Nunca dejes de impulsarte. Que esa flor que dibujaste en tu camiseta verde permanezca siempre en tu corazón. Con los brazos arriba y sonriendo, con un lazo en el pelo y unas largas pestañas. Los ojos bien abiertos para ver lo que de verdad importa, que estás viva, que eres una mujer preciosa, que llegarás a donde quieras llegar y siempre serás libre, sentirás la libertad y no permitirás que nadie te la arrebate. Respira, mi niña, mi niña grande; la mujer, la que fue niña; la madre, que se reconoce en esa mujercita que empieza a caminar.
Qué rápido pasó todo,
pasa todo,
todo.
Isolina Cerdá Casado
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