domingo, 9 de junio de 2013

Mi colaboración de los domingos en Héroes del pensamiento. Una casa.

Domingo, un objeto de inspiración: Una casa.




    Todavía con los resquicios verdes en mi cabeza, hojas que van y vienen, gente a la que quiero que aplaudió con todo el cariño esa locura creativa del poto parlante, empiezo este texto. Me da a mí que no va a ser demasiado irónico, porque el hecho que me lo ha inspirado es un caso real, duro, como tantas realidades durísimas de todas las épocas, no solo de este tiempo de crisis que inunda los sueños con problemas y más problemas que parten de lo económico y se extienden a lo psicológico.
    El viernes 7 de junio era el día del estreno de “Terapia virtual”, nerviosa e ilusionada fui a casa de mis vecinos, con la intención de invitarles, su situación económica viene siendo catastrófica desde hace unos cuatro años, al principio resistieron con los ahorros, después con la ayuda de los parientes y amigos, un poco de dinero por aquí otro por allá, iban salvándose del hundimiento. Ellos estaban paralizados, el marido llevaba toda la vida trabajando en la construcción,  cuando estalló la bomba financiera se quedó sin trabajo, y desde entonces no han tenido ingresos en casa, nada, apenas alguna chapuza, quizá cuatro o cinco en meses. Por fin, casi al borde de la inanición recurrieron a Cáritas, a través de la parroquia, y desde hace casi un año, se están beneficiando de las ayudas solidarias de esta organización, pero es cierto que cada vez son más familias las que se ven en esa situación tan dramática de tener que pedir para comer, y los paquetes de comida se van reduciendo porque hay más gente con la que repartir los alimentos. Hace poco les concedieron una ayuda que les permitiría ir pagando su piso, apenas les quedan dos años de hipoteca. La cuestión es que recibieron varios avisos de embargo, porque no pudieron pagar el alta de autónomo y la deuda fue creciendo con los intereses, de manera que si se debían seiscientos euros, ahora la cosa subió a casi dos mil. También tienen deudas en el ayuntamiento, de contribución y ese tipo de tributos, lo que dio lugar a otras órdenes de embargo. Pues bien, este viernes, cuando yo les hablaba del poto, de que si por fin lo iba a mostrar, de que… Ella, la mujer, me miraba con una cara en la que se mezclaba la alegría y la pena profunda. Tenemos un gran problema, Soli, muy grave. “¿Qué ocurre?” “Nos han dicho que nos van a desahuciar, nos van a quitar la casa”.
    ¿Cómo es posible? ¿Si casi está pagada? ¿Pueden dejarte en la calle por dos mil euros? Pues sí, puede pasar, hasta por cincuenta euros. Dice que venían de hablar con el asistente social, que le iban a mirar un alquiler social. Dios mío, y yo hablando de potos, de terapias virtuales, de puras convenciones teatrales. Y fuera, en el mundo real, en unos corazones que me importan, el dolor de sentirse impotentes ante la injusticia social se extendía como un cáncer preocupante.
    Una casa, tu casa, la que contiene los restos de ti, de tus pasos, de tu calor, los resquicios de las palabras que pronunciaste con cariño, las que gritaste en un momento de nervios descontrolados o de expresiones de desahogos. Pero si se llevan la casa, tu casa, ¿qué pasará con esa cama que te acogió en las noches silenciosas? ¿Qué será de esa fregona que te llamaba cuando las manchas del suelo se extendían como la espuma? ¿Quién recogerá ese trapo deprimido? ¿Y el váter, saldrá detrás de ti acompañándote en la pena? ¿Podrá la lavadora girar con la misma energía?
    ¿Qué tonterías estoy diciendo? ¿Es comparable que te quiten un pequeño objeto a que te quiten ese gran contenedor de objetos y de vida que es tu casa? Y cuantos y cuantos casos de casas usurpadas, por equivocación, por errores vitales, por engaños.
    Queda incompleto…queda sin terminar…me obliga el tiempo, las circunstancias a dejarlo aquí, en este punto de la pena. Hay mucho más que decir. Lo diré pronto. El que tenga un buen domingo que lo aproveche, que disfrute de su casa, de su familia, de los bonitos recuerdos de los acontecimientos felices…Yo hoy seguiré recordando al poto en su terapia, recordaré esos ojos tristes y preocupados, recordaré el cariño de la gente que vino a verme expuesta, entregada. Y entre penas y alegrías, calentaré las cuerdas vocales porque hoy es mi última función.

¡Feliz domingo!


Isolina Cerdá Casado

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