Esta es la foto de una maqueta que hizo mi marido, con piedrecitas chiquititas creó una casa preciosa, las grandes cosas se hacen con pequeñas piezas.
El otro día una amiga mía, de esas amigas que la vida te pone delante, que sabes que es buena gente aunque no sea cuestión de horas compartidas sino de circunstancias vividas, no sé, amiga aunque no de llamarla diariamente, ni de compartir cafés. Amiga de persona que quieres aunque intercambiemos afecto únicamente a través de encuentros casuales. Bueno, ya basta, amiga, mujer amiga, amigable. Pues a lo que iba, el otro día una amiga mía me contaba que a su suegro le había sido diagnosticado un cáncer, que ya había empezado incluso con la quimioterapia y que lo estaba llevando fatal, me dijo que nadie se podía poner en la piel de una persona que estuviera siendo tratada con la quimio, decía que era imposible, ella sabía muy bien de lo que hablaba, su piel había sido afectada por esa agresión externa que no solo actúa sobre las células malignas. Entonces me puse a pensar en ese hombre, en lo que podía pasar por su cabeza...
"Usted está enfermo, podemos detener el avance de la enfermedad pero no se va a curar, es un mal diagnóstico pero no es el peor. Puede llegar a vivir diez años más, no piense que se ha acabado, aquí no ha acabado nada. Esto acaba de empezar realmente."
Y nadie se puede poner en tu lugar, es así, nadie puede imaginar todo lo que está pasando por dentro de tu cabeza y del corazón. Es pura física si metes en tu cuerpo una quimio agresiva que aunque trate de seleccionar va a luchar contra todo lo que se parece a las células malignas, todo tu cuerpo se resiente, aunque quieras fortalecerte y enfrentarte a ese ejército de soldados grises. No hay nada que hacer, físicamente acabarás tocado. Por no hablar del tema mental, eso son otros menesteres más complejos. Cuando se lo diga a Roberto, mi mejor amigo y cuñado a la vez, seguramente empezará con sus teorías de la psique, que "ya te lo decía yo, esas cosas no son fáciles, siempre acaba por tocarte algo gordo, ya me pasó, y tú lo sabes con tu hermana, también tú lo viviste, pero no igual, no es lo mismo vivir la enfermedad en la distancia, de visita, ya sé que duele, pero no tienes que ver los ojos tristes y cansados minuto tras minuto, y la impotencia..."
Roberto siempre dice que lo peor que le ha pasado en la vida es saber que su mujer estaba enferma y que no podrían disfrutar de los años de la jubilación. Era mi hermana, a mí también me dolió. Supongo que cuando te das cuenta de que tienes que estar preparado para lo peor es cuando el agua empieza a entrarte por la nariz y por la boca, entonces significa que ya te estás ahogando. Que hay que disfrutar de cada minuto mientras se pueda. Pero es difícil. Y mira que era consciente, la vida me iba dando avisos una y otra vez. Ya de por sí la vida era dura, no nací en una familia acomodada que digamos, eso lo asumes, no me refiero a eso, tiene que ver con las cosas que te van pasando, o que le van pasando a las personas que tienes a tu alrededor. Y pasan muchas cosas, en una vida normal hay problemas corrientes y molientes, siempre.
Pero no nos damos cuenta, resulta que estamos sentados en una terraza de un bar, tomando un café, o una caña, o lo que tome cada uno, tienes frente a ti a personas a las que quieres, que te cuentan un chiste tonto, que te hacen reír, que te llaman "maricón" o "viven", o lo que sea, da igual, que tienen gestos de cariño, y nos empeñamos en no ver esa felicidad del instante, de ese segundo en el que alguien te ha llamado "bella", en el que alguien se ha emocionado cuando le hablabas de un texto, el abrazo de aquella amiga a la que hacía mucho que no veías. La vida, ay, la vida y sus instantes mágicos, esos son los que te llenan de fuerza cuando llega el doctor y te dice "Usted está enfermo..."
Lo cierto es que no quería volver a escribir sobre el cáncer, empieza a resultar un tema recurrente, pero esto lo quería escribir, le fui dando vueltas a la cabeza cuando esta amiga me lo contó. Y ahora ya está, me voy a comer una cacho palmera de chocolate, grandísima, más de un palmo de mano gigante, y arreando que son dos días.
Esto es lo que queda de la misma, lo demás está en mis caderas, disfrutando de un espacio lleno de grasas felices.
Isolina Cerdá Casado
No hay comentarios:
Publicar un comentario