martes, 18 de junio de 2013

Anecdótico.




 Iba yo corriendo por el parque con mis zapatillas nuevas, era mi segunda semana de entrenamiento concienzudo, me había propuesto correr media hora cada día, estaba harta de sentir el óxido en mis articulaciones, bastó un mínimo de ánimo para que me calzara las zapatillas y me iniciara en el trote ligero. Pues bien, ya iba con la lengua prácticamente colgando, cuando presencié una escena muy graciosa. Una chica de unos veinticinco años, uf, qué mayor soy, yo ya tengo cuarenta, estaba con sus perros, tres exactamente. Les lanzó una pelota, y todos empezaron a correr en la misma dirección que la pelota, todos menos uno, el más cachorrito, que en lugar de correr se fue en la misma dirección a paso mucho más tranquilo, entonces la dueña, o la que en ese momento hacía de dueña, se dirigió a él en estos términos: "Venga, vaya, mira que eres pachorra y vaga, tira corriendo hacia la pelota so gandula". La veinteañera en cuestión tenía unas "lorzas" como diría mi marido de escándalo, era una tiarrona grande y pesada, vamos, que ella lo que se dice trotar debía trotar poco, que a mí ni me va ni me viene, pero lo gracioso fue el tono y el chillido dirigido al cachorro fibroso que le dio por tomarse a la ligera un lanzamiento de pelota intencionado. Así que guardé la escena en mi disco duro con la intención de trasladarla a mi blog como uno de esos hechos curiosos que te regala la mañana. Regalo porque forma parte de la vida, y en cierto modo me puedo identificar también, a veces con la dueña y otras veces con la perrita linda. ¡Qué cosas tiene el ser humano!

Isolina Cerdá Casado

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