Mira detrás de ti, cuidado, te están acompañando sombras oscuras.
¿Qué te hace pensar que hay algo ahí?
En ocasiones siento alientos ajenos que me acarician el cuello. Eso forma parte de las fantasías raras que me invaden, me rodean, me corrompen. Llevo arrastrando una gran cadena, no soy ningún fantasma, sin embargo es la prueba más evidente de que trasciendo a otra dimensión, en ocasiones la parte de la cadena que engancha con mi tobillo sangra, eso es porque pesa demasiado y mi alma no lo puede soportar. ¿Con qué cargas? Han sido tanto los mensajes, me importan demasiado, todos, me hacen sangrar. Sé que no estoy siendo coherente ni con el tema ni con nada, pero es que de un tiempo a esta parte todo se tambalea de una manera radical y han pasado tantas cosas ya en la vida, que te preguntas cosas obvias pero que han perdido su coherencia porque cayó un pilar de vida, alguien que murió y que significaba mucho para ti, y con esa destrucción de uno de tus soportes no caminas de la misma manera. No sé qué podría hacerme bien, cómo sentirme plenamente bien, claro que no, porque el sentirse bien es un estado cambiante, y aunque ahora me pueda sentir llena de sentidos, objetivos y pulsiones, pasados unos minutos o unas horas la crudeza de la vida se me aparece delante en forma de diapositiva, y el recuerdo de esas cosas que pasaron le dan una paliza tremenda al sosiego interior, y vuelven las preguntas eternas sobre sentidos y razones. Y la cuestión es que los sentidos se fueron perdiendo, y con el paso del tiempo hay un aroma a desengaño que lo impregna todo.
Hay zonas del mundo que huelen a pollo muerto. Qué derecho tengo a hablar así, qué es lo que quiero decir exactamente. Son miradas de reproche que llevan el odio en las pestañas y que allá a donde se dirigen disparan negatividad vital. ¿Eso existe? Sí, es la forma que tienen los cobardes de matar los sueños. Pero, ¿qué es exactamente lo que quieres decir? ¿a dónde quieres llegar? Me gustaría llegar a un lugar lleno de música, de gente sonriente y feliz, repleto de regalos especiales para todos, donde la inocencia se respetara por encima de todo, donde la felicidad fuera el estado común. Me gustan los espaguetis, muchísimo, podría estar incluido dentro del menú del día. Y el zumo de naranja natural, naranjas frescas llenas de vitaminas. Pero, un momento, ¿qué es lo que me está ocurriendo exactamente? Atada de pies y manos a esta mesa, delante del ordenador, escribiendo con el alma necesitada, una lluvia de ideas cayendo sobre mi cabeza y yo recogiéndolas todas, para poder estar en paz conmigo misma. El otro día tuve un sueño muy extraño, mi hija había estado jugando con un pollo, y cuando me quise dar cuenta le había arrancado la cabeza, el cadáver del pobre pollito estaba tirado sobre el suelo de la cocina, con su cabeza a unos diez centímetros de distancia. ¿Quería decirme algo mi conciencia? No lo sé, ojalá nunca nos falten sentidos para seguir adelante con esta gran aventura que es la vida, a pesar de las muchas pestañas que vagan por ahí impregnadas de ira.
Isolina Cerdá Casado
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