esas con colchón viscolatex, para que mientras nosotros descansamos tú también puedas hacerlo. ¿Qué te parece? Será cuando cobremos, que este mes anda jodido como para comprar colchones.
    Y así fue como convencí a la lavadora para que volviera a su trabajo y no pusiera tantos remilgos a la hora de lavar las grandes montañas de ropa sucia que esperaban turno para entrar en sus adentros.



    Creo que este artículo no me ha salido muy bien, está un poco manchado de la suciedad estresante de la obligatoriedad sentida para su producción, creo que lo que voy a hacer ahora mismo es cogerlo enterito y dárselo de postre a mi lavadora, a ver si lo limpia un poco y me lo transforma en un texto brillante.

Isolina Cerdá Casado

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