miércoles, 24 de febrero de 2016

Mientras espero, escribo.


Cien números por delante, qué hacer con tu tiempo para no sentir que lo estás tirando por la borda. Todo para sacar una cita a la que ya llegaba tarde. Mucha gente esperando como yo, de vez alguna se oían las quejas, los asombros ante semejante lista, cien números pero en realidad había varias listas diferentes, lo que suponía que las seis ventanillas abiertas no estaban volcadas en que la distancia de mi lista perteneciente a la letra C se acortara. La cuestión era qué hacer. Yo ya me había preparado, iba con la mochila llena de opciones con las que entretener mi tiempo. Hice varios intentos para no llegar con tantos meses de retraso, años, cada vez que iba tenía una lista de espera superior al año y me invitaban a que volviera al siguiente mes que seguramente abrirían nuevas listas. Entre tanto estuve metida en otra lista y otras pruebas, surgieron así mismo otras tantas, en fin, qué cansinas son las visitas obligadas a los centros de salud y a los hospitales pero qué necesarias al mismo tiempo. Total, a lo que iba, que saqué la libretita, una agenda nueva estupenda que tengo no solo para organizar mi vida sino también mi mente, cogí un pequeño lápiz y empecé a escribir...  



Hoy quiero escribir para mí, siempre lo hago en realidad, escribo porque necesito verlo escrito, necesito contarme un cuento, necesito decirme a mí misma desde dentro de mi alma cosas.
Muchas veces me llegan impulsos vagos de esos espacios interiores, voces que te empujan a quedarte tumbada, a regodearte en el estado del gusano, el caminar a rastras.
Pero de pronto te llega una voz de afuera, procedente de algún lugar de la realidad externa que te envuelve. "No es momento de tonterías, no hay lugar para caminar así. Levántate, coño, déjate de tonterías.Cuando te mueras te habrás muerto, pero mientras estés en el mundo camina, mira, besa, abraza, aconseja, comparte un café, pon una lavadora, ríete del mundo.
Es así, el impulso que dirige nuestros pasos, en ocasiones estás dormida o aplastada porque físicamente no estamos muy bien y se pone a dar martillazos en las neuronas, y algo del exterior te empuja, te obliga a caminar, te ofrece una razón para levantarte y aún en pijama sales a la calle y das un paseo por el parque.
La gente que te ve piensa que estás loca, pero el pijama se siente feliz porque por primera vez ha paseado por el parque sobre tu cuerpo y no dentro de una bolsa.




Ese pijama llegó a tu vida en navidad.
La navidad ya no es igual.
La navidad es un ser cambiante.
Antes era divertida, ahora también es triste.
Estamos en febrero, ¿por qué narices traes a la navidad hasta este texto?
Porque el tiempo pasa tan deprisa que da vértigo.
Acabo de sentirlo gracias a pasear por el parque en pijama.
Fue el pijama el culpable de todo.
En lugar de quedarse en la cama salió a pasear conmigo.




Esas dos mujeres cruzaban el paso de peatones. ¿Amigas? ¿Madre e hija? ¿Vecinas? ¿Cuidadora y paciente? ¿Qué estarían hablando? ¿Qué se estaban diciendo? 
Pues no me importa, pero es una imagen bonita, dos mujeres caminando juntas. 


Isolina Cerdá Casado

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