Este texto lo he presentado al certamen literario del cole de mis peques. Todos los años procuro escribir algo específicamente para presentarlo allí. Lo escribí justo un día antes de que terminara el plazo. A mi hijo se le escapó su ninfa, se fue, desapareció, su otra amiga quedó sola en la jaula. Se me ocurrió esta historia para regalársela.
El vuelo soñado
Mi hijo está muy triste porque su mascota,
una ninfa preciosa se ha escapado. Suena fatal decir eso, “escapado”, suena
como si hubiera querido alejarse de lo que hasta ahora era su hogar. Yo no sé
muy bien cómo ayudarle, así que pensé que sería una buena idea escribirle un
cuento.
La ninfa Pintitas había llegado a casa
malherida y muy débil, su mamá la rechazó, renegó de ella, no la alimentaba, de
modo que su vida corrió peligro desde el mismo instante en que vino al mundo.
La casa en la que nació estaba repleta de animales, tenía muchas especies
distintas de aves conviviendo en la misma casa de campo, el dueño no tenía
tiempo suficiente para ocuparse de ella, así que decidió buscarle un nuevo
hogar, en el que hubiera alguien dispuesto a dedicarse a esa ninfa chiquitita y
flaquísima el tiempo que fuera necesario y sobre todo que estuviera capacitado
e ilusionado para ello. El dueño de Pintitas conocía a un niño que estaba
fascinado por todo tipo de animales, pero que en especial se sentía atraído por
los pájaros. Cristian había hecho varios intentos por conseguir tener una ninfa
papillera, deseaba con todas las fuerzas tener una ninfa que respondiera a su
llamada y con la que mantener una relación especial. Le había pedido a Papá
Noel una ninfa, y éste tuvo el detalle de traérsela, lo cual le llenó de
satisfacción, lo que sucedió es que a los pocos días se accidentó en uno de sus
primeros vuelos por el comedor de su casa. Y como consecuencia de la abundante
pérdida de sangre se quedó muy débil y murió. En otra ocasión llegó hasta sus manos
otra ninfa, que murió sin causa aparente. El caso es que Cristian estaba muy
triste porque no conseguía tener una ninfa que le durara más de un mes.
El dueño de Pintitas, conociendo toda su
historia con las ninfas, pensó que Cristian podría ocuparse de ella, era tal el
deseo del niño de tener una que seguramente se implicaría mucho en sus
cuidados. Su mamá no lo tenía nada claro, sin embargo los ojos del niño se
iluminaron de tal manera al verla que fue imposible negarse a que entrara en
casa una tercera ninfa papillera. Sorprendentemente Pintitas salió adelante, a
pesar de todas las advertencias de que probablemente no sobreviviría, el niño
estaba absolutamente entregado, quería sacarla adelante, calentaba el agua,
mezclaba el pienso adecuado y se lo daba con una jeringuilla especial con toda
la paciencia del mundo. Estuvo con ella en sus primeros vuelos, cruzaba el
salón de punta a punta, reconocía a Cristian, se posaba en su hombro, y tenía
una relación especial con aquel niño que había conseguido impulsarla y llenarla
de fuerza en esos días inciertos en los que parecía que estaba más cerca del
final de la vida que del principio.
A mi me daba mucha tristeza, nunca me han
gustado los pájaros enjaulados, aunque reconozco que muchos de estos pájaros
han nacido en la cautividad, y no saben lo que es volar en libertad, porque
siempre han vivido dentro de una jaula y tal vez no existirían de no ser por
esas personas aficionadas a la ornitología. Yo pensaba en Pintitas, y muchas
veces sentía cierta tristeza al verla dentro de la jaula, y he de reconocer que
en alguna ocasión me pregunté lo que ella podría sentir en el caso de que
saliera volando por el cielo, libre, sin una jaula que la esperase después.
Esta última navidad el antiguo dueño de Pintitas
regaló a Cristian otra ninfa, en este caso no era papillera, sino que comía
sola y tal vez podría emparejarla con Pintitas. La verdad es que se las veía
bien, juntas, en la jaula. Aunque en alguna ocasión pude percatarme de que
Pintitas le lanzaba picotazos a su nueva compañera de jaula. En esos casos,
cuando las veía, pensaba que lo mismo no se llevaban del todo bien, y que tal
vez las estábamos forzando a compartir espacio sin llevarse bien. Las personas
no siempre tienen buena relación, y es verdad que no estamos hablando de
personas sino de pájaros, pero mi imaginación hacía que las mirase con ojos
distintos, las personificaba, les atribuía sentimientos, anhelos, sueños que
son propios de las personas. Las relaciones de pareja son muy complicadas, todos
hemos oído hablar de tristes finales en los casos de malos tratos. O del
sufrimiento de las personas por encontrarse encerradas en una celda, aunque la
sensación de sentirse encerrado tal vez no es propia de un pájaro. No sé, el
caso es que yo me imaginaba historias con ellas. Concretamente Pintitas era muy
lista, en muchas ocasiones la vimos intentando abrir la jaula, y nos miraba
desafiante, como sabiendo que su capacidad de aprendizaje era mucho mayor de lo
que podía atribuírsele a un pájaro y mostrándonos que si permanecía allí era
porque quería. Seguramente de no ser un pájaro, de haber podido ir a la
universidad, habría llegado muy lejos, estaría dando clases a otras ninfas de
cómo sobrevivir creativamente ante la vida.
Una mañana, cuando entré en el tendedero
para tirar un envase al cubo de reciclaje que se encuentra en ese espacio, me
di cuenta de que sólo había una ninfa, faltaba Pintitas. De pronto pensé que mi
marido se la podía haber llevado a algún sitio, no sé, a la parcela por ejemplo,
y que no me hubiera dicho nada. O lo que es peor, que le hubiera dado por
morirse y que sin decir nada mi marido la hubiera sacado de la jaula y le hubiera
organizado un funeral exprés.
Pero nada, ambas opciones quedaron
descartadas en cuanto mi marido me envió un “emoticono” triste por el “wasap”
negando las dos posibilidades que le di. Solo quedaba la opción de que se
hubiera ido por sus propias patas y alas. Pusimos múltiples carteles, cientos
de ellos por la zona en la que vivimos, pero todos nos decían que era muy
difícil. La reacción de mi hijo fue extrema, cuando se enteró de que Pintitas
no estaba le dio un pasmo, empezó a gritar despavorido, tuvo una reacción
desproporcionada, tal vez porque ya era una tristeza acumulativa de pérdidas
reiteradas de mascotas con las que se había encariñado, parecía como si se
hubiera producido en su interior una explosión de tristeza por un luto
enlatado.
Pues bien, hoy, a casi tres semanas de
haber encontrado la jaula vacía, hemos recibido la siguiente carta por correo
certificado:
Querida familia:
Sé que estáis muy tristes y en mi
conciencia queda el hecho de que mi marcha os haya causado tanto dolor,
especialmente a mi querido Cristian, que tanto me cuidó y gracias al cual estoy
ahora mismo donde estoy. No es mi intención que vengáis a recogerme, bien al
contrario quiero seguir estando en el mismo lugar. Pero sí es cierto que quiero
tranquilizaros porque ha llegado a mis oídos que habéis pegado carteles por la
calle y que incluso en el Facebook habéis colgado fotos mías. Me encuentro
perfectamente, así que os recomiendo que os reconfortéis porque es absurdo
sufrir cuando el objeto de sufrimiento está como una rosa.
A ver, yo soy una ninfa, y puedo volar,
gracias esos vuelos supervisados por Cristian cuando estaba tan flojilla
conseguí sentir el poco aire que había en el salón. Y casa vez que me volvía a
introducir en la jaula sentía que me faltaba el aire. Desde el tendedero se
veía un gran cielo azul, y durante todas las horas del día, a parte de comer
pienso, pelar pipas, picar algún trozo de hoja de lechuga y pelearme con mi
nuevo amigo, suspiraba por sentir lo que era volar por el cielo maravilloso que
se veía a través de mis barrotes. No es que estuviera mal cuidada, no, tampoco
es que no os quisiera, no. Pero es eso que ocurre cuando uno está viendo la
posibilidad de ver cumplido un sueño y pasa el tiempo y no hace nada por
conseguirlo, hasta que de pronto un día, ese sencillo gesto de abrir la jaula,
que tanta gracia os hacía, se completa del todo, y te sientes con fuerza y con
el impulso necesario para llevarlo a cabo. Entonces no hay vuelta atrás. Abres,
sales y te lanzas. ¿Podéis imaginar esa sensación de libertad maravillosa? Es
inexplicable, indescriptible, único. He de reconocer que antes de lanzarme miré
para atrás, mi compañero de jaula me guiñó un ojo, y yo miraba la puerta que da
a la cocina, estuve a punto de regresar, pero supe que Cristian iba a
reponerse, se llenaría de fuerza y su padre, seguramente me repondría rápido,
es una especie de Noé de este tiempo que recoge todo tipo de animales que caen
en sus manos. Él sobreviviría y yo podría ver realizado mi sueño. Así que tomé
impulso y me lancé. El aire me acariciaba las mejillas, esos lunares naranjas
se erizaron, el cuerpo era ligero, yo me sorprendía en cada nueva sensación, me
dejaba llevar por todo aquello que sentía, era mágico, dulce, extraordinario.
Casi me choco con un árbol, y un extraño pájaro negro con pico naranja me lanzó
un piar extraño, como un grito. Lo ignoré y seguí mi camino. En realidad no
sabía a dónde iba, me limité a disfrutar cada tramo recorrido, estuve en un
parque, y recordé las veces que había oído hablar a Cristian de esos lugares.
Pasé miedo, unos extraños pájaros verdes me persiguieron, no eran buena gente,
sé que querían acabar conmigo por ese vuelo agresivo, eran un grupo de ellos.
Me escapé como pude. Finalmente he llegado a un lugar maravilloso, no sé si
definirlo como una isla, bueno, no, hay edificios cerca, pero está rodeado de
árboles y agua, es lindo, lindo. Me paseo feliz, cuidándome mucho de que los
grupos de aves verdes, las cotorras, no me alcancen. ¿Os podéis creer que he
conocido a una amiga? En serio, no me lo creo, es una ninfa también, y resulta
que vive en una especie de casa de madera, allí no pueden llegar los pájaros
verdes, quedo con ella por las tardes, que es cuando parece que hay menos
peligro. Me ha insinuado que podría ir a vivir con ella, que tal vez a sus
dueños no les importaría, en realidad ella llama sus dueños a unos cuidadores,
pero no es posesión de nadie, es libre, así que me estoy planteando acompañarla
algún día. Ella es preciosa, pero lo que más me fascina de ella es su alegría,
es muy importante estar alegre en estos tiempos que corren, hay que aprovechar
cualquier gesto que nos ayude a caminar un poquito más felices.
En fin, familia, que os quiero, que tal vez
algún día os vaya a visitar, de hecho hace unas semanas volví, me posé en el
alféizar de la ventana, y me comí unas pipas, ¿desde cuándo mamá pone pipas en
la ventana? Pero sólo lo hice porque no me había despedido de la tortuga, bueno
reconozco que me entró cierta melancolía, os ví dormidos, a ti, Cristian, y a
tu hermana también. Estabais bien, así que volví a mi isla y decidí escribir
esta carta, me ha ayudado Arcoiris, es muy lista y ella sí ha tenido formación
universitaria. Me ha dicho que me va a ayudar a preparar las pruebas de acceso,
creo que voy a estudiar Psicología, para ayudar a otros amigos a alcanzar su
sueño. Quiero decirle a Cristian que siga con su empeño de ser veterinario.
Cristian tienes cualidades, pero debes estudiar mucho, no lo olvides y no dejes
nunca de perseguir tus sueños. Y ya sabes, si alguna vez tienes la posibilidad
de dar un paso para alcanzar tu sueño, has de darlo, porque, lo alcances o no,
siempre tendrás la certeza de haber apostado por el camino correcto.
Con todo el cariño del mundo, os quiere con
locura,
Pintitas
Isolina Cerdá Casado
El cartel con el que empapelamos puntos estratégicos de nuestra zona.
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