lunes, 21 de diciembre de 2015

Estoy contigo.


    El mismo cielo azul, aquí, allá, en cualquier sitio. Los mismos sueños o parecidos, los mismos ojos, las mismas lágrimas, corazones que están latiendo sin parar, todos miran ese mismo cielo azul. No hay nada más que cielo, pero el cielo está lleno de ángeles. No hay otra cosa que no sea el azul limpio que envuelve al mundo, las apariencias engañan, es mejor escuchar el latido que dejar que las cadenas aprieten tanto que esparzan la masa gris y se mezcle con el barro de las lluvias pasadas. Lo humano parece más sagrado que lo animal, eso nos parece a los incultos. Los que saben se dan cuenta de todo y les aterra. Les aterra saberse vigilados, les da miedo estar tan cerca del cielo y a la vez tan lejos. Da miedo la fugacidad del tiempo, de la vida.
    "Nosotros ya lo hemos hecho todo, lo que había que hacer está hecho". No me puedo creer que sea cierto, siempre hay algo que hacer, cambian los objetivos pero la vida siempre tiene razones importantes para impulsarnos, aunque sea simplemente para dar ejemplo.
    Últimamente no tienes mucho que contar, te vas por las ramas, hablas de reflejos, de pequeños soplos de aire sobrantes, de miradas, de palabras que algún desconocido dice y suelta buscando equilibrios. 
    -¿Y tú? 
    -"¿Yo?"-respondí con cierta incertidumbre.
    -.Sí, tú, ¿qué dices tú?



Yo quiero no dejar de tener impulso, impulso creativo, ganas y necesidad de decir algo, a la mirada indiscreta, a ese agujero negro que me observa y espera que yo haga algo bueno.


Por favor, no te vengas abajo, no te hundas, hundido no me vales, no es que yo quiera aprovecharme de ti, es que tu energía me ayuda a caminar, es que tus palabras de aliento siempre han ayudado a mi aliento. Muchas veces fueron tus ánimos, esos que me mandabas, otras simplemente la mirada, una mirada llena de apoyo, que era como una manta caliente para un alma temblorosa. No, no te tienes que hundir, no tienes que tirar la toalla. Toma mi hombro, cógelo, apóyate, aplástalo, haz lo que necesites es tuyo, lo amigos se ofrecen los hombros, pero también los abrazos, las miradas, las palabras que acarician, las que quieren dar un gran masaje cardíaco, las que hacen que vuelvas a tener impulso y ganas de caminar. Sí, yo te quiero, porque aunque no haya sangre común, hay almas que caminan juntas. Tanta vida en la que tú has estado ahí con tus cariños. No quiero que tengas dolor, no quiero que ella tenga dolor, no quiero que este mundo os haga sufrir, no lo quiero, puta vida, amarga vida, la enfermedad está aquí, todos estamos expuestos. Lo sé. Si ya lo sé. Si yo lo he sufrido. Si sabemos que eso forma parte de las pulsiones vitales. Pero hoy estoy rebelde, hoy no puedo asentir, hoy grito porque me siento mal con tu dolor, porque tu dolor es mi dolor, porque el dolor de ella me está aplastando la sonrisa, me la aplasta hasta dejar los labios sin sangre, los dientes rotos, la lengua cortada. 
    El que tiene un amigo que sufre sabe de lo que estoy hablando, un amigo de verdad, de los que abrazan cálidamente, de los que están a pesar de la distancia y del tiempo. Estoy contigo amigo, hoy y siempre, no estás solo, toma mi hombro, y mi pecho, y mis piernas, y mi cuerpo entero empezando por la parte que no se ve pero se siente, el alma.

Isolina Cerdá Casado

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