Domingo, un objeto de inspiración: Una casa.
Todavía con los
resquicios verdes en mi cabeza, hojas que van y vienen, gente a la que quiero
que aplaudió con todo el cariño esa locura creativa del poto parlante, empiezo
este texto. Me da a mí que no va a ser demasiado irónico, porque el hecho que
me lo ha inspirado es un caso real, duro, como tantas realidades durísimas de
todas las épocas, no solo de este tiempo de crisis que inunda los sueños con
problemas y más problemas que parten de lo económico y se extienden a lo psicológico.
El viernes 7 de
junio era el día del estreno de “Terapia virtual”, nerviosa e ilusionada fui a
casa de mis vecinos, con la intención de invitarles, su situación económica
viene siendo catastrófica desde hace unos cuatro años, al principio resistieron
con los ahorros, después con la ayuda de los parientes y amigos, un poco de
dinero por aquí otro por allá, iban salvándose del hundimiento. Ellos estaban
paralizados, el marido llevaba toda la vida trabajando en la construcción, cuando estalló la bomba financiera se quedó
sin trabajo, y desde entonces no han tenido ingresos en casa, nada, apenas
alguna chapuza, quizá cuatro o cinco en meses. Por fin, casi al borde de la
inanición recurrieron a Cáritas, a través de la parroquia, y desde hace casi un
año, se están beneficiando de las ayudas solidarias de esta organización, pero
es cierto que cada vez son más familias las que se ven en esa situación tan
dramática de tener que pedir para comer, y los paquetes de comida se van
reduciendo porque hay más gente con la que repartir los alimentos. Hace poco
les concedieron una ayuda que les permitiría ir pagando su piso, apenas les
quedan dos años de hipoteca. La cuestión es que recibieron varios avisos de
embargo, porque no pudieron pagar el alta de autónomo y la deuda fue creciendo
con los intereses, de manera que si se debían seiscientos euros, ahora la cosa
subió a casi dos mil. También tienen deudas en el ayuntamiento, de contribución
y ese tipo de tributos, lo que dio lugar a otras órdenes de embargo. Pues bien,
este viernes, cuando yo les hablaba del poto, de que si por fin lo iba a
mostrar, de que… Ella, la mujer, me miraba con una cara en la que se mezclaba
la alegría y la pena profunda. Tenemos un gran problema, Soli, muy grave. “¿Qué
ocurre?” “Nos han dicho que nos van a desahuciar, nos van a quitar la casa”.
¿Cómo es posible?
¿Si casi está pagada? ¿Pueden dejarte en la calle por dos mil euros? Pues sí,
puede pasar, hasta por cincuenta euros. Dice que venían de hablar con el
asistente social, que le iban a mirar un alquiler social. Dios mío, y yo
hablando de potos, de terapias virtuales, de puras convenciones teatrales. Y
fuera, en el mundo real, en unos corazones que me importan, el dolor de
sentirse impotentes ante la injusticia social se extendía como un cáncer
preocupante.
Una casa, tu casa,
la que contiene los restos de ti, de tus pasos, de tu calor, los resquicios de
las palabras que pronunciaste con cariño, las que gritaste en un momento de
nervios descontrolados o de expresiones de desahogos. Pero si se llevan la
casa, tu casa, ¿qué pasará con esa cama que te acogió en las noches
silenciosas? ¿Qué será de esa fregona que te llamaba cuando las manchas del
suelo se extendían como la espuma? ¿Quién recogerá ese trapo deprimido? ¿Y el váter,
saldrá detrás de ti acompañándote en la pena? ¿Podrá la lavadora girar con la
misma energía?
¿Qué tonterías
estoy diciendo? ¿Es comparable que te quiten un pequeño objeto a que te quiten
ese gran contenedor de objetos y de vida que es tu casa? Y cuantos y cuantos
casos de casas usurpadas, por equivocación, por errores vitales, por engaños.
Queda incompleto…queda
sin terminar…me obliga el tiempo, las circunstancias a dejarlo aquí, en este
punto de la pena. Hay mucho más que decir. Lo diré pronto. El que tenga un buen
domingo que lo aproveche, que disfrute de su casa, de su familia, de los
bonitos recuerdos de los acontecimientos felices…Yo hoy seguiré recordando al
poto en su terapia, recordaré esos ojos tristes y preocupados, recordaré el
cariño de la gente que vino a verme expuesta, entregada. Y entre penas y alegrías,
calentaré las cuerdas vocales porque hoy es mi última función.
¡Feliz domingo!
Isolina Cerdá Casado
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