lunes, 30 de noviembre de 2015

Pesadilla.



A veces es el cansancio, otras "que se te pira la pinza", en muchas ocasiones que no estás en lo que tienes que estar, mil explicaciones para intentar encontrar las razones de por qué aquella noche de miércoles con una luna gigantesca acabé al lado de la Central Nuclear de Cofrentes. La verdad es que no sé por qué me afectó tanto, iba de Madrid a Alicante, y en el kilómetro ciento ochenta más o menos, cuando hay que salir de la autovía de Valencia para coger la de Alicante se me fue el santo al cielo, y seguí hacia Valencia. Como consecuencia de ese descuido y habiendo avanzado bastante por la A3 no me quedó más remedio que coger la nacional 330 para ir de la autovía de Valencia A3 a la autovía de Alicante. Nunca había pasado por allí, y es complicada de transitar, mucha curva, carretera estrecha y montañas esbeltas y desconocidas. A mitad de esa carretera que me llevaba a Almansa me encontré con una ciudad, eso parecía a lo lejos, muchas luces, como si de una gran urbe se tratara. Me parecía extraño, con esa especie de oasis nocturno que no me cruzara con ningún coche, era raro. Hasta que descubrí la verdad, no era una ciudad, se trataba de una Central. Aquellas chimeneas daban miedo, eran gigantescas, echaban un humo blanco, sin dormir, trabajaban sin parar. Iba de Leganés a Crevillente, y un recorrido que se hace en cuatro horas lo hice en cinco, añadí casi cien kilómetros a la ruta más corta y lógica. 

La foto la he cogido de internet, yo no la llegué a hacer porque me encontré con poca batería en el móvil.

    Esa noche tuve un sueño horroroso, mezclaba dos de mis miedos, bueno, un conjunto de ellos: unos terroristas habían causado un incendio en la central nuclear y todos corrían despavoridos sin saber hacia qué lugar, era terrible, mis hijos, mi marido, todos corríamos, no sabíamos hacia dónde, en ningún lugar se podía estar a salvo. 
    Mucho estrés, mucho correr, muchas cosas por hacer, mil propósitos, mil proyectos, ahora mismo me siento fatal, cansada, cansadísima, allí en el fondo del cuerpo, como si me tuviera que enchufar como al móvil, para ver si la línea de batería sube a más de un punto. Pero no, hoy estoy que me arrastro porque me falta la energía, todos los días no estamos para fiestas y debe ser que hoy la resaca obliga al descanso, bostezo hasta después de tomar un café largo. En fin, mañana será otro día. Miro la foto tomada de google y pienso en aquella imagen que me impactó, no es igual, el humo que yo vi era distinto, era como un sombrero, como si no quisiera subir al cielo, me pareció tan extraño todo.

Isolina Cerdá Casado
     

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