miércoles, 29 de abril de 2015

Mocos y botas. Escribiendo en la calle.


    Estas botas me han traído hasta aquí. Es un lugar peculiar.  Hay un niño que llora, tiene sueño, su madre lo está calmando. Yo acabo de descubrir que puedo escribir aquí,  sentada en un banco que no es el de mi casa. Hoy me siento bien,  feliz porque he escrito un cuento para mi hijo. Siento que es un día productivo, lo valoro en función de las letras escritas. Imágenes del terremoto de Nepal vienen a mi cabeza. Cuando grita la tierra es muy difícil ignorarla. Qué lejos y qué cerca a la vez. Da miedo.  Nada podemos hacer, bueno sí, ayudarles claro.  Supongo que también podemos pensar en lo que no hicimos. No sé. El mundo es un pañuelo y los mocos nos alcanzarán a todos, no importa en qué esquina situemos nuestra nariz.

Isolina Cerdá Casado

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