jueves, 24 de julio de 2014

"Silla, maceta, toalla colgada, escoba, camión amarillo, ordenador portátil" Ahora con eso crea algo, maja.


    Estaba absorta en sus pensamientos, tal vez sería mejor coger la escoba y ponerse a trabajar de una vez, retrasar el momento del inicio de sus tareas no iba a hacer desaparecer todo lo que tenía pendiente. Debía recoger los restos de aquella pelea terrible, nunca imaginó que Polonio sería capaz de hacer algo tan terrible. Ella también le tiró la maceta en la cabeza, aunque él estaba entrenado para esquivarla. Las peleas entre ellos se habían hecho demasiado frecuentes. Se sentó en la silla de madera, la que con tanto cariño habían comprado juntos en las rebajas de enero, y se puso a darle vueltas a la situación actual. ¿De qué servía aguantar más? ¿a caso iba a modificar algo su carácter y su desorden? Ella era una maniática del orden y Polonio no daba un paso sin dejar un objeto fuera de lugar. La última pelea fue aquella toalla tirada sobre la cama. No era algo tan grave, por una toalla iba a echar por tierra una relación que ya duraba cuatro meses, era la relación que más le había durado. Comprendía que la satisfacción de rebasar esos cuatro meses iba a ser muy reconfortante, pero no sabía hasta qué punto compensaría la desagradable imagen de ver la toalla tirada como si tal cosa, ¿era tan difícil esforzarse un mínimo y mantener la toalla colgada en su sitio? Ella no pedía más. Ni si quiera le importaba que hubiera pintado el camión de ese color tan chillón, que casi hacía daño a la vista, pero por amor estaba dispuesta a montarse de vez en cuando en un camión amarillo. Es cierto que hubiera preferido que su pareja fuera un arquitecto y que diseñara la casa de sus sueños, pero qué esperaba, ella no había sido capaz de terminar tercero de la ESO. Definitivamente se comería su orgullo, cogería la escoba, barrería el resto de tierra y de los trozos de maceta, doblaría la toalla y se sentaría en una silla frente a su ordenador portátil a escribir sus desdichas. ¿Qué importaba que su novio condujera un camión amarillo? ¿A caso los Beatles no utilizaron en una de sus canciones un submarino amarillo? ¿Y los mismísimos cantantes de Zapato Veloz que con su tractor amarillo arrasaron un verano? ¿Por qué no iba a poder montarse en un camión amarillo?

    Decidido, se tomaría un café y tras ese momento comenzaría a recoger, pero cuando llegase a los cinco meses rompería con él, terminaría sus estudios y buscaría un novio arquitecto.

Isolina Cerdá Casado

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