Este te lo dedico a ti. Bueno, estaba sentada en una pelota gigante, de esas que dicen que son buenas para corregir malas posturas, pensando. A veces una necesita pararse a pensar, aunque sea sentada sobre una esfera gigante. La vida pasa tan deprisa que el café se enfría sin apenas darte cuenta de que el frío llegó hasta él tan rápido como a tus manos, y en un segundo todo el calor que te transmitía la temperatura cálida de la taza de cerámica se esfumó, lo mismo que ese impulso al que ahora estás apelando.
Hola, ¿estás ahí? Dentro de mi cuerpo bailas, lo sé, pero estás ausente, no te puedo ver, sé que te mueves porque tienes inquietud pero yo no soy capaz de bailar contigo. Y te necesito, necesito que te vuelvas a unir a mí para volver a crear.
Ella era una heroina, lo era, tenía el pelo morado, eso era anecdótico pero su capacidad de lucha era una realidad.
De pronto escuchó una voz que le decía: "Si estás sentada en la pelota, ¡bota!"
De repente se puso a dar botes sobre la pelota gigante, todos la miraban, sus hijos cuya entrada en casa apenas percibió, su marido que traía a sus hijos, la tortuga, que desde el comedor la miraba con asombro pensando en las extrañas cosas que hacía esa mujer que todos los días le daba comida, la ninfa pelada también la miraba con el pico abierto. Y aquella mujer seguía saltando sin parar, empezó a golpearse en el techo de su casa, se golpeaba con la cabeza sin darse cuenta, hasta que hizo un boquete y de pronto se encontró saltando sobre las nubes, nunca se imaginó con la capacidad de hacer algo así. Toda su familia la miraba desde abajo, a través del enorme agujero que aquella pelota con el impulso de la mujer había abierto en el techo, no solo se veía a la mujer saltando sobre las nubes, también empezaron a verse estrellas en el cielo y de pronto la mujer saltaba sin pelota, volaba, sentía el impulso, su propio impulso, lo encontró.
Isolina Cerdá Casado
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