Domingo, un objeto de inspiración: pintalabios.
Bueno, ya está,
ya está, ale, venga, ponte a escribir, aunque sea sábado, sabes que mañana ce ne sera pas possible. Porque estarás
haciendo maletas estresada para irte nuevamente de viaje. Y no te queda otra,
tienes que seguir escribiendo porque algo está ardiendo en tu interior, llámalo
equis, llámalo y, o llámalo filete asado. Tu mundo no puede detenerse porque
hayas dejado de pintarte los labios con carmín rojo. Hija, por dios, mírate, si
apenas prestas atención a tus llamadas, algo está cambiando pequeña bruja
estresada, algo está tiñendo de esperanza tu corazón, y todo acaba encajando,
todo.
Hace un sol increíble,
sol veraniego, estoy tomando mi café con tostadas, a estas horas 11:32 horas,
trato de acabar el texto que inicié ayer pensando que no iba a tener tiempo de
publicar, el sentido de culpa sigue sin dejarme tranquila en verano, mañana
salimos de viaje, a tierras norteñas, y esta noche ha sido terrible, he vuelto
a sufrir el insomnio indomable, a las tres de la mañana estuve a punto de
levantarme a escribir el artículo. Dándole vueltas a todo, que si por qué tengo
que escribirlo todo, que si por qué no tengo trabajo, que si por qué narices he
leído tantos libros y estudiado dos carreras y sigo con el mismo interés de
seguir leyendo y aprendiendo, y que para qué esto, y que si qué sentido tiene
todo, y ahí llegué, al sentido. En esas largas horas de insomnio sofocado,
retomé otro libro, andaba leyendo con el pesado tomo de Ana Karenina de Tolstoi
cuando tuve el impulso de ir a buscar a mi pequeña biblioteca el libro de Viktor
E. Frankl, “Teoría y terapia de las neurosis”, y volví a ver esa palabra tan
importante, el sentido, es importante que encontremos el sentido de todo lo que
hacemos para que no perdamos el interés por la vida. Como decía Nietzche: “Sólo
el que sepa por qué vivir será capaz de soportar casi todas las condiciones de
la vida”. Frankl hace una introducción a
la llamada logoterapia y al análisis existencial, yo llegué a este libro hace
muchos años, cuando ya mi mente me turbaba y sentía el impulso de saber más
sobre ella. Así fue como en medio de las dos carreras estudié el primer ciclo
de Psicología por la UNED. En este libro encontré cosas interesantes, que me
aliviaron momentáneamente, tales como que “la angustia es el vértigo de la
libertad”, o ante mi excesivo sentido de culpabilidad, “solo un ser que es
responsable se puede llegar a sentir culpable”. Pero también aparecían cosas
como que “la simple reflexión es la enfermedad mental más peligrosa”, según
Schelling. Y según éste último, yo estoy enferma perdida, volando por el cielo,
saludando a las estrellas, mirando desde arriba un mundo que me supera, ¿el
valor cultural es el que da sentido a mi vida? Es posible, es seguro.
Venga, venga,
venga, te estás yendo guapa, te estás yendo, y no estoy hablando de que te estás
yendo a Galicia, sino que estás bordeando el sentido del artículo dominguero, y
el sentido de tu vida, que por cierto no sé a santo de qué tienes que traer aquí,
desnudándote, ¿es que acaso eres una actriz porno frustrada que trata de
realizar su verdadera pasión a través de la palabra escrita? Mira, mira, no,
no, no, no me hagas sentir más culpa de la que arrastro.
Basta, basta ya de
tantas angustias, sí, lo reconozco, soy actriz porno, estuve interviniendo en
la película “Almas neuróticas enrevesadas”, y en la cueva oscura en la que se
rodó la tercera secuencia, en esa que no se veía nada de nada, estaba yo, la
recatada controladora, exigí tan poca luz que no se me vio, así que nadie se
cree que yo era esa actriz que hacía gritar a ese bestia negruzco de grandes
trompas…
Escucha, escucha,
no tienes que llegar a esto para ganar audiencia, en serio, tu escribe
tranquila tu artículo pero no es necesario que te quites el sostén, de veras,
guapa, aquí estamos para otros menesteres, no sé, puedes escribir de váteres, de
lavadoras, de sombreros, no sé tantas cosas, de felpudos, no, no, de felpudos
mejor no.
Lo sé, siempre me
han dado carta blanca, pero es que tengo tanto calor que no se me ocurre otra
cosa más interesante o inspirador que sacarme ropa.
Bien, bien, hazlo,
pero no hace falta que lo escribas, tú si quieres, puedes escribir desnudita,
pero no lo cuentes.
Bueno, ya escribo
desnuda, eso no es algo novedoso.
Bueno, bueno, y si
te despides ya, eh, que mañana te vas de viaje y tendrás que preparar maletas,
eh. Ale, hasta el domingo que viene, guapa.
Ay, pues vale, ya
me despido pues, tengo unos calores conmigo que…¡Feliz verano a todos!
Isolina Cerdá Casado
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