Domingo más uno, un objeto de inspiración: jarras de
cerveza.
Entre que lo voy retrasando, entre que voy algo piripi,
entre que son las 1:45 del lunes ya, entre que estoy resacosa de la actuación
de hoy, no sé qué narices va a salir de aquí. Veo doble, bueno, tengo que fijar
la vista, creo que aún queda algún resto de efecto gradoso (de los grados de la
cerveza, quiero decir). Me siento feliz, la verdad, sé que no estoy ante ningún
tribunal que valore estados anímicos, sé que me pongo a escribir y soy una
transparencia vulnerable, pero es que encima con esas cacho jarras de cerveza
que sólo costaban un eurillo pues me ha salido medio barato alimentar la locura
transitoria o el pedo, vamos, que espero comprensión por parte de los más
comedidos y recatados. Ya ves, que no he hecho nada extraño, ni nada que se
salga de lo que mucha gente suele hacer, sin embargo siento que me he liberado,
como una especie de aventurilla que estaba absolutamente justificada. He
aparcado a mi marido y a mis hijos, y a mi padre, que anda pasando unos días
con nosotros, y me he ido a desmelenarme, primero en el escenario, el papel que
interpretaba ayudaba, la verdad, la Toñi, era una mujer algo ninfómana a la
cual le ponía cualquier hombre, vaya, que daba igual su estructura física, a
ella solo le importaba que tuviera pelo, porque le encantaba sentir el tacto de
una densa superficie capilar, sobre todo en los bajos fondos innombrables.
Después con la cacho jarra de cerveza. La gente pasando, nosotros sentados,
actores recién paridos, felices aunque igual de pobres que antes de taconear en
el escenario, hablando de futuros hijos faranduleros. Puf, lo más de lo más. La
realidad ya es bastante dura, en medio de toda la vida dura que nos rodeaba, en
el centro del círculo que los cuatro actores habíamos formado estaba el sueño
por crear, por seguir montando cosas, por sentirnos vivos y esperanzados. Chelo
con su ictus, su amiga con su sueño de ser actriz, Paco con su añoranza de
Alicante, ellos estaban pegados al círculo, pero en nuestro círculo había
cotidianidades oscuras, difíciles, rebozadas de sueños. Hospitales repletos de
pacientes en espera de una cura, un cambio de postura o un suministro médico;
intervenciones quirúrgicas dolorosas y que despiertan miedos inconfesables;
dificultades terrenales con futuros inciertos; ocupaciones mundanas que van
poco a poco desencantando a la soñadora imaginaria. Y esas cuatro jarras
cerveceras que empapaban nuestros sueños de alcohol imprudente, soñar era
gratis; crear sueños es gratis, sí, pero
creer en ellos no siempre es fácil. Me he subido al borde de la jarra, he
mirado abajo, he querido lanzarme de cabeza, y he buceado. Por dios, que no
estás acostumbrada, que vas pedo perdida con una mísera jarra y media que te
has tomado, que ahora mismo las letras están bailando y escribo como a tientas,
feliz sí, pero a tientas, sin pensar demasiado en el despertador de mañana, que
apenas dentro de unas pocas horas sonará con la misma fuerza de todos los días,
pero yo seré distinta, estaré distinta, porque la noche anterior algo pasó, y
no tuvo nada que ver ese hombre extraño que me miraba en el vagón de metro, ni
el hombre que estaba sentado a mi lado, un señor grande, de grandes brazos, en
los que por unos segundos quise dejarme caer buscando apoyo, tal vez era
peludo, yo que sé, sólo vi que tenía unos brazos gordos y fuertes, y pensé que
estarían bien para apoyar mi cabeza, luego pensé, pero en qué narices piensas,
ni si quiera le había visto la cara, ¿a caso estaba siendo poseída por Toñi?
Pero si no sé si tenía pelo o no tenía, sólo lo vi reflejado en la ventanilla
de enfrente, oh, dios mío, la jarra gigantesca me estaba desencajando mi
absoluta mente cuadriculada. Pero si nunca he tenido una mente cuadriculada. Ya
lo sé, pero es que hoy, hoy ha terminado siendo un gran día, hasta mi marido se
ha dormido pese al sonar de las teclas, ya tengo el portátil en forma pero
ahora escribo en la habitación de matrimonio, después de que la Toñi hubiera
actuado en forma de mujer complaciente. Por dios, no me echéis de la sección,
es el alcohol el que me hace escribir así, mañana ya no seré nadie, la Toñi se
habrá ido a tomar fresco, y la Juani se habrá ido con la Kiki de cañas, pero
hoy, hoy es el día en el que por primera vez las musas están borrachas y apenas
dan dedo con tecla, hoy me siento burbujera o burbujosa, que en ningún caso está
bien escrito pero ya me entendéis, que viva el teatro, que al final no me apoyé
en esos brazos desconocidos, llegué a Puerta Sur sana y salva y cuerda y capaz
de no equivocarme de andén para coger el metro que me llevaba hasta casa, salí
de la estación y me recibió la luna, susurrándome palabras de amor. Sonreí, no
era necesario decir nada más, ella me entendía, hoy la Toñi me había dejado
bailar. Mañana tendré agujetas.
Feliz lunes porque ya se me ha pasado el domingo cañero en
cuatro caminos.
Isolina Cerdá Casado
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