Subí en Puerta del Sur.
Decidiste hacer el experimento. Te metiste en el vagón de tren y con bolígrafo en mano te pusiste a escribir lo que saliera, el mundo que se presentaba ante ti sería la inspiración. ¿A caso pensaste que lo que iba a ocurrir ante ti iba a ser fuente de inspiración?, y no solo eso, en el hipotético caso de que lo fuera, ¿crees que lo que resultase de ese momento creativo iba a interesar a alguien más que a ti misma? No esperar nada es la respuesta, salga lo que salga será sincero. Hay veces que una puede ser testigo de conversaciones aclaratorias de vidas corrientes, en las que te ves reflejada, en la que te das cuenta de que tu vida es tan solo un pequeño grano de humanidad, de arena a veces, otras de pura grasa. Formamos parte de un todo, un todo que suena a cuerdas de guitarra afinándose. "Ella se piensa, ella se cree, ella es así y de esta otra manera". Todos necesitamos hablar y desahogarnos, confesar, gritar, jugar a sacarle los ojos a otros para que nuestros ojos no salgan de sus cavidades. Hay quien juega a las canicas con los ojos ajenos. Se sentó a mi lado un bicho. "Uf, no hables así". Lo sé porque la estoy escuchando hablar y sus palabras demuestran que no es trigo limpio.
Bajé en Plaza de España.
Isolina Cerdá Casado
sábado, 9 de enero de 2016
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